Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

domingo, septiembre 12, 2021

 

                            Corrupciones, engaños y la sociedad que creamos                                                     

Ernesto Tironi B.  9-9-21

Hace ya décadas que nuestro país padece una grave falta de confianza de las personas en los demás, en las autoridades y en las instituciones que nos rigen. Las noticias de la última semana vienen ahora a empeorar esa lamentable y peligrosa situación. Digo peligrosa, porque esto ocurre en un momento crítico de nuestra historia, en que estamos abocados a diseñar una nueva constitución que mejore nuestras formas de convivencia.

                A la corrupción generalizada en muchas municipalidades desde hace tiempo, se ha sumado la acusación a un alcalde por muchos años de una de las más ricas del país. Por otra parte, hemos sabido que un joven constituyente fue elegido sobre la base de mentiras flagrantes sobre su salud. Otra figura nueva pretendió presentarse de candidato a presidente mediante firmas falsas. Y ahora se sabe de más de una decena de constituyentes, los mismos que han escandalizado al país empezando por subirse los sueldos, que no renunciaron a quedarse con subsidios por la pandemia destinados a personas pobres sin sueldos.

                ¿Qué está pasando? ¿Cómo salimos de esta tendencia tan destructiva para la convivencia juntos en el país? ¿Será acaso recordando las consecuencias nefastas que acarrean estas conductas tan poco éticas que observamos? ¿O tendrán que venir situaciones más graves para que al fin reaccionemos?

                No tengo respuestas. Pero sí considero que es tiempo de hablar más y distinto de este tema. Primero, recordar todas las nefastas consecuencias de estas distintas formas de abuso y corrupción. Por ejemplo, del enojo y molestia que todo esto genera. ¿Cuánto habrá contribuido a magnificar al Estallido de Octubre? Otro daño en el caso del deporte y salud en Vitacura ocurre sobre el respaldo a esas modalidades de asociación entre organismos públicos (en este caso la municipalidad) con prestadores privados (médicos, psicólogos, dentistas, etc.) que permiten reducir los costos de esos servicios. Con esa sola mala práctica se desprestigian todas modalidades tipo concesiones. Entonces nos quedamos con sólo dos extremos: la atención privada a la que pueden acceder sólo los ricos o la estatal para los más pobres. Los damnificados: todos, y en especial los grupos medios.

                Lo mismo ocurre con los abusos de los jóvenes constituyentes. Los mismos que exigen más gastos del Estado para garantizar derechos dan muestra de los abusos a que se presta ese asistencialismo estatal. No tienen ninguna consciencia, ni dan el ejemplo, ni se hacen cargo de que es a ellos a quienes corresponde verificar si cumplen con los requisitos para obtener las ayudas. Y renunciar a ellos si no los cumplen. Por el contrario, le echan la culpa al organismo estatal de no actualizar los datos. ¿A personas con esa ética y sentido de responsabilidad le estamos entregando el encargo de redactar las normas básicas de nuestra convivencia en sociedad?

                La segunda consecuencia de estas conductas es la conclusión que sacan de ellas muchas personas: a saber, “que yo también tengo el derecho a burlar las condiciones para obtener beneficios del Estado”. “Si ellos, que son autoridades, lo hacen; ¿por qué no yo?” He sabido además de jóvenes que por primera vez habían votado, y por estos candidatos que venían a terminar con los abusos, que ahora dicen: “Son de los mismos; no hay caso. Dudo que vaya a votar por ninguno para las próximas elecciones”.

                Una tercera consecuencia de la creciente falta de confianza en lo público y social, es la reacción a encerrarse de las personas en sus grupos cercanos y familias. Así se empobrece toda la vida en sociedad. Se aumentan las distancias, se frena el acercamiento de las personas como seres humanos y las posibilidades de conocerse y encontrar nuevas formas mejores de convivir en paz en el país.  Es importante constatar que estos abusos no son exclusivos de gente de una sola tendencia política o ideológica. Es algo ya generalizado. No debiera haber excusas entonces para justificaciones ideológicas ni defensas corporativas.

                Podríamos intentar profundizar en el origen de la creciente corrupción y abuso por parte de personas en posiciones de poder o autoridad en Chile. Pienso que puede estar principalmente en la cultura que nutre el sistema materialista, consumista y capitalista de vivir que cada vez se extiende más; esta cultura centrada sobre todo en el tener más, progresar sin límites y sentirse superior a los demás. Pero prefiero no entrar en este tema.

                Mejor preguntarse, ¿qué hacer? Creo que lo principal que debemos hacer es no resignarnos. Hacer lo que podamos, aunque sea cosas mínimas y sencillas, como hablar más de esto que nos está pasando. No seguir corriéndonos o justificando casos por motivos A, B o C. Darnos cuenta que esto es algo en que estamos afectados todos. Se da en nuestras relaciones. El exceso de abusos, corrupción, ocultamiento, medias verdades y mentiras no es algo que tiendan a hacer sólo personas muy distintas a nosotros con las cuales no tenemos nada que ver o que vivan en otro mundo. Las han hecho (y tal vez siguen), personas de nuestra misma religión, de los mismos partidos políticos, organización, empresa, vecindario, profesiones y colegios. No es un tema sólo de “otros”. ¿Cómo hemos reaccionado al saber de casos cercanos? Tal vez contribuimos más de lo que creemos a que prevalezcan estas conductas repudiables con la forma en que nos situamos ante ellas para desentendernos, alejarnos, “corrernos” o subrepticiamente justificarlas.

Y, sobre todo, ante estas circunstancias tan deprimentes o pesimistas que nos toca vivir, no dejemos de buscar lo que haya de positivo en lo que ocurre. En este caso creo que algo positivo es el rol jugado por la prensa. A diferencia de cierto espíritu de rebaño, alarmismo y repetición de interpretaciones políticas superficiales que siguió al Estallido de Octubre, esta vez la verdad surgió de reportajes y entrevistas bien hechas. Es útil que celebremos y valoremos tener una prensa libre y efectiva.  Otra cosa positiva que recordar: que tengamos democracia y elecciones libres y periódicas. Nos da la oportunidad de votar por personas con estatura moral y ética ahora en noviembre. Celebremos no habernos ido todavía por el camino de Cuba y Venezuela. Hay esperanza.

 

Una clave de esta presidencial

Ernesto Tironi B.  26-8-21

                “Ya están todos los pingos en el partidor”, habría dicho mi amigo hípico Edgardo Boeninger ante la nueva fase en que entra la elección presidencial. El elenco final de nueve se armó finalmente sin demasiadas sorpresas, pero variado. ¿A quién favorecerá más para llegar a la segunda vuelta el abanico que se formó?

                La respuesta no es tan simple. Mirado el asunto desde un prisma político tradicional de izquierdas y derechas, la llegada sobre la hora de MEO y Provoste debiera restar votos a Boric. Si a esto se agregan los votos independientes más radicalizados que se tenderían a ir a Ancalao, podría peligrar incluso la llegada a segunda vuelta de Boric.

                Pero para Sichel el panorama también puede complicarse. Ahora no sólo serán los partidarios de Kast los que le podrían quitar votos en la primera vuelta. También puede sufrir erosión de votantes potenciales independientes jóvenes o de edad mediana que pueden inclinarse por Parisi o Lorenzini.

                Lo anterior valdría, tal vez, desde la mirada más política. Sin embargo, las preferencias pueden marcarse también por edades y ubicaciones sociales, especialmente de los llamados grupos emergentes con trabajos independientes muy variados.

                Revisemos algunos números. En la elección de hace cuatro años atrás votaron 6,7 millones (m) de personas, el 47% de un padrón electoral de 14,3m. En primera vuelta Piñera sacó 2,4m de votos y Guillier 1,5m. Los restantes 4 candidatos de centro izquierda (excluyendo a Goic de la DC) sacaron 1,8m de votos y el de derecha (Kast) 520.000. Por lo tanto, Guillier hubiera ganado por mucho si todos los votos de Beatriz Sanchez y MEO hubieran ido para él, juntando así 3,3 millones de votos contra sólo 2,9 de Piñera. Pero en la práctica no ocurrió así. Esos votos no se trasladaron mayoritariamente a la izquierda en la segunda vuelta, sino que a Piñera. La enseñanza que deja esto es muy simple e importante: cuidado con mirar, planificar o calcular resultados de elecciones simplistamente en términos de posiciones políticas. Esa es la mirada que tienen quienes ejercen la profesión de políticos (léase parlamentarios y dirigentes) así como los periodistas que transmiten lo que dicen ellos y hace poca investigación más a fondo e independiente sobre los temas que cubren.

                Además, esta lección será muy distinta de las anteriores por otros motivos. Estará muy marcada por el Estallido social, la pandemia y la experiencia de la Asamblea Constituyente y la sucesión de elecciones recientes que le dieron origen. Encima de esto, estará aún más influenciada por el aumento del interés de los jóvenes en la política y en participar en las elecciones.

