Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

jueves, junio 18, 2020


                         

  La  escuelas: ¿Recurso para frenar el virus?

Ernesto Tironi B.  18-6-20

         Ya parece claro que el virus nos va ganando el partido. Al principio parecíamos ir punteros, pero a esta altura sube fuerte el número de contagiados y fallecidos. Lo obvio entonces es cambiar la estrategia que se estaba usando.

        Sugiero que necesitamos pasar de la Macro-curación a la Micro-prevención. Me explico. Hasta ahora la estrategia y los énfasis se pusieron en evitar que la gente contagiada se muriera y para eso se multiplicaron el número de ventiladores o respiradores mecánicos y camas hospitalarias. Eso se hizo bien, pero no bastó. Los contagiados fueron muchos más de los previstos  y,  por mucho que se hayan  aumentado esos medios, no alcanzan. De lo que se trata ahora entonces, es entender porqué los contagiados fueron tanto más que lo anticipado, y actuar en función de esa nueva comprensión.
         Mis hipótesis son que la mayoría de contagios están ocurriendo en las comunas urbanas de familias de menores ingresos. Y segundo, que eso ocurre por la falta de ingresos que los obliga a salir de casa; pero no sólo por eso. También pasa por falta de comprensión de la gravedad de la epidemia, de lo que deben hacer para no contagiarse y por falta de medios para poner en práctica algunas de las conductas de debieran tener, como por ejemplo aislar a los contagiados dentro del hogar. Falta educar en cuidado propio y de los demás.

           ¿Qué hacer para cambiar esta situación?    
         Sostengo que hay que actuar a nivel de las personas en sus barrios, antes que en los hospitales.  En esto no pretendo atribuirme ninguna originalidad. Lo clave es cómo hacerlo. O sea responder bien las preguntas, ¿quién puede mejor identificar y llegar a las familias que no están cuidándose? Y segundo, ¿ lograr qué y cómo con ellas?
        Algunos piensan que quienes deberían hacer eso son los consultorios. Sí, puede ser. Pero mucho mejor sería si además, ellos llegan  de la mano con quién está habitualmente más cerca todavía y conoce a la mayoría de la gente en los barrios: la escuela y su personal. Anticipo algunas objeciones que se me harán de inmediato. Uno, la escuela no tiene personas para eso; no es su misión.  Dos, no tiene la infraestructura.
     Todas esas objeciones son ciertas,  pero, ¿serán motivo suficiente para no examinar las posibilidades que tienen las escuelas de ayudar a detener los contagios, dada la enorme magnitud que ellos están alcanzando en las comunas pobres y la imposibilidad que habrá en los hospitales atenderlos y salvarlos de seguir llegando en las cantidades que se proyectan?  ¿Hay acaso alternativas mejores?

     A las objeciones planteadas  respondo no con palabras sino con hechos: muchas escuelas ya  están haciendo hoy día eso que se dice que  ellas no podrían o no deberían hacer. Estas semanas he ido sabiendo cómo el personal de muchas de ellas - desde directoras y profesores hasta asistentas -  se han organizado para ir en ayuda de los las familias de sus estudiantes. Desde pasarles plata para comprar gas licuado a las que no tienen para poder cocinar, hasta arrendarle una pieza a tres niños que son abusados por su papa. ¿Cómo se supo que eso estaba pasando? Porque sus profesores conocen las situaciones, la presidenta del centro de alumnos le contó a la Directora que la Juanita estaba llorando, la asistente vio la cara del José cuando llegó a buscar las Guías de Estudio...etc.    Las profesoras saben también que en la casa de la Eveline está toda la familia contagiada; que donde la Yoly el abuelo está mal, pero no pueden aislarlo por falta de otro dormitorio.
           ¿Estoy acaso insinuando que la escuela se transforme en un Consultorio o Residencia de Acogida? No necesariamente. Lo que sugiero es, primero, que abramos la escuela al barrio y a la comunidad, para ayudar en lo que consideren adecuado sus directivos junto con los dirigentes locales: la Directora de la Escuela, con dirigentes de la junta de vecinos, el centro de alumnos, y la gente del consultorio. Segundo,  pongamos en relación a la escuela con los consultorios, el sistema de salud y los sistemas de apoyo gubernamental.
         Permitamos y alentemos que descubran ellos  juntos diversas formas de enfrentar los agudos problemas que están sufriendo. Démosles libertad.  Las escuelas tienen cocinas;  hagamos allí la olla común si es necesario. Y aprovechemos que se hace allí, para tomar la temperatura de cada persona que entra y se le advierte al que puede estar contagiado. Que allí se les enseña a cuidarse o lo acompañen al Consultorio, como lo hacen habitualmente en la escuela cuando toda las semanas le llevan algún niño que se quiebra un tobillo jugando futbol. Con estos ejemplos quiero mostrar que ya existe en las poblaciones una red de  relaciones a nivel local que se puede poner hoy al servicio de detener el virus a nivel Micro-preventivo. Si, mal que mal, recién la semana pasada el personal del consultorio estuvo vacunando niños en la escuela.

