Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

domingo, septiembre 12, 2021

 

                            Corrupciones, engaños y la sociedad que creamos                                                     

Ernesto Tironi B.  9-9-21

Hace ya décadas que nuestro país padece una grave falta de confianza de las personas en los demás, en las autoridades y en las instituciones que nos rigen. Las noticias de la última semana vienen ahora a empeorar esa lamentable y peligrosa situación. Digo peligrosa, porque esto ocurre en un momento crítico de nuestra historia, en que estamos abocados a diseñar una nueva constitución que mejore nuestras formas de convivencia.

                A la corrupción generalizada en muchas municipalidades desde hace tiempo, se ha sumado la acusación a un alcalde por muchos años de una de las más ricas del país. Por otra parte, hemos sabido que un joven constituyente fue elegido sobre la base de mentiras flagrantes sobre su salud. Otra figura nueva pretendió presentarse de candidato a presidente mediante firmas falsas. Y ahora se sabe de más de una decena de constituyentes, los mismos que han escandalizado al país empezando por subirse los sueldos, que no renunciaron a quedarse con subsidios por la pandemia destinados a personas pobres sin sueldos.

                ¿Qué está pasando? ¿Cómo salimos de esta tendencia tan destructiva para la convivencia juntos en el país? ¿Será acaso recordando las consecuencias nefastas que acarrean estas conductas tan poco éticas que observamos? ¿O tendrán que venir situaciones más graves para que al fin reaccionemos?

                No tengo respuestas. Pero sí considero que es tiempo de hablar más y distinto de este tema. Primero, recordar todas las nefastas consecuencias de estas distintas formas de abuso y corrupción. Por ejemplo, del enojo y molestia que todo esto genera. ¿Cuánto habrá contribuido a magnificar al Estallido de Octubre? Otro daño en el caso del deporte y salud en Vitacura ocurre sobre el respaldo a esas modalidades de asociación entre organismos públicos (en este caso la municipalidad) con prestadores privados (médicos, psicólogos, dentistas, etc.) que permiten reducir los costos de esos servicios. Con esa sola mala práctica se desprestigian todas modalidades tipo concesiones. Entonces nos quedamos con sólo dos extremos: la atención privada a la que pueden acceder sólo los ricos o la estatal para los más pobres. Los damnificados: todos, y en especial los grupos medios.

                Lo mismo ocurre con los abusos de los jóvenes constituyentes. Los mismos que exigen más gastos del Estado para garantizar derechos dan muestra de los abusos a que se presta ese asistencialismo estatal. No tienen ninguna consciencia, ni dan el ejemplo, ni se hacen cargo de que es a ellos a quienes corresponde verificar si cumplen con los requisitos para obtener las ayudas. Y renunciar a ellos si no los cumplen. Por el contrario, le echan la culpa al organismo estatal de no actualizar los datos. ¿A personas con esa ética y sentido de responsabilidad le estamos entregando el encargo de redactar las normas básicas de nuestra convivencia en sociedad?

                La segunda consecuencia de estas conductas es la conclusión que sacan de ellas muchas personas: a saber, “que yo también tengo el derecho a burlar las condiciones para obtener beneficios del Estado”. “Si ellos, que son autoridades, lo hacen; ¿por qué no yo?” He sabido además de jóvenes que por primera vez habían votado, y por estos candidatos que venían a terminar con los abusos, que ahora dicen: “Son de los mismos; no hay caso. Dudo que vaya a votar por ninguno para las próximas elecciones”.

                Una tercera consecuencia de la creciente falta de confianza en lo público y social, es la reacción a encerrarse de las personas en sus grupos cercanos y familias. Así se empobrece toda la vida en sociedad. Se aumentan las distancias, se frena el acercamiento de las personas como seres humanos y las posibilidades de conocerse y encontrar nuevas formas mejores de convivir en paz en el país.  Es importante constatar que estos abusos no son exclusivos de gente de una sola tendencia política o ideológica. Es algo ya generalizado. No debiera haber excusas entonces para justificaciones ideológicas ni defensas corporativas.

                Podríamos intentar profundizar en el origen de la creciente corrupción y abuso por parte de personas en posiciones de poder o autoridad en Chile. Pienso que puede estar principalmente en la cultura que nutre el sistema materialista, consumista y capitalista de vivir que cada vez se extiende más; esta cultura centrada sobre todo en el tener más, progresar sin límites y sentirse superior a los demás. Pero prefiero no entrar en este tema.

                Mejor preguntarse, ¿qué hacer? Creo que lo principal que debemos hacer es no resignarnos. Hacer lo que podamos, aunque sea cosas mínimas y sencillas, como hablar más de esto que nos está pasando. No seguir corriéndonos o justificando casos por motivos A, B o C. Darnos cuenta que esto es algo en que estamos afectados todos. Se da en nuestras relaciones. El exceso de abusos, corrupción, ocultamiento, medias verdades y mentiras no es algo que tiendan a hacer sólo personas muy distintas a nosotros con las cuales no tenemos nada que ver o que vivan en otro mundo. Las han hecho (y tal vez siguen), personas de nuestra misma religión, de los mismos partidos políticos, organización, empresa, vecindario, profesiones y colegios. No es un tema sólo de “otros”. ¿Cómo hemos reaccionado al saber de casos cercanos? Tal vez contribuimos más de lo que creemos a que prevalezcan estas conductas repudiables con la forma en que nos situamos ante ellas para desentendernos, alejarnos, “corrernos” o subrepticiamente justificarlas.

Y, sobre todo, ante estas circunstancias tan deprimentes o pesimistas que nos toca vivir, no dejemos de buscar lo que haya de positivo en lo que ocurre. En este caso creo que algo positivo es el rol jugado por la prensa. A diferencia de cierto espíritu de rebaño, alarmismo y repetición de interpretaciones políticas superficiales que siguió al Estallido de Octubre, esta vez la verdad surgió de reportajes y entrevistas bien hechas. Es útil que celebremos y valoremos tener una prensa libre y efectiva.  Otra cosa positiva que recordar: que tengamos democracia y elecciones libres y periódicas. Nos da la oportunidad de votar por personas con estatura moral y ética ahora en noviembre. Celebremos no habernos ido todavía por el camino de Cuba y Venezuela. Hay esperanza.