                El dato más llamativo sobre este último tema es el cálculo estimado por la consultora Unholster publicado especialmente por el diario La Tercera el 25 de julio pasado sobre la participación de menores de 30 y 50 años en la Primaria presidencial.  De los 3 millones 140.000 personas que votaron, el Servel estimó que 1.200.000 lo hacían por primera vez: casi 2 de cada 5 votantes eran primerizos en estas lides. Si esto se mantiene en la primera vuelta de noviembre no serán los mismos chilenos que eligieron a Bachelet en 2013 y a Piñera el 2017, quienes elegirán al Presidente que estará en la Moneda el 2022.

                                En la Primaria del 2017 votaron sólo 1,8 millones de personas, en la reciente fueron 3,2 millones; 80% más. Otro dato: de solamente 20 de cada cien menores de 30 años que fueron a votar a la primaria del 2017, se subió a 35 por cada cien este año. Ese segmento joven entre 18 y 30 superan el porcentaje de la población con más de 50 años; son como 33%. Lo clave es por quién se inclinarían preferentemente estos nuevos interesados que fueron a votar recién y los que todavía no, pero están decidiendo que esta vez SÍ irán a votar en noviembre.

                Los jóvenes nuevos que se disponen a votar ahora no prefieren el mismo tipo de candidatos que escogen los mayores o los votantes antiguos. Esto es lo importante de apreciar bien. La preferencia de los jóvenes por Sichel y Boris fue lo determinante que les dio el triunfo. Ostensiblemente en el caso de Sichel, donde entre los menores de 30 años el 60% votó por él comparado con sólo 22% por Lavín (en cambio, en el segmento de 50 a 70 años la diferencia fue mucho menor: sólo 41 contra 36 por ciento).  Similar, pero menos marcada fue esa diferencia entre Boric y Jadue: sólo 61 contra 39.

                Entonces lo más determinante en la próxima elección presidencial será la cantidad de jóvenes que decidan votar junto con sus preferencias. Hacia allá debieran orientarse las campañas de los candidatos: hacia los temas que interesan y convocan a las personas entre los 18 y 45 años. Ellos representan alrededor de la mitad de la población mayor de 18 años, o sea con el derecho a votar. ¿Cuántos se inscribirán, votarán y qué candidato elegirán? Esta es la gran incógnita de esta elección.

                En este contexto habrá que observar los efectos Parisi-Ancalao-Lorenzini sobre Sichel y Boric. Creo que Provoste y MEO son casi irrelevantes porque no interesan a los jóvenes que se están incorporando ahora a las elecciones políticas. Para ellos representan lo que desean dejar atrás; entonces son candidatos con un techo bajo sobre el cual les sería difícil crecer. Lo clave son las alturas de los techos de Parisi y Cía, Boric y Sichel. Mi sospecha, sin embargo, es que Boric tiene un margen menor que Sichel para crecer; ya elevó su techo en las elecciones pasadas con la irrupción de Frente Amplio y la Constituyente. Los jóvenes más ideologizados, egresados universitarios de carreras sociales o humanistas, de izquierda, con pegas dependientes del Estado ya se incorporaron en los cuatro años recientes a hacer política y a votar. Ahora puede ser el tiempo en que los otros jóvenes - los que se habían mantenido al margen - entren a la política: los menos ideologizados, egresados de carreras técnico-profesionales, que viven del pequeño comercio, micro empresarios, los que no se benefician del Estado sino que lo sufren. Ellos se están dando cuenta que tienen mucho que perder si siguen al margen. Probablemente serán los que le den el triunfo a Sichel contra todas las interpretaciones de los políticos tradicionales.

 

¿Qué nuevo Pacto Social para Chile?

Ernesto Tironi B. 12-8-21

 

Diversos analistas sociales han escrito que el desarrollo acelerado de Chile entre 1990 y el 2010 fue fruto de un Pacto Social, aunque más bien implícito. ¿Cuál? ¿Entre quienes? Entre el Gobierno de la Concertación (o de los Partidos políticos de Centro-izquierda) y los partidos políticos de derecha. El pacto consistió en que la Concertación se auto-limitó en cuanto a la realización de reformas económicas (o a mantener determinados aspectos del “Modelo”) y también de reformas políticas (no plantear nuevas reformas constitucionales). A cambio de eso, la Derecha accedió a una Reforma Tributaria que elevó sustancialmente los impuestos, gastos públicos y tamaño del Estado. Obviamente esta es una simplificación extrema, porque habría otros factores y agentes sociales envueltos. Entre estos últimos estaban, bajo un sub-pacto implícito, sectores sociales, gremios y sindicatos aliados con la Concertación y los empresarios aliados con los partidos de derecha.

¿A qué respondió o por qué fue necesario ese pacto implícito y bajo esa estructura de liderazgo? Creo que, por parte del Gobierno del momento fue principalmente porque su promesa esencial a su base electoral era instalar una democracia que funcionara, redistribuir ingresos reduciendo la pobreza, y para eso necesitaba crecimiento económico y recursos fiscales. Supongo que la derecha aceptó ese pacto porque así limitaba el daño para ella de reformas más sustantivas y entrar en otro período de inestabilidad, incertidumbre y estancamiento económico. Ésta no desconocía que en la Concertación y alrededores había grupos mucho más extremistas que querían que se devolvieran todas las empresas privatizadas al Estado, modificar el Código Minero, terminar las AFPs, etc. Así se llegó a ese compromiso.

A mi juicio en ciertos sentidos la situación que se enfrenta el país hoy tiene semejanzas con las que llevaron al Pacto de los 90s. Y obvias diferencias. En otro momento volveré sobre el tema. Aquí, ahora quisiera dejar señalado, uno, que las condiciones que enfrentamos hacen necesario un Nuevo Pacto Social para Chile; dos, que será la tarea esencial del nuevo gobierno que elijamos en noviembre y, tres, que el gran empresariado nacional debiera jugar un rol mucho más explícito y decisivo del jugado hasta ahora en este proceso debido a la extrema debilidad política de la derecha.

En la compleja situación enfrentada por el país hoy, considero que la principal tarea del nuevo gobierno será configurar este nuevo pacto. Y creo que a él debe convocar en particular al gran empresariado nacional que controla la mayor parte de la inversión nacional y es muy influyente sobre las personas de alto patrimonio. El empresariado no podría jugar un rol pasivo ni secundario como en el Pacto de los 90s.

Se necesitará que ese sector se arriesgue a un nuevo pacto social. Tendría que partir de un acto de grandeza y generosidad. Quebrar el estigma de la resistencia de los empresarios a compartir una parte mayor de sus ingresos y riqueza. Falta esa declaración directamente por parte de altos representantes de la clase empresarial.  Bastaría que la hicieran las seis a doce personas más ricas de Chile, que tienen nombre y apellidos conocidos. ¿Y qué podrían empezar a considerar proponer al nuevo gobierno? Algo que diga más o menos así: “Nosotros nos comprometemos a aceptar y pagar más impuestos y elevar la inversión en Chile (no sólo mantenerla) en los próximos tres años a cambio de que Ud como gobierno consiga eliminar la violencia social que ha existido desde Octubre del 19 y tal vez algo más (no mucho más)”. Nada de exhortaciones morales, llamados, ni amenazas de uno al otro. Un negocio; un pacto: yo te doy, tú me das. Cada uno da lo que está en sus manos lograr, a cambio de recibir lo que está en las manos del otro conseguir.  Los empresarios invertir, generar empleos; el gobierno hacer buenas leyes y hacerlas cumplir. Para eso, éste último deberá recuperar su legitimidad negociando con los sectores sociales emergentes las condiciones para esa tregua y pacto por tres años. Probablemente un componente clave de este segundo sub-pacto simultáneo y paralelo, sea fondos públicos y normas para mayor protección ambiental y una economía circular. Una economía más ecológica, energías limpias, reciclaje y menos producción y consumo superfluo.

            Nos aparecen entonces dos preguntas claves que responder: ¿Cuál de los candidatos a presidente, de resultar elegido, sería más capaz de alcanzar un Pacto Social como el que Chile necesitaría hoy?, y ¿Estará disponible ese mínimo de grandes empresarios para atreverse a tomar el riesgo de ese pacto por al menos tres años?

 

LA ELECCIÓN DE LOS JÓVENES

Ernesto Tironi B. 29-7-21

 

                Los triunfos de Sichel y Lavín no fueron las únicas sorpresas de estas primarias Presidenciales del 2021. También fue la gran cantidad de gente joven nueva que votó: como 50% más que en hace sólo cuatro años atrás. Pero también muchos no tan jóvenes, léase entre 30 y 50 años. ¿Quiénes fueron exactamente los nuevos que votaron? Saberlo será clave. Si este comportamiento se mantiene o expande, puede ser lo determinante en el resultado final de diciembre.  Y para el futuro del país.

                Postulo que esta elección la decidirán los jóvenes.  El conjunto de circunstancias que hemos vivido los últimos dos años parece haber incrementado notablemente el interés de ellos por participar en las elecciones, a su manera. Tal vez el interés por la política en general, aunque esto es más dudoso e impreciso.