          Hasta ahora, el sistema  educacional ha sido visto como parte del problema y no de la solución de la pandemia. Las escuelas se han visto como un lugar donde más gente se podría contagiar. Pero también podrían frenar contagios.  Las escuelas son mucho más que salas de clases. Por definición son comunidades de personas con un nivel de conocimiento y consciencia normalmente superior al promedio de sus entornos de apoderados y estudiantes. Ellos tienen mucho más que aportar a la comunidad, aparte de enseñarles lectura, matemáticas y ciencias a sus alumnos. La mayoría de los docentes y directivos escolares de Chile son peronas generosas y responsables, que tienen una gran vocación  por ayudar a los demás. Esta es una oportunidad de aprovechar sus talentos y así ayudarnos todos a superar este difícil momento.



Ventiladores y Voluntades
Ernesto Tironi B.  5-6-20
       
                         Entre los tantos mensajes que uno recibe y lee por el Ws en estos tiempos, me llegó uno que me  parece una buena metáfora para entender algo de lo tanto que nos pasa con esta pandemia. Se trata de una historia (no sé si verídica) de la Segunda Guerra Mundial. Cuentan que durante ella, los aliados estudiaron qué partes de sus aviones recibían más orificios de balas nazis. Así decidieron reforzar esas partes más golpeadas. Era una deducción lógica; allí tenían que concentrarse para proteger los aviones. Pero un matemático, A.S. Wald, llegó a una conclusión diferente: los puntos mapeados reflejaban las partes más dañada sólo  de los aviones que regresaban. Las áreas que se debieran reforzar son las no marcadas, dijo, porque esos son los lugares que, al ser golpeadas, hacen que el avión no pueda regresar. El final de la historia ya la sabemos: el triunfo sobre el totalitarismo nazista se logró principalmente por la mayor capacidad aérea aliada. Mi pregunta es, ¿Qué no estamos viendo  nosotros que ha hecho que la gravedad de la epidemia se haya disparado muy por sobre lo esperado? ¿Qué habrá que reforzar de la estrategia usada para ganarle al virus?
             
          Mi explicación,  bien a diferencia de la última columna de Carlos Peña el domingo pasado (“Las razones de un desastre”),  es que no estamos considerando lo suficiente el comportamiento de las personas de carne y hueso, especialmente de la mayoría más modesta de nuestro país. Me refiero a esos hombres y mujeres, jóvenes y mayores que viven en familias con menos de 580,000 pesos al mes  en La Pintana, San Bernardo, Hualpén, Caldera, Quilicura, Alto Hospicio, etc.etc. ¿Qué entienden y cómo interpretan  esas personas lo que está pasando, lo que le piden las autoridades, lo que tienen que hacer?  Porque, una cosa es la “torpeza comunicacional de la autoridad”; otra cosa es qué escucha y entiende la gente en concreto, especialmente la más sencilla y humilde. ¿Entenderán ellos los anuncios y recomendaciones de las autoridades igual como lo espera el vocero? ¿O como las entienden o interpretan los abogados, los economistas con postgrados, los doctores, los funcionarios públicos, los dirigentes, parlamentarios, etc., que viven en las Condes, Ñuñoa, Providencia o Jardines del Sur de Antofagasta?. ¿En quiénes estarán pensando o teniendo en mente los responsables de la Moneda cuando diseñan sus estrategias y sus formas y encargados de comunicarlas?  Estas últimas semanas va apareciendo que aquí estaría el problema principal… ¿no se estarán reforzando las partes del fuselaje equivocadas y por eso se están cayendo tantos aviones?
                           
