¿Qué nuevo Pacto
Social para Chile?
Ernesto Tironi B. 12-8-21
Diversos analistas sociales han escrito que el desarrollo
acelerado de Chile entre 1990 y el 2010 fue fruto de un Pacto Social, aunque
más bien implícito. ¿Cuál? ¿Entre quienes? Entre el Gobierno de la Concertación
(o de los Partidos políticos de Centro-izquierda) y los partidos políticos de
derecha. El pacto consistió en que la Concertación se auto-limitó en cuanto a la
realización de reformas económicas (o a mantener determinados aspectos del
“Modelo”) y también de reformas políticas (no plantear nuevas reformas
constitucionales). A cambio de eso, la Derecha accedió a una Reforma Tributaria
que elevó sustancialmente los impuestos, gastos públicos y tamaño del Estado.
Obviamente esta es una simplificación extrema, porque habría otros factores y
agentes sociales envueltos. Entre estos últimos estaban, bajo un sub-pacto
implícito, sectores sociales, gremios y sindicatos aliados con la Concertación
y los empresarios aliados con los partidos de derecha.
¿A qué respondió o por qué fue necesario ese pacto implícito
y bajo esa estructura de liderazgo? Creo que, por parte del Gobierno del
momento fue principalmente porque su promesa esencial a su base electoral era
instalar una democracia que funcionara, redistribuir ingresos reduciendo la
pobreza, y para eso necesitaba crecimiento económico y recursos fiscales.
Supongo que la derecha aceptó ese pacto porque así limitaba el daño para ella
de reformas más sustantivas y entrar en otro período de inestabilidad,
incertidumbre y estancamiento económico. Ésta no desconocía que en la
Concertación y alrededores había grupos mucho más extremistas que querían que
se devolvieran todas las empresas privatizadas al Estado, modificar el Código
Minero, terminar las AFPs, etc. Así se llegó a ese compromiso.
A mi juicio en ciertos sentidos la situación que se enfrenta
el país hoy tiene semejanzas con las que llevaron al Pacto de los 90s. Y obvias
diferencias. En otro momento volveré sobre el tema. Aquí, ahora quisiera dejar
señalado, uno, que las condiciones que enfrentamos hacen necesario un Nuevo
Pacto Social para Chile; dos, que será la tarea esencial del nuevo gobierno que
elijamos en noviembre y, tres, que el gran empresariado nacional debiera jugar
un rol mucho más explícito y decisivo del jugado hasta ahora en este proceso
debido a la extrema debilidad política de la derecha.
En la compleja situación enfrentada por el país hoy,
considero que la principal tarea del nuevo gobierno será configurar este nuevo pacto.
Y creo que a él debe convocar en particular al gran empresariado nacional que
controla la mayor parte de la inversión nacional y es muy influyente sobre las
personas de alto patrimonio. El empresariado no podría jugar un rol pasivo ni
secundario como en el Pacto de los 90s.
Se necesitará que ese sector se arriesgue a un nuevo pacto
social. Tendría que partir de un acto de grandeza y generosidad. Quebrar el
estigma de la resistencia de los empresarios a compartir una parte mayor de sus
ingresos y riqueza. Falta esa declaración directamente por parte de altos
representantes de la clase empresarial.
Bastaría que la hicieran las seis a doce personas más ricas de Chile,
que tienen nombre y apellidos conocidos. ¿Y qué podrían empezar a considerar
proponer al nuevo gobierno? Algo que diga más o menos así: “Nosotros nos
comprometemos a aceptar y pagar más impuestos y elevar la inversión en Chile
(no sólo mantenerla) en los próximos tres años a cambio de que Ud como gobierno
consiga eliminar la violencia social que ha existido desde Octubre del 19 y tal
vez algo más (no mucho más)”. Nada de exhortaciones morales, llamados, ni
amenazas de uno al otro. Un negocio; un pacto: yo te doy, tú me das. Cada uno
da lo que está en sus manos lograr, a cambio de recibir lo que está en las
manos del otro conseguir. Los
empresarios invertir, generar empleos; el gobierno hacer buenas leyes y
hacerlas cumplir. Para eso, éste último deberá recuperar su legitimidad
negociando con los sectores sociales emergentes las condiciones para esa tregua
y pacto por tres años. Probablemente un componente clave de este segundo sub-pacto
simultáneo y paralelo, sea fondos públicos y normas para mayor protección
ambiental y una economía circular. Una economía más ecológica, energías
limpias, reciclaje y menos producción y consumo superfluo.
Nos aparecen entonces dos preguntas
claves que responder: ¿Cuál de los candidatos a presidente, de resultar elegido,
sería más capaz de alcanzar un Pacto Social como el que Chile necesitaría hoy?,
y ¿Estará disponible ese mínimo de grandes empresarios para atreverse a tomar
el riesgo de ese pacto por al menos tres años?
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