                Desde mi experiencia personal, lo que me convenció que Sichel ganaría como cuatro semanas antes de la primaria, fue la cantidad de voluntarios jóvenes que se volcaron a trabajar en la campaña. Y la forma dedicada, responsable e inteligente en que lo hicieron. Había leído antes de lo determinante que eso fue en el sorprendente triunfo de Obama en EEUU. Creía que algo como eso no pasaría en Chile; y pasó. Los jóvenes fueron claves en convocar a otros jóvenes a votar por Sichel con sus propias formas de actuar, entenderse y comunicarse. Aquí también puede haber habido una intuición genial del candidato mismo. No sólo fue el voluntariado con las banderas amarillas, y poniendo y cuidando carteles o letreros. Se interesaron también en leer las propuestas y el Programa Presidencial de Sichel; su pensamiento, sus motivos, propósitos y fundamentos. Me sorprendió lo pragmáticos, efectivos, y poco ideológico de sus enfoques.  La velocidad para armar Grupos de WS en diversas comunas y temas, para coordinarse, aprender y apoyarse.

                En otros tiempos, cuando nosotros éramos jóvenes, muchos creíamos que sólo importaban las razones que supuestamente hacían mejores a nuestras ideologías. O sólo la calidad de las propuestas técnicas. Veo a los jóvenes de hoy enfocándose también en la relación personal con cada votante, y acogiendo la diversidad de las inquietudes que tiene cada individuo. Varias veces vi mensajes consultando, por ejemplo, “Tengo una tía jubilada, ¿cómo la convenzo que vote por Sichel? Otro contando que había conseguido cuatro votos de la familia de un pariente que ni sabía que había elecciones. Y aprovechaba de sugerir, que cada uno del grupo llamara a tres parientes por semana. Después se contaban los resultados y animaban mutuamente, compartiendo experiencias.

                Todo este esfuerzo además se extendió a regiones y pueblos chicos. ¿Cómo de otra forma se explica que un desconocido como Sichel sacara un porcentaje de votos más alto en regiones que en Santiago?.  “Conocen algún voluntario en Curicó”, preguntaba alguien. “Sí; yo conozco allá a alguien por Sichel; te mando número”, respondía otro. Al poco rato me aparecía en el teléfono un grupo nuevo de “Curicó con Sichel”, que ya tenía 8 miembros y se organizaba para un banderazo en la esquina tal a la hora cuál del día siguiente. Además, esta organización se extendió hasta coordinarse para ser Apoderados de Mesa por Sichel el día de la elección. A cuidar cada voto conseguido, era la consigna. En el recinto en que colaboré teníamos el doble de apoderados nuestros que los que tenían los otros tres candidatos juntos.

                Debido al surgimiento de este interés renovado en las elecciones por parte de los jóvenes, es que digo que esta elección la decidirán ellos. Dependerá de quién convoca más a nuevos jóvenes: sí los favorables a Sichel o a Boric. Pero el fenómeno no es nuevo. Creo que es lo que permitió que el Frente Amplio irrumpiera en el Congreso el 2017, a partir de los dirigentes estudiantiles de izquierda del 2007 y 2011. Además, lo que permitió a Beatriz Sánchez (“una desconocida”) sacar un millón 340 mil votos el 2017 y casi pasar a la Segunda Vuelta. Con sólo 160,000 votos más (la mitad de los que obtuvo MEO) lo habría logrado. Fue también el mismo fenómeno de jóvenes decidiendo entrar a votar en las elecciones nacionales lo que produjo la sorpresa del alto número de Convencionales obtenido por la “Lista del Pueblo”.

                Postulo ahora que las Elecciones Primarias de este año 2021 fueron el despertar de los jóvenes menos ideologizados y radicales; los que todavía permanecían desinteresados en la política o simplemente no motivados para ir a votar.  Pueden ser la gran mayoría de los jóvenes. Los que no votaban ni siquiera en las elecciones de sus Centros de Estudiantes, ni en el colegio ni en la U. El motivo por el cual la FECH ya casi no existe hoy. No creo que sean de la elite ni egresados de colegios particulares. Tampoco los que no quieren ningún cambio en la sociedad chilena. Muy por el contrario: quieren reformas importantes no sólo en la economía y la política, sino en las empresas y muchas otras instituciones públicas y privadas, gremios, sindicatos, etc. Pero parecen ser jóvenes más integrados a la sociedad actual, y quieren conservar sus puestos de trabajo y las posibilidades de desarrollarse que ven en el país. Lo que no querrían es que sigamos el camino de Venezuela y Argentina. El despertar puede tener que ver con darse cuenta que si no participan más activamente en las próximas elecciones pueden ser ellos los que corren los mayores riesgos. ¿Wishfull thinking? Veremos.

 

LA ELECCIÓN DE LOS JÓVENES

Ernesto Tironi B. 29-7-21

 

                Los triunfos de Sichel y Lavín no fueron las únicas sorpresas de estas primarias Presidenciales del 2021. También fue la gran cantidad de gente joven nueva que votó: como 50% más que en hace sólo cuatro años atrás. Pero también muchos no tan jóvenes, léase entre 30 y 50 años. ¿Quiénes fueron exactamente los nuevos que votaron? Saberlo será clave. Si este comportamiento se mantiene o expande, puede ser lo determinante en el resultado final de diciembre.  Y para el futuro del país.

                Postulo que esta elección la decidirán los jóvenes.  El conjunto de circunstancias que hemos vivido los últimos dos años parece haber incrementado notablemente el interés de ellos por participar en las elecciones, a su manera. Tal vez el interés por la política en general, aunque esto es más dudoso e impreciso.

                Desde mi experiencia personal, lo que me convenció que Sichel ganaría como cuatro semanas antes de la primaria, fue la cantidad de voluntarios jóvenes que se volcaron a trabajar en la campaña. Y la forma dedicada, responsable e inteligente en que lo hicieron. Había leído antes de lo determinante que eso fue en el sorprendente triunfo de Obama en EEUU. Creía que algo como eso no pasaría en Chile; y pasó. Los jóvenes fueron claves en convocar a otros jóvenes a votar por Sichel con sus propias formas de actuar, entenderse y comunicarse. Aquí también puede haber habido una intuición genial del candidato mismo. No sólo fue el voluntariado con las banderas amarillas, y poniendo y cuidando carteles o letreros. Se interesaron también en leer las propuestas y el Programa Presidencial de Sichel; su pensamiento, sus motivos, propósitos y fundamentos. Me sorprendió lo pragmáticos, efectivos, y poco ideológico de sus enfoques.  La velocidad para armar Grupos de WS en diversas comunas y temas, para coordinarse, aprender y apoyarse.

                En otros tiempos, cuando nosotros éramos jóvenes, muchos creíamos que sólo importaban las razones que supuestamente hacían mejores a nuestras ideologías. O sólo la calidad de las propuestas técnicas. Veo a los jóvenes de hoy enfocándose también en la relación personal con cada votante, y acogiendo la diversidad de las inquietudes que tiene cada individuo. Varias veces vi mensajes consultando, por ejemplo, “Tengo una tía jubilada, ¿cómo la convenzo que vote por Sichel? Otro contando que había conseguido cuatro votos de la familia de un pariente que ni sabía que había elecciones. Y aprovechaba de sugerir, que cada uno del grupo llamara a tres parientes por semana. Después se contaban los resultados y animaban mutuamente, compartiendo experiencias.

                Todo este esfuerzo además se extendió a regiones y pueblos chicos. ¿Cómo de otra forma se explica que un desconocido como Sichel sacara un porcentaje de votos más alto en regiones que en Santiago?.  “Conocen algún voluntario en Curicó”, preguntaba alguien. “Sí; yo conozco allá a alguien por Sichel; te mando número”, respondía otro. Al poco rato me aparecía en el teléfono un grupo nuevo de “Curicó con Sichel”, que ya tenía 8 miembros y se organizaba para un banderazo en la esquina tal a la hora cuál del día siguiente. Además, esta organización se extendió hasta coordinarse para ser Apoderados de Mesa por Sichel el día de la elección. A cuidar cada voto conseguido, era la consigna. En el recinto en que colaboré teníamos el doble de apoderados nuestros que los que tenían los otros tres candidatos juntos.

                Debido al surgimiento de este interés renovado en las elecciones por parte de los jóvenes, es que digo que esta elección la decidirán ellos. Dependerá de quién convoca más a nuevos jóvenes: sí los favorables a Sichel o a Boric. Pero el fenómeno no es nuevo. Creo que es lo que permitió que el Frente Amplio irrumpiera en el Congreso el 2017, a partir de los dirigentes estudiantiles de izquierda del 2007 y 2011. Además, lo que permitió a Beatriz Sánchez (“una desconocida”) sacar un millón 340 mil votos el 2017 y casi pasar a la Segunda Vuelta. Con sólo 160,000 votos más (la mitad de los que obtuvo MEO) lo habría logrado. Fue también el mismo fenómeno de jóvenes decidiendo entrar a votar en las elecciones nacionales lo que produjo la sorpresa del alto número de Convencionales obtenido por la “Lista del Pueblo”.