         Pienso que respecto a las estrategias y formas de enfrentar esta pandemia uno puede distinguir dos tipos. Una centrada en los Ventiladores mecánicos o los respiradores artificiales para impedir que se muera la gente enferma. La otra es la centrada en la Voluntad y las conductas de las personas individuales, en sus comportamientos para favorecer o evitar contagiarse a sí mismas y a otros. Esto que digo no es ninguna novedad. Además tengo claro que son dos estrategias que no sólo pueden,  sino que deberían usarse simultáneamente y complementarse. El Ministro Mañalich y muchos médicos y autoridades lo han señalado o trasmitido insistentemente. ¿Pero cuánto lo habrán entendido bien la mayoría de los chilenos? ¿Cuánta atención han puesto los voceros en la persona que los está escuchando; en lo que está o no está entendiendo de lo que dicen. Éste es el punto central que sugiero considerar.
               
            Gobernar no es sólo diseñar las estrategias y políticas  correctas. Otra parte central es considerar en ellas a las personas a quienes están dirigidas, para asegurarse que se comporten con esas estrategias en la forma esperada para conseguir lo buscado. Esto implica que la política correcta es la que toma en cuenta cómo la gente tiende a comportarse, tanto antes, durante y después de la aplicación de esa específica política pública o social. Son dos lados de una misma moneda: medida técnica y comportamiento de personas. Una cosa no puede ir sin la otra y es dinámica: cambia de momento a momento, influyendo una sobre la otra, y además ambas son afectadas por terceras fuerzas de su entorno.
               
            En el caso de esta pandemia en Chile, postulo que la gran omisión de la Estrategia de Gobierno hasta ahora ha sido centrarse demasiado poco en las personas y su comportamiento para evitar o reducir contagios. Tanto como se debe haber gastado en tiempo, dinero, llamadas telefónicas, tele conferencias e investigaciones para identificar quién vendía los mejores ventiladores mecánicos en China, podría haberse gastado en encuestas para saber mejor que estaban y están entendiendo que son las formas de no contagiarse con el famoso virus las personas viviendo en Lo Espejo, Pudahuel, Población Dávila, La Bandera, Alto Hospicio, Angelmó, etc.
             
             Gobernar es educar. El lema del gobierno de Pedro Aguirre Cerda en los años 40 del siglo pasado,  sigue más vigente que nunca en Chile y especialmente a raíz de esta pandemia. Tenemos que educar a tres niveles, muy interrelacionados: primero, a nivel de nuestras autoridades y sus formas de comportarse, de hablar, de actuar. Ellas dan el ejemplo, y la gente, especialmente más sencilla,  aprende más con los ejemplos que con las palabras. Por ejemplo (valga la redundancia), el de la Primera Ministra de Nueva Zelandia, quien cumplió un tiempo de cuarentena en sus casa muy al principio de la epidemia. ¿Cuánto más habrá enseñado eso a los neozelandeses para hacerles más responsables de cuidarse? En cuanto al hablar: compárense los discursos de Merkel a los de Piñera. Una con mínimo de aspavientos de haber planificado antes y que estaban preparados para todo. Y sobre todo llamando a sus compatriotas a  hacerse responsables cada uno como personas de cuidarse,  apelando a ser solidarios con no contagiar a otros, a guardarse por consciencia propia y no por obligación de un decreto (que ella se negó a implantar para los mayores), y tampoco por miedo a la cárcel o a una multa. En cambio, otros no le hablan a las personas; a sus corazones. Hablan de estadísticas y datos, de número de ventiladores llegados y en camino, de más camas UCI, comparado con ayer, tasas de contagiados por habitante, etc, etc. ¿Qué le dice eso a la mayoría de la gente que escucha eso? En el mejor de los casos probablemente cosas como: “Bueno; están a cargo”.  Pero ¿qué debe hacer ella a raíz de lo que escucha?  Creo que es más esto, tan simple, la causa de nuestros problemas actuales. Mucho más que las teorías de la anomia de Peña, o la “falta de sujeción a normas y a las instituciones”.
         
