Mejor Estado
Ernesto Tironi B.
21-4-21
Una de las pocas cosas que sabemos
con cierta seguridad acerca de la situación que tendremos después de esta
pandemia, es que estaremos más endeudados todos – como individuos y como
sociedad – y que tendremos que vivir con un Estado mucho más grande.
Por eso estimo que es de máxima
prioridad abocarnos desde ahora mismo a trabajar por tener un aparato estatal
de mucho mejor calidad y eficiencia. Es decir, que entregue mejores servicios
en plazos más breves (reducir demoras, desde plazos para intervenciones
quirúrgicas hasta el largo de la cola para la entrega de pasaportes). También a
costos menores (no como los pasaportes), con mejor atención y menos demora de
atención del teléfono en las oficinas públicas, más amabilidad y menos
discriminación. Y por supuesto mucho menos corrupción.
Esto abarca muchos ámbitos de la
vida social. Desde créditos de Indap, Sercotec o Fosis, hasta el sistema
judicial, pasando por las burocracias de cada ministerio hasta el sistema de educación
pública.
A raíz de los retiros del 10%, que
han ocupado casi toda la agenda nacional de los últimos meses, ha quedado en
evidencia la inoperancia de los tribunales de justicia para hacer cumplir las
obligaciones de sus fallos respecto a cónyuges separados por el pago de
pensiones alimenticias. Nos hemos dado
cuenta que son millones las madres e hijos/as sufriendo muy dolorosas
situaciones no sólo debido a ex parejas poco responsables, sino también debido
a un Estado que no es capaz de asegurar justicia, el cumplimiento de sus
sentencias y la reparación que debe a sus ciudadanos.
Un libro que cayó en mis manos estos
meses sobre violencia intrafamiliar (Cariño
malo, de Rosario Moreno, Ed. Planeta), me abrió los ojos además sobre los
millares de mujeres abusadas por sus esposos. Y, de nuevo, otras formas de
indolencia del Estado. Por sobre todo me impactaron los testimonios de las
víctimas, peritos, fiscales y otros sobre la actual inoperancia del Estado para
no sólo hacer cumplir las sentencias, sino para iniciar las investigaciones y
para proteger a víctimas tremendamente afectadas, que es casi seguro que van a
volver a ser asaltadas o abusadas. Naturalmente esto me hizo pensar en La
Araucanía y esos otros abusos. ¿Cómo es que hemos llegado tan lejos, me dije?
Pero no nos salgamos del tema con generalidades.
En ese breve libro hay centenares de
testimonios en primera persona, simplemente transcritos por la autora, sobre: La
lentitud de los fiscales de tal forma que las causas se arrastran por años, pero
no sin consecuencias… permitiendo que subsistan y a veces se agraven los
abusos. Los funcionarios judiciales
instando a las víctimas a abandonar los procesos, ya sea para ahorrarse trabajo
o evitarse frustraciones… La mala atención o desconsideración en el trato de
las personas, tan significativo y delicado en estos casos de abuso. “Las
víctimas son tratadas como números y no como seres humanos”, dice una abogada
de familia.
“Nadie pesca mucho a
las víctimas”, agrega un ex Fiscal. Los casos pasan por una línea de
tramitación igual que las líneas de montaje para fabricar autos. Se van
derivando los casos unos a otros. Nadie es responsable o hace cargo. Entonces
la víctima no tiene un solo interlocutor y se siente abandonada, desprotegida”.
“La justicia es algo que necesita mejorar mucho en Chile”, es
una frase que se repite muy a menudo en todos los estamentos de personas
involucradas en este tema, desde víctimas, abogados litigantes, defensores,
fiscales y funcionarios.
Considero que esta consciencia de la
necesidad de mejorar la operación de nuestro Estado debiera tener una prioridad
muy alta en los programas presidenciales de los candidatos en carrera hoy. Y
debiera ser un criterio de mucha prioridad y alta ponderación entre los
aspectos a observar nosotros como ciudadanos para decidir a quién elegir. Por
suerte hay al menos uno, como es el caso de Sebastián Sichel, que estaría
comprometido con mejorar nuestro sector público. Además de todos los demás
problemas que nos dejará la pandemia, tener un Estado mucho más grande con las
mismas deficiencias que el actual, puede constituirse en la piedra de molino
que termine por ahogar nuestras expectativas de llegar a ser un país
desarrollado en nuestra generación.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home