                Postulo ahora que las Elecciones Primarias de este año 2021 fueron el despertar de los jóvenes menos ideologizados y radicales; los que todavía permanecían desinteresados en la política o simplemente no motivados para ir a votar.  Pueden ser la gran mayoría de los jóvenes. Los que no votaban ni siquiera en las elecciones de sus Centros de Estudiantes, ni en el colegio ni en la U. El motivo por el cual la FECH ya casi no existe hoy. No creo que sean de la elite ni egresados de colegios particulares. Tampoco los que no quieren ningún cambio en la sociedad chilena. Muy por el contrario: quieren reformas importantes no sólo en la economía y la política, sino en las empresas y muchas otras instituciones públicas y privadas, gremios, sindicatos, etc. Pero parecen ser jóvenes más integrados a la sociedad actual, y quieren conservar sus puestos de trabajo y las posibilidades de desarrollarse que ven en el país. Lo que no querrían es que sigamos el camino de Venezuela y Argentina. El despertar puede tener que ver con darse cuenta que si no participan más activamente en las próximas elecciones pueden ser ellos los que corren los mayores riesgos. ¿Wishfull thinking? Veremos.

 

Primarias: Carta a amigos ex-DCs

Ernesto Tironi B. 14-7-21

Estimado,

                Te escribo a ti, que formas parte del millón y medio de personas que votaron por Aylwin y Frei en 1989 y 1993, y que dejaste de votar por candidatos de ese partido después.

                  Hoy te pido que vayas a votar de nuevo, y esta vez por Sichel, en las primarias de este domingo 18. Pienso que es quien más se parece a Aylwin. Y de hacer lo que él hizo por Chile. Lo necesitamos porque el país se está pareciendo demasiado a lo que resultó en los 70s y 80s con las luchas entre fanatismos políticos.

 Puede que te cueste ir a votar, por estar aburrido o desilusionado de la política. Pero esta vez importa mucho. Si sólo participan los pocos que lo han estado haciendo el último tiempo, el país seguirá en la dirección que no queremos.  Tú ya conociste lo que fue en Chile ese tiempo de polarización, violencia y dictadura. Nos costó salir de eso. No caigamos de nuevo. Sichel es quien mejor nos puede llevar a buen puerto.        

Imagino alguno de tus legítimos reparos. No te gusta ir a votar a una Primaria de la Centro derecha, para empezar. A mí tampoco, pero ¿qué otra opción tenemos las personas independientes de centro cuando el partido que más nos representaba se transformó en una agencia de acceso al poder y de empleos públicos de izquierda? También imagino que, a nuestra edad, te preocupe ir a votar con pandemia y contagiarte. Pero la situación está sustancialmente mejor con la vacuna, y lo que buscamos merece correr el riesgo tomando todos los resguardos del caso.

                Los anteriores son motivos muy válidos, pero tal vez no suficientes. Hay mucho en juego. Chile no puede seguir en el mismo declive de los últimos 10 años. Tenemos que cambiar rumbo de nuevo, sin odio, sin violencia. Simplemente con un lápiz y un papel, como ya lo hicimos antes.

                Se trata también de nuevo de la democracia. De no caer en la espiral de Venezuela y Argentina. De conservar lo bueno que tenemos y corregir los defectos que acumulamos. En democracia eso se logra con votos. 

                No pretendo argumentarte que Sichel es el candidato ideal. Sólo creo que es la apuesta que más convendría hacer. Tampoco que todos los demás serían nefastos. Es lo mejor disponible; joven pero con experiencia. Trae un aire nuevo y es fuerte. Renovación; necesitamos que asuma una nueva generación.

                Revisemos otras objeciones. Que no tiene un partido fuerte que lo apoye. Es cierto; pero tiene la gracia de ser independiente, habiendo militado, conocido por dentro y respetado a los partidos. De sus contendores en la primaria, dos tienen partidos fuertes, pero bastante divididos y desprestigiados. Además, lo interesante de no tener partido hoy es que, de ganar, abre más la oportunidad de renovar los partidos y alentar la creación o agrupación de los partidos de centro centro que necesitamos.

 

                              

                Tenemos que hacer importantes reformas bien hechas en Chile que traigan más igualdad, buenos empleos y crecimiento. Sin botar las demás cosas buenas que tiene nuestro sistema económico. Sin pretender partir de cero. Ya pasamos por eso y sabemos lo que cuesta. Sin irse a los extremos, como Allende para un lado y después Pinochet para el otro.

                El candidato que mejor puede hacer eso es por lejos Sichel. Jadue y Boric están en otra; trabajando en resucitar el gobierno de Allende que nosotros ya conocimos. A Lavín ya se le pasó el cuarto de hora. NO están los tiempos para alguien que trabajó en el gobierno de Pinochet y pasó por tantos cargos públicos sin dejar un legado que permita creer que ahora sí (pienso en el Ministerio de Educación). Y, sobre todo, que no lo dejarán gobernar por más empeño que le ponga. Desde el Congreso o la calle. Seguirá representando un pasado que el país quiere dejar atrás. Sería Piñera 3. De la candidata expectante de la ex Nueva Mayoría no se puede esperar más que…más Nueva Mayoría: alianza con los comunistas y políticas rancias de izquierda como los proyectos retrógrados de ley que ha presentado la senadora aliada con Navarro (el amigo de Chávez y Maduro), Bianchi y su colega del Frente Amplio.  Así es que, estimado amigo o amiga, a llamar a los jóvenes y a los viejos de los 90s e ir juntos a votar de nuevo, ahora por Sichel, para el Chile del Siglo 21.

 

 

Pobreza y empleo en Micro-educación pre-escolar

                                                                                                                    Ernesto Tironi B.  1-7-21

 

Por estos días se publicaría la primera medición completa del efecto de la pandemia sobre la pobreza extrema en Chile: la encuesta Casen. Pero el Fondo Monetario hizo ya una estimación preliminar de dicho efecto. Indica lo que casi todos anticipábamos: habría subido considerablemente el número de familias en situación de pobreza extrema. La incógnita mayor es cuánto exactamente subirá, junto a otra cuestión importante para las peleas entre los políticos que es ¿cuánto habría subido sin las ayudas del Estado. Pero la cuestión principal es ¿qué hacer ahora y cómo?

Las estimaciones preliminares del FMI muestran que las familias pobres aumentaron en casi 800,000 personas: de 1 millón 600 mil a 2 millones 400 mil (del 8,1 al 12,2 por ciento del total de familias del país).  Pero sin las ayudas del Estado, ese número de personas habría subido a 3,3 millones, o sea a casi 900,000 más, o el 18,8%.  Este último número de menos pobres habría sido el efecto mitigador de la pobreza de 6 Programas Públicos implementados desde el año pasado: el Ingreso Mínimo Garantizado, Bono Covid-19, Ley de Protección del Empleo, IFE, Bono Clase Media y Bono Navidad Covid-19.

Considero que hay tres grandes desafíos y tareas a partir de esta evidencia. Lo serán también para el próximo gobierno que ya comenzamos a elegir. Primero, cuánto priorizar las necesidades agudas de este segmento de población, no muy numeroso pero muy afectado.  O sea cuánto mejorar la distribución de los ingresos en general (como ha sido la demanda más formulada a raíz del Estallido social) comparado con comenzar a hacerlo poniendo más foco y esfuerzo en los más pobres. Hacerse cargo que esto implica postergar un tanto los intereses de los grupos medios, como empleados bancarios, funcionarios públicos, profesores y otros.

El segundo desafío sería estudiar bien cuáles de esos seis programas de subsidio han funcionado mejor. Seguramente necesitamos simplificar el sistema de subsidios y focalizarnos en los más efectivos. Eso será una condición, además, para dejar recursos al resto de población afectada y para alcanzar a hacer las inversiones necesarias para mayor crecimiento económico.  El tercer desafío es identificar con más precisión quiénes son y dónde están los más afectados por la pandemia para llegar con los programas adecuados para que salgan adelante en esta etapa.  Aquí va a ser muy valioso estudiar qué nos muestra la nueva Encuesta Casen. Estudios preliminares, del FMI y Banco Mundial, indican que las familias más afectadas son las de mujeres que han perdido sus ocupaciones y no pueden reemplazarlos por teletrabajo y tienen niños pequeños que deben cuidar. Según el FMI, la participación laboral femenina habría caído de 53 a 45 por ciento entre 2019 y 2020. Es por ejemplo de mucamas y cocineras de hoteles, cabañas, residenciales, etc. Sobre todo, mujeres que tienen niños que cuidar y por eso no pueden tomar otros trabajos, como podrían ser incluso labores agrícolas de cosecha de frutas de exportación y otras.  Es muy necesario estimar bien el número de personas en estas condiciones.

 

Aquí es donde se requiere ser innovador y abierto. Donde cabría por ejemplo introducir un Programa de Cuidado Infantil que sea muy rápido de implementar, con mínima burocracia y gastos de administración y que genere mucho empleo femenino.

Para estos efectos, podrían aprovecharse los motivos esgrimidos en el Senado para rechazar el Proyecto de Ley para ampliar la Educación Pre-escolar, o sea, la cantidad de niñas y niños menores de 5 años que pueden acceder gratuitamente a educación o cuidado especializado. Como se sabe, esto ocurre a pesar de existir un consenso técnico y político amplio sobre la conveniencia de esta medida, sobre todo para reducir desigualdades de ingresos posteriores como adultos generadas por diferencias en acceso a educación pre-escolar.

Entre los argumentos, algunos confusos y contradictorios) para rechazar el proyecto, estuvo el de que implicaba una “excesiva escolarización”. Al margen de que probablemente esa era una materia susceptible de corregirse con un poco de buena voluntad, propongo una alternativa que cumpliría con ese requisito.

Se trata de usar en Chile el sistema ampliamente usado en Europa y otros países desarrollados (especialmente Francia y Canadá) que es el Cuidado Compartido de hijos en sus casas por personas certificadas por el Estado. Se realiza en grupos pequeños, que pueden ser de 3 a 6 niños que son vecinos o viven tan cerca como para trasladarse a pie. Esta modalidad puede ser llevada a cabo por mamás con experiencia, o abuelas que han sido profesoras y que ahora están jubiladas todas ellas previamente certificadas por una agencia especializada. Para las encargadas sería una valiosa fuente de empleo. Las abuelas obtendrían así un ingreso extra por sobre sus bajas pensiones y aprovecharían espacio disponible en sus casas después de la partida de los hijos. Esto ya se ofrece en Chile, pero para familias de altos ingresos que pueden pagarlo y se pueden encontrar en internet bajo nombres como playgroup o homeschooling.

Podría criticarse esta propuesta caracterizándola como el PEM o el POJH de la Crisis de los 80s. También imagino al Colegio de Profesores aliándose con grupos de parvularias reclamando que esto debe hacerse en escuelas estatales con instalaciones y personal especializados. No me parece. Puede hacerse y bien supervisado tanto por entidades públicas como por iniciativas privadas.  Es un programa que, por cada puesto de trabajo para una mujer con bajo costo fiscal, liberaría a unas dos a tres mujeres para salir a trabajar fuera de su casa. Y los niños y niñas puede que estén incluso mejor cuidados que en sus casas, al estar a cargo de personas mejor capacitadas, acompañados de otros y supervisadas.

 Espero que algún candidato presidencial promueva desde ahora una iniciativa como esta.

 

Reacomodo de representaciones políticas y modelo económico

Ernesto Tironi B.  17-6-21

Un aspecto clave del buen funcionamiento de un sistema o modelo económico es lo estable que sea percibido por los agentes en él (empresarios, inversionistas, autoridades, jueces, etc.) y por la ciudadanía en general. En una democracia eso depende del respaldo que tenga en la opinión pública, los electores, y muy en particular de los parlamentarios que conforman el Congreso. Con mayor razón dependerá de la inclinación o preferencias de la mayoría de la asamblea a cargo de la redacción de una nueva constitución, como es el caso de Chile ahora.

  La experiencia histórica chilena reciente es elocuente. El triunfo de Salvador Allende y su llegada a la Presidencia con la Unidad Popular llevó a instalar un modelo económico socialista que duró poco, pero avanzó un buen trecho: se estatizaron bancos, empresas industriales, mineras, propiedades agrícolas y varias otras medidas semejantes. Pero no tuvo el respaldo suficiente para perdurar, cualesquiera hayan sido las razones de ello. Por eso la intención fracasó a poco andar. El gobierno militar que lo sucedió instaló un modelo inverso, profundizando el capitalismo (o instaurando el neoliberalismo, dirán otros) y extendiéndolo a nuevas áreas como pensiones, salud y otras. Luego, el nuevo cambio de correlación de fuerzas políticas en 1988-89, lleva a que la Concertación instale un sistema intermedio (llamado por el Presidente Aylwin, el sistema de “Desarrollo con equidad”, que lleva a un considerable aumento del peso relativo del Estado en la economía. Experiencias análogas han ocurrido en mucho otros países y épocas.

Pues bien: entre fines del 2019 y ya mitad de 2021 estamos viviendo un cambio en los pesos relativos de las preferencias políticas de la ciudadanía y de los partidos que me parece al menos semejante al de 1988-89. ¿Podría esto no tener consecuencias sobre el sistema económico que tengamos? Lo estimo muy dudoso; los temas importantes ahora serían más bien, ¿de qué magnitud serán los cambios que vienen?, ¿en qué aspectos del sistema económico se concentrarán?, y ¿de qué dependerá lo lejos que lleguemos en esos dos dominios – magnitud y cambios específicos?

Mi impresión, dicha así muy brutalmente, es que las últimas elecciones estarían demostrando que los partidos políticos que hasta ahora estaban sustentando el modelo económico actual se desfondaron. Es decir, redujeron sustancialmente su fuerza o poder entre la ciudadanía. Si lo mismo, como es probable, ocurre en el Congreso que se elegirá en noviembre (o si los parlamentarios de derecha votan como para los retiros de la AFPs) ¿quién se opondrá no sólo al fin de las AFPs, sino también de las Isapres, de las universidades privadas, etc. etc?  

Mirado desde otro punto de vista, los grupos más partidarios del modelo económico que tiene el país hoy – los empresarios grandes, pequeños y medianos, la mayoría de los comerciantes, personas con grandes patrimonios y profesionales de alto nivel – han tenido por mucho tiempo sus representantes en el sector político de la sociedad: sus partidos cercanos (UDI y RN, principalmente), parlamentarios, intelectuales y medios de prensa, que de alguna manera, bien o mal, defendían sus intereses. Hoy, desde el 18-O del 2019 y, sobre todo después de la elección de constituyentes, esos representantes han perdido poder de representación y de acción. ¿Se habrán dado cuenta cabalmente de esto al menos los grandes empresarios chilenos? ¿Si no es así, que estarán esperando o creyendo? ¿Creerán todavía qué la ola era más chica, como hasta reciente elección de constituyentes? Y si se han dado cuenta, ¿con quiénes estarán conversando ahora en el sistema político? ¿Cómo les estará yendo en esas conversaciones? ¿Qué estarán planteando?

Una nota histórica: durante la UP, lo que ocurrió – dicho en simple – me parece ser que los grandes empresarios dieron por perdida la batalla adentro y se concentraron en pedir ayuda a Washington. Adentro fueron los transportistas (Villarín), pequeños comerciantes (Cumsille), colegios profesionales y otros pocos los que dieron la cara e hicieron los paros, a los que se sumaron al final las dueñas de casa con sus ollas ante la inflación desatada (y en las calles, ojo, como ahora). Ellos detuvieron al viejo socialismo de la guerra fría o, podría decirse también, los que defendieron al viejo capitalismo del Siglo 20. Ahora, llegando al primer cuarto del Siglo 21, ¿quién defenderá al actual capitalismo, aunque haya sido remozado?

Ese es un lado de la ecuación: la otra es el modelo económico que tienen en mente los nuevos representantes de los nuevos grupos sociales (que podemos llamar emergentes) que empiezan a tomar recién formas políticas (es decir, capacidad de influir sobre el Estado), especialmente a partir de la elección de Constituyentes. Ellos conforman más de la mitad de la Asamblea, pero parecen muy heterogéneos, pero ¿cuánto lo serán realmente?  Dan la impresión de representar a los descontentos, los antisistema o anti-neoliberales. Éstos casi no tienen por ahora, estimo, representantes en el dominio político de la sociedad chilena. Los más cercanos serían los parlamentarios del Frente Amplio, que tienen un porcentaje pequeño en el Congreso, al cual intenta sumarse el Partido Comunista con exdirigentes estudiantiles carismáticos como Vallejos. Pero ¿cuántos parlamentarios pueden sacar en noviembre? ¿Y hacia dónde empujarán la micro?

Cómo este proceso de representación de los sectores emergentes evolucionará en los próximos dos años será clave para determinar el modelo económico que nos regirá y para el futuro de Chile en general. Así también lo será el modo cómo se conectarán y coordinarán los partidarios de mantener al máximo el actual modelo económico para abordar, de alguna manera más o menos constructiva, con esos sectores emergentes el logro (o no) de un sistema en que habitemos en paz todos.

 

Programas presidenciales

Ernesto Tironi B. 3-6-21

            El domingo pasado el único diario diario en papel de circulación nacional que va quedando en el país incluyó un reportaje a los Programas económicos de los nueve precandidatos a Presidente de Chile entre el 2022 y 2026. A menudo se cree que esos programas importan porque determinan la decisión de muchos electores a favor de uno u otro candidato. Dudo mucho de que ello sea así. Eso supondría que los votantes leen qué medidas contienen los distintos programas y según eso deciden su voto. Improbable.

            ¿Qué importancia o significación pueden tener (o no) esos programas entonces? ¿Qué sería lo valioso de ellos para que muchas personas le dediquen no poco trabajo?  Tal vez lo que importa no es lo que exactamente dicen, por más enconada que haya sido a veces la negociación de las propuestas específicas y de cuáles incluir o dejar afuera.

            Lo más valioso puede ser a veces no el texto final sino el proceso de trabajo en el programa por parte de las personas que participan en él. Esto puede ser especialmente útil cuando se trata de un futuro gobierno de coalición entre partidos diferentes cuyos militantes tienen posturas muy diferentes y además se conocen poco como personas. Creo que este fue el caso del Programa económico del Presidente Aylwin, que conocí muy bien por dentro y por fuera. Que además fue un trabajo de muchos, muchos años.

            Por contraste, no considero tan valiosos los Programas que se proponen imponer, asegurar u obligar la adopción de determinadas medidas a rajatabla. Los del tipo que le gustan al Partido Comunista y que adoptó el segundo gobierno de Bachelet. Son los Programas verticales, autoritarios, mesiánicos e integristas (que forman una totalidad inseparable y cuyas partes no se pueden separar o aplicar parcialmente). Eso es casi la antítesis de lo que se necesita para gobernar bien, lo cual implica enfrentar circunstancias cambiantes y entre ellas navegar (gobernar dicen los marinos).  Un ejemplo de eso fue la malograda reforma educacional escolar que impuso Bachelet, a pesar del rechazo de la mayoría de los apoderados, sus costos estratosféricos y nulo resultado. Otro ejemplo de esto creo que fue el gobierno de Piñera 2, cuyo lamentable desempeño lo atribuyo en gran medida a no haber sido capaz de adaptarse (y temprano) al hecho de corresponderle un Congreso con una clara mayoría opositora a sus propuestas.

            En cambio, lo que considero más útil del trabajo de formular y redactar un programa de gobierno es la con-versación en torno a lo esencial que se busca lograr juntos. Es decir, lo útil es el acto de que los más probables responsables del futuro gobierno “den vueltas juntos” (bailen) en torno a un propósito común, como le gustaba recordar a Humberto Maturana refiriéndose al origen etimológico de la palabra con- versare (de versátil, dar vueltas). Y, sobre todo, el diálogo de un conjunto de técnicos con el candidato. Esto, lógicamente vale más con un candidato que escuche y plantee preguntas verdaderas y abiertas a sus técnicos como, ¿qué pasaría si…subimos el impuesto a la renta, bajamos el IVA a restoranes, etc? En este sentido, una de las deficiencias de nuestro sistema de gobierno es que los candidatos a parlamentarios y aquellos en ejercicio no participan en los grupos de estudio de programas de gobierno.

            El otro desafío mayor de los encargados de programas presidenciales es escuchar las prioridades verdaderas del electorado y no quedarse en sus prioridades técnicas o ideas propias de lo que la gente quiere o debería querer. Otra forma de decir esto es en qué medida los responsables de formular un programa de gobierno ponen genuinamente su conocimiento técnico al servicio de las prioridades de la gente y/o del candidato, o aprovecha el ascendiente que se le otorga como experto por su conocimiento técnico para hacer que el programa refleje sus prioridades o preferencias sociales, políticas o ideológicas. En la práctica no es fácil separar estas cosas, pero estimo que conviene tener el máximo de consciencia de ellas.

            La planificación previa para lograr ciertos resultados en el futuro no es algo sencillo en muchas áreas de la vida. Tendemos a sobreestimar nuestra capacidad de predecir y controlar. En el ámbito de gobernar un país tiende a ser mucho más complejo aún. Por eso una dosis alta de humildad sería muy bienvenida, pero no es lo más frecuente de encontrar entre políticos y entre muchos profesionales. Por eso, tal vez una manera adecuada de proceder sea mantener cierta distancia y desapego de las propuestas específicas que se hagan y concentrarse en lo esencial para lo cual se procura gobernar.

 

(Carta en diario La Tercera 7-5-21)

Legado de Maturana

Ernesto Tironi B.

                Me alienta ver tantos reconocimientos a Humberto Maturana por sus aportes al conocimiento, a la ciencia, al país y a que los humanos encontremos mejores maneras de vivir. Entre sus aportes hay uno que considero esencial: “los humanos no somos sólo seres racionales sino sobre todo emocionales”. En pandemia hemos experimentado esto con más claridad y fuerza que nunca antes. Y hemos descubierto que no sabemos cómo abordar nuestras emociones o cómo relacionarnos con ellas especialmente con las más fuertes como en estos tiempos del país. ¿Qué son, de dónde surgen, para qué están, qué hacer con ellas?  Es la ocasión, parece, de ayudarnos leyendo y aplicando lo que nos enseñó Maturana. Sería no sólo en beneficio propio, sino también para el de todos nuestros seres queridos, para nuestras relaciones con cercanos y lejanos, para nuestra sociedad entera, que tanto lo necesita.

Quienes están experimentando con más fuerza hoy el imperativo de eso, creo, son los profesores, en el vasto mundo de la educación donde se forman las nuevas generaciones de una sociedad. Ante el agobio de hacer clases por Zoom, ellos lo expresan como “la necesidad de considerar los factores socioemocionales en la educación”. Si esos factores se incorporaran bien al proceso pedagógico no sólo mejoraría la calidad de la educación, sino tal vez se empiecen a formar integralmente a mejores personas y una mejor sociedad.  No será inmediato, pero en algunos años puede llegar.  A esto debiéramos dedicarnos con fuerza, incluso para cuando volvamos a clases presenciales que son tan necesarias.  Pero no ocurrirá solo; necesitamos aplicarnos y unir fuerzas. Empecemos por rendirle un homenaje a Maturana leyendo sus libros con una mirada nueva. Un sabio que antes no entendimos. Ahora sí.

 

Humberto Maturana: Maestro entrañable

Ernesto Tironi Barrios     6-5-21

 

                La muerte de Humberto Maturana hoy me deja desolado y agradecido.  Sobre todo, agradecido de la fortuna de haberlo conocido, estudiado con él, leído casi todos sus libros y de haber trabajado juntos en un momento clave de la historia nacional: para la recuperación de la democracia en los años 1986-88.

                Puede ser ahora el momento de relatar mi trabajo con él en esos años cuando fui Director del Centro de Estudios del Desarrollo (CED).  Por mi parte, como representante de la escasa calidad y amplitud de mi educación en Chile, no sabía quién era el Dr. Maturana hasta esa época, cuando tenía casi 40 años. De él supe al tomar un Taller de Capacitación realizado por Julio Olalla y enterarme que ese taller había sido diseñado por Fernando Flores junto con Maturana. Quise conocer a ese personaje tan famoso ya entonces en el mundo entero y aún casi desconocido en Chile. Lo invitamos a comer con un amigo que lo conocía y quedé tan deslumbrado que inmediatamente le pedí que nos ayudara en el esfuerzo en que estábamos embarcados, junto a muchos, por recuperar la democracia en forma pacífica y sustentable. Dijo que no sabría cómo hacerlo, pero no se negó. Imaginé allí mismo algunas propuestas y conversamos de posibilidades.  Al poco tiempo lo invité a tener una conversación con Gabriel Valdés en el CED para seguir explorando, pero aparte de pasar un rato fascinante con dos eximios conversadores, no avanzamos mucho más excepto de que intentaría organizar una Conferencia de Maturana en el CED para dirigentes políticos de la oposición democrática a Pinochet.

                De allí surgieron dos conferencias a dirigentes políticos democráticos. Además de Valdés, deben haber estado Ricardo Lagos, creo que Eduardo y Carmen Frei, Raúl Troncoso, Ricardo Núñez y ciertamente Edgardo Boeninger.  Maturana me insistió de que quería dar también su visión sobre educación y para que los más altos dirigentes de un gobierno futuro se preocuparan más de este ámbito. Le puse una grabadora y poco después le entregué una transcripción editada de sus charlas con una propuesta publicarlas como un libro. Allí empezó un arduo trabajo de limitar su perfeccionismo y su tendencia a hablar y escribir en difícil. Eran discusiones fascinantes, a menudo agotadoras, sobre el orden de tres palabras en una frase, pero siempre llegamos a acuerdos muchas veces jalonadas con sus estruendosas carcajadas. Ese libro se llamó: “Lenguaje y emociones en educación y política”, y la última vez que supe llevaba más de 20 ediciones.

Resultó el primer libro más vendido de Maturana, y creo que le mostró que podía dejar de publicar sólo difíciles papers para revistas científicas y lanzarse como escritor para grandes públicos. Estimo que ese libro está plenamente vigente hoy, cuando esa democracia que nos costó tanto recuperar puede estar seriamente amenazada.  Allí destaca que el lenguaje es mucho más que un sistema de símbolos o una forma de describir cosas. El lenguaje está siempre relacionado con las emociones, y éstas son decisivas para la aceptación (o no aceptación) del otro en la convivencia. Y que la democracia es una forma de convivencia que se basa en la aceptación, el respeto y la honestidad de quienes participan en ella. El mejor homenaje que podríamos hacer a Maturana hoy, creo que sería volver a leer con la mente abierta ese y otros libros de él.  Sería además el mayor regalo que podríamos hacernos a nosotros mismos y a nuestros cercanos para toda nuestra vida, no sólo en relación a la política, sino al trabajo, las relaciones con parejas, hijos, vecinos y conciudadanos.

                El éxito de ese libro me llevó a proponerle producir (“La objetividad: un argumento para obligar”) que a mi juicio tiene una de las más profundas nociones a incorporar en nuestra cultura contemporánea, especialmente académica y política, expresada en su frase de inicio. Dice más o menos así (cito de memoria): “Cuando una persona quiere obligar a otra a que la obedezca y haga o piense como él quiere, pero no se lo pide, entonces le señala que lo que él dice es objetivamente así.” Esa puede ser una forma de decir que uno tiene la razón, conoce la verdad, mientras el otro no; en fin, es además una forma de ponerse por encima o sentirse superior. No es trivial en estos tiempos de Chile en que tantos hacen alarde o funcionan inconscientemente desde una superioridad moral auto atribuida.

                Termino recordando un rasgo del sentido del humor y del juego que tenía Humberto. A raíz de la depresión en que nos sumió el fracasado intento de asesinar a Pinochet, que hizo retroceder todo nuestro avance con las Protestas y la unidad opositora, un día le pregunté: “¿Qué podemos hacer? ¿A quiénes pedir consejo o a quién más pedir que hable a favor de la democracia de tal forma que sea escuchado y nos remezca a todos, en uno y otro de los bandos cerrados en que se dividía el país?”. Pensó un rato y me respondió: “¿Sabes lo que hacían las tribus primitivas en situaciones como esta?  Llamaban al Consejo de Ancianos y ellos se encerraban hasta salir con una solución. La pena es que en las sociedades modernas no tenemos ancianos en la tribu: personas que susciten el respeto de todos. Pero hay un equivalente: los grandes científicos. Hagamos una declaración que estén dispuestos a firmar los cinco últimos Premios Nacionales de ciencias”. Así lo hicimos: él me pasaba a buscar en su citroneta para ir a ver estos científicos a sus laboratorios. Y se vestía con un poncho negro, y me decía: “Aquí vamos los conspiradores…”. Eran los tiempos duros de Pinochet. Esa declaración (“Invitación a Chile”) es una visión profunda de la democracia y de su sentido. Aparece al final del libro sobre lenguaje y política.

                Mi último contacto con él fue después de decidir transcribir sus respuestas en un programa de TV (“Mentiras verdaderas”) a propósito del Estallido Social. Recomiendo su lectura (está en mi Blog). Ahora veo que fue una parte importante de su legado en lo político social. Para mí fue un maestro profundo, íntimo y afectuoso. Así define la RAE el término “entrañable” que me surgió al ponerme a escribir esto. Espero que lo sea también para todos nosotros, los chilenos, con ocasión de poder conocerlo más hoy cuando nos deja en estos tiempos decisivos.

 

 

¿Saldremos mejores?

Ernesto Tironi B. 6-5-21

 

                “¿Saldremos de esta pandemia siendo mejores personas?”. Ese fue el título de un largo reportaje reciente del Washington Post, y me parece una pregunta muy relevante.  Para responderla algunos se han puesto a estudiar la historia posterior a la Gripe española, y sus conclusiones son mezcladas. Algunos creen que habría sido una de las causas de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra. Nada muy halagüeño.

                Por mi parte, soy moderadamente optimista, aunque en el largo plazo. Aquí intento a explicar mis motivos. Antes una aclaración. No estoy pensando en la situación particular de Chile. Aquí tenemos el caso especial de que la pandemia se dio justo después del estallido social de octubre del 2019, con lo cual se han mezclado dos fenómenos muy distintos.

                La pregunta más amplia, de si como personas o como raza humana, mejoraremos o no después de la pandemia va más allá del nivel del PIB o del porcentaje de familias viviendo bajo la pobreza. Esta cuestión tiene que ver con si vivimos mejor; es decir, con más satisfacción, bienestar, armonía, paz y felicidad (para ponerlo en positivo). O si vivimos con más stress, tensión, miedo, polarización o malestar (puesto en negativo), a pesar de tener mayores ingresos o menos pobreza. Y esto tanto a nivel personal como en cuanto sociedad: con más delincuencia, inseguridad, drogadicción, agresividad pública, enfermedades mentales, etc.

                Mi hipótesis es que tenemos una probabilidad alta de que un grupo grande de la población mundial salga de la pandemia con mayor consciencia de la conveniencia de transformar nuestra forma de vivir. En más concreto, de lo tóxico de algunos ambientes donde hemos vivido y de la forma cómo nos relacionamos y de lo que nos falta para bien-estar. Un par de muestras de eso son la cantidad de personas quieren irse a vivir fuera de las grandes ciudades. Se estima que medio millón de Santiaguinos se han ido a vivir a regiones.  Antes ya los estudiantes universitarios egresados se querían ir a vivir a Australia o Nueva Zelandia; tampoco estaban dispuestos a tomar cualquier empleo. Otra es el creciente interés en el Mindfulness, la meditación y el Budismo.  En las redes sociales está lleno de cursos, retiros y programas con esa orientación y muchos cientos de miles de seguidores. Tanto así, que quienes ya antes habían escrito libros y abierto programas o centros de meditación, como Eckhart Tolle, Thich Naht Hanh, Jon Kabat Zin, Deprak Chopra y muchos otros han liberado gratuitamente centenares de charlas de prácticas “a pedido del público”. Y tienen muchos seguidores, tal vez ayudados por las cuarentenas.  Algunos pueden ser escépticos y pensar que esto es de minorías pseudo iluminadas o de elites. Otros creerán que es algo asociados con el derrumbe o desprestigio de las religiones tradicionales.  Pienso que puede ser más que eso.

                Si fuera cierto, como lo creemos muchos, que la vida que hemos llevado predominantemente hasta ahora centradas en lo material (el consumo), en lo racional (el saber y tener razón) y en el progreso (tener más cosas y títulos) tocó techo con la pandemia, entonces también por eso empiezan a aparecer otras dimensiones hasta ahora olvidadas de una buena vida.  Una de esas dimensiones es la fuerza de las emociones. Así, en bruto: del miedo (hoy a enfermarnos gravemente o morir nosotros o nuestros seres queridos, a perder los trabajos e ingresos), de la incertidumbre (no saber qué va a pasar), del stress, el desamparo, el cansancio, la angustia y muchas otras. Hemos descubierto que no sabemos cómo abordar las emociones ni cómo relacionarnos con ellas: qué son, de dónde surgen, para qué están allí y qué hacer con ellas, especialmente cuando son tan intensas y generalizadas.

Quienes están experimentando con más fuerza eso hoy, creo, son los profesores y estudiantes, en el vasto mundo de la educación donde se forman las nuevas generaciones de una sociedad. Ellos lo expresan como “la necesidad de considerar los factores socioemocionales en la educación”. Si eso ocurriera, y se hiciera bien, tal vez de aquí emerjan mejores personas y una mejor sociedad.  No será inmediato, pero en 15 a 25 años puede llegar a la sociedad entera.

El día que comencemos a equilibrar más nuestras vidas entre lo racional, lo mental y emocional, es posible que también comencemos a ver los mayores problemas sociales de nuestro país y del mundo con nuevos ojos. Ver en particular que el flagelo de la drogadicción, el narcotráfico, la delincuencia y la violencia en general proviene de personas individuales en que el desequilibrio entre sus dimensiones racionales y emocionales superó cierto límite máximo. Son personas desadaptadas que sufren porque no encuentran en nuestra sociedad la felicidad que nuestra cultura les propone y les muestra. Muchos creen que no la alcanza solamente porque no tiene los medios materiales. Pero es mucho más que eso. Cuando las familias o progenitores y la sociedad formen personas más equilibradas y más sabias, probablemente se reducirán esos problemas sociales que hoy prevalecen.

Esto podría comenzar inesperadamente a raíz de la pandemia a través del empezar a incorporar en serio los factores socioemocionales en la educación escolar. Y no ocurrirá por una nueva moda académica en pedagogía, sino por la necesidad de los docentes ante el agobio y stress de enseñar por Zoom y darse cuenta que la vida que llevaban antes en las escuelas no era mucho mejor. También estaban desconectados de los alumnos y pasándolo mal con las materias y formas de enseñar tradicionales. La tarea del momento es apoyar y sostener este movimiento naciente de incorporar factores socioemocionales en pedagogía escolar.

Al terminar de escribir esto, me entero de la muerte de Humberto Maturana, nuestro insigne biólogo, escritor y maestro. ¡Qué coincidencia que haya escogido este tema ahora! Él fue un pionero a nivel mundial en el estudio de las emociones y su consideración en la educación. Tuve el honor de editarle un libro señero para nuestros días con el título: “Emociones y lenguaje en educación y política”. Invito a todos a leer o releerlo en su homenaje, e intentemos aplicar lo que tan sabiamente nos enseñó.

 

Mejor Estado

Ernesto Tironi B.  21-4-21

            Una de las pocas cosas que sabemos con cierta seguridad acerca de la situación que tendremos después de esta pandemia, es que estaremos más endeudados todos – como individuos y como sociedad – y que tendremos que vivir con un Estado mucho más grande.

            Por eso estimo que es de máxima prioridad abocarnos desde ahora mismo a trabajar por tener un aparato estatal de mucho mejor calidad y eficiencia. Es decir, que entregue mejores servicios en plazos más breves (reducir demoras, desde plazos para intervenciones quirúrgicas hasta el largo de la cola para la entrega de pasaportes). También a costos menores (no como los pasaportes), con mejor atención y menos demora de atención del teléfono en las oficinas públicas, más amabilidad y menos discriminación. Y por supuesto mucho menos corrupción.

            Esto abarca muchos ámbitos de la vida social. Desde créditos de Indap, Sercotec o Fosis, hasta el sistema judicial, pasando por las burocracias de cada ministerio hasta el sistema de educación pública.

            A raíz de los retiros del 10%, que han ocupado casi toda la agenda nacional de los últimos meses, ha quedado en evidencia la inoperancia de los tribunales de justicia para hacer cumplir las obligaciones de sus fallos respecto a cónyuges separados por el pago de pensiones alimenticias.  Nos hemos dado cuenta que son millones las madres e hijos/as sufriendo muy dolorosas situaciones no sólo debido a ex parejas poco responsables, sino también debido a un Estado que no es capaz de asegurar justicia, el cumplimiento de sus sentencias y la reparación que debe a sus ciudadanos.

            Un libro que cayó en mis manos estos meses sobre violencia intrafamiliar (Cariño malo, de Rosario Moreno, Ed. Planeta), me abrió los ojos además sobre los millares de mujeres abusadas por sus esposos. Y, de nuevo, otras formas de indolencia del Estado. Por sobre todo me impactaron los testimonios de las víctimas, peritos, fiscales y otros sobre la actual inoperancia del Estado para no sólo hacer cumplir las sentencias, sino para iniciar las investigaciones y para proteger a víctimas tremendamente afectadas, que es casi seguro que van a volver a ser asaltadas o abusadas. Naturalmente esto me hizo pensar en La Araucanía y esos otros abusos. ¿Cómo es que hemos llegado tan lejos, me dije? Pero no nos salgamos del tema con generalidades.

            En ese breve libro hay centenares de testimonios en primera persona, simplemente transcritos por la autora, sobre: La lentitud de los fiscales de tal forma que las causas se arrastran por años, pero no sin consecuencias… permitiendo que subsistan y a veces se agraven los abusos.  Los funcionarios judiciales instando a las víctimas a abandonar los procesos, ya sea para ahorrarse trabajo o evitarse frustraciones… La mala atención o desconsideración en el trato de las personas, tan significativo y delicado en estos casos de abuso. “Las víctimas son tratadas como números y no como seres humanos”, dice una abogada de familia.

 “Nadie pesca mucho a las víctimas”, agrega un ex Fiscal. Los casos pasan por una línea de tramitación igual que las líneas de montaje para fabricar autos. Se van derivando los casos unos a otros. Nadie es responsable o hace cargo. Entonces la víctima no tiene un solo interlocutor y se siente abandonada, desprotegida”.

“La justicia es algo que necesita mejorar mucho en Chile”, es una frase que se repite muy a menudo en todos los estamentos de personas involucradas en este tema, desde víctimas, abogados litigantes, defensores, fiscales y funcionarios.

            Considero que esta consciencia de la necesidad de mejorar la operación de nuestro Estado debiera tener una prioridad muy alta en los programas presidenciales de los candidatos en carrera hoy. Y debiera ser un criterio de mucha prioridad y alta ponderación entre los aspectos a observar nosotros como ciudadanos para decidir a quién elegir. Por suerte hay al menos uno, como es el caso de Sebastián Sichel, que estaría comprometido con mejorar nuestro sector público. Además de todos los demás problemas que nos dejará la pandemia, tener un Estado mucho más grande con las mismas deficiencias que el actual, puede constituirse en la piedra de molino que termine por ahogar nuestras expectativas de llegar a ser un país desarrollado en nuestra generación.

 

Regreso a clases: La oportunidad de los profesores

Ernesto Tironi Barrios.  22-2-21

                Entre las personas más afectadas por la pandemia están los niños y sus familias, especialmente las de más bajos ingresos, con casas pequeñas, hacinamiento y barrios inseguros. Están afectadas en diversos  sentidos y muy graves, como el abandono de ellos, la imposibilidad de salir a trabajar de los padres que deben cuidarlos, por la poca y mala alimentación, las tensiones y peleas en los hogares, violencia, los miedos, stress, abusos sexuales y otros. Hay mucho en juego y para muchas personas en este dilema de si retornar o no a clases presenciales en el actual estado de la pandemia en Chile.

                Por respeto a esas personas creo que no deberíamos permitir que el tema se transforme de nuevo en otra confrontación político-ideológica conducida por algunos partidos o sus organizaciones. Sería mucho que repitiéramos las torpezas hechas por el Estado en la última década en el sector educacional por dejarnos conducir por ese enfoque: el usar para fines político-electorales las preocupaciones que tiene la gente con la educación de sus hijos.  Que eso no vuelva a ocurrir dependerá de todos nosotros, pero por sobre todo de los profesores y profesoras de Chile.

                No volvamos a caer en la trivialización de problemas humanos tan complejos como es el de cómo educar a nuestros hijos, hijas y nietos en estos tiempos, reduciéndolo a otra batalla política sobre qué grupo le gana o no al otro, al gobierno, o quién tiene más razón o apoyo en las encuestas. Voy más lejos: Sugiero considerar que la revolución práctica, operativa y familiar (no política) que implicó la pandemia en la forma de educar a todos los niveles y en todo el mundo durante 2019,  ofrece la posibilidad de que la educación escolar vuelva a su esencia: la formación humana plena de niños y niñas, superando la mera domesticación para la obediencia, la instrucción, el puntaje Simce o el entrenamiento en tests para ingresar a la universidad.  Además postulo que la posibilidad de hacer realidad este sueño de tantos por tanto tiempo la tienen principalmente los profesores y profesoras. Ellos la llevan. Este momento es tanto una gran oportunidad para ellos de reivindicar su rol, tan postergado en las reformas necesarias en la educación, como asimismo es una responsabilidad que no se materializará sin el protagonismo, acción y liderazgo de ellos. Me explico.

                Los profesores chilenos (como creo que casi en todo el mundo) han vivido por muchos años con una muy profunda y explicable frustración de sentir que han perdido su ascendiente y autoridad sobre sus estudiantes y apoderados. Estos últimos suelen ser prepotentes con los profesores de sus hijas. Les reclaman que no hacen que ellas aprendan y se porten bien. Le echan la culpa a sus colegios y profesoras por les insolencias de los hijos. Los profesores y profesoras, por su parte, ven imposible enseñarle a jóvenes indisciplinados, rebeldes, mal educados, groseros, violentos, etc., defectos todos que ellos atribuyen a los padres o a la ausencia de éstos para disciplinar a los hijos.  Hay una división y gran rivalidad entre lo que piensan y dicen apoderados y educadores (más de esto en mi libro, “Transformar escuelas”, Fundación Master7, 2017). En ese entorno el estudiante pasa por encima de ambos. Y hace sufrir a ambos. Pero tampoco eso lo hace feliz a él, como a veces cree. Se siente sólo, confundido, no tiene personas a quienes admirar e imitar de una manera que le haga sentido y le llene la vida. Al final, no le encuentra sentido ir al colegio: ¿para qué? ¿Qué hay para él o ella de valioso allí? Entonces busca una causa a la cual entregarse en la calle: en la droga, la delincuencia, las bandas, los portonazos y ahora último, los saqueos y la Plaza Baquedano.

                Paradojalmente, la pandemia ha puesto en evidencia la posibilidad de cerrar esa brecha entre docentes y apoderados para lograr alcanzar una educación de calidad con sentido. Y ha surgido gracias a la apertura y entrega generosa demostrada por la abrumadora mayoría de los docentes de Chile para trabajar, cuidar a sus alumnas y seguir enseñándoles a pesar de tener cerrados los colegio. Eso ha sido profundamente reconocido y valorado por los apoderados y toda la sociedad. Así lo demuestran las encuestas realizadas por casi todos los establecimientos a sus apoderados para organizar responsablemente la vuelta a clases presenciales. Ahora además ha surgido un amplio consenso en el rol que juegan los valores y la parte emocional en la educación. Es el momento que nuestros docentes nos muestren todo el valor positivo que tienen para que tengamos un país sano y feliz. Demostrémoslo desoyendo los cantos de sirena de politizar el retorno presencial a clases y volvamos, como Ulises, al sitial que a los profesores les corresponde en cada hogar y en una sociedad chilena unida y fraterna.