         El segundo nivel al cual nos falta educación es como sociedad. El nivel de nuestra cultura como chilenos. La de hacernos nosotros responsables, y no esperar todo del Estado o “del sistema”. Así vemos el mundo; buscando culpables fuera de nosotros ante cualquier dificultad o problema. Con poca iniciativa para buscar soluciones propias; automáticamente nos vamos más bien sólo a encontrar explicaciones o justificaciones de por qué nosotros mismos no podemos hacer nada. Así caemos en una cultura de vivir en la resignación. Todo esto agravado por un periodismo de poco nivel investigativo propio, que se limita a la farándula o a repetir lo dicho por las autoridades y sus toneladas de datos, estadísticas y comparaciones. Por último, también afectados últimamente con la expansión de la ideología de los derechos sociales que corresponderían a la gente, bastante por sobre las obligaciones que tenemos. Hoy vemos los frutos de eso traducidos en número de contagios, y tal vez de muertes.
  
              Y el tercer nivel es de la educación recibida por nuestros jóvenes en nuestro sistema educacional, tanto escolar como superior. Esto da para largo. ¿Cuánto aprenden nuestros jóvenes en las escuelas a ser solidarios, respetuosos de los demás, responsables con ellos mismos y con su país, su barrio, el cuidado de los bienes públicos (incluido medios de transporte), la limpieza de las calles, sus plazas, veredas y carreteras por donde circulamos? ¿Cuánta dedicación dan nuestros profesores a formar a sus estudiantes en esos valores, junto con la honestidad y el cumplimiento de obligaciones? ¿Cómo sorprenderse ahora que la epidemia se desborde? Es que no es cosa sólo de ventiladores. Es también cosa de movilizar voluntades, las cuales se pueden formar en todos los seres humanos. Toma un poco más de tiempo que fabricar ventiladores, pero se puede hacer. A eso llamamos también educación. Pero hay que ver su importancia; como el lugar donde el fuselaje del avión que somos como país debe reforzarse para volar alto como personas y sociedad.


Presupuesto Base Cero:  Revolución mayor
Ernesto Tironi  B. 21-5-20

                La cosa se puso seria. Hasta hace unas semanas, los chilenos parecíamos “ir ganando” la carrera por escapar bien de la pandemia.  Pero era sólo ilusión o ignorancia,  construida sobre la base de comparaciones ligeras con otros países. Pongámonos serios también sobre cómo mejorar nuestro país,  que hace rato dejó de ser un modelo. Seamos también más prudentes, no perdamos el optimismo y concentrémonos en apoyar las cosas buenas y en los asuntos más esperanzadores.
                El principal que quiero destacar esta vez fue el anuncio la semana pasada del Ministro de Hacienda de que presentará - ahora en septiembre -  un Proyecto de Ley de Presupuesto Público de Base Cero para el 2021.  Como muchos  temas importantes,  este ha tenido casi cero cobertura de prensa. ¿En qué consiste?
                Consiste en cambiar el criterio que se usa de base para elaborar el presupuesto. En el caso ideal, se trataría de que cada partida de gasto se vuelva a justificar como si estuviera partiendo de cero. O sea, que nada (o el mínimo posible) se gaste “porque así se ha hecho siempre”, o así se lleva haciendo hace tiempo.  En las palabras del Ministro Briones, “El problema  es que llevamos décadas construyendo el presupuesto sobre la base de la inercia. Esto significa que básicamente se define el gasto del presupuesto en función de lo que ha sido siempre en el pasado. Se le suma un poco por aquí, otro poco por allá, pero mantenemos esencialmente la misma estructura de siempre” (Video del 13-5-0).
                Corresponde por lo tanto a una revisión profunda de gastos públicos tal que permita ELIMINAR gastos que no se justifican hoy, ahora ni el próximo año,  por más que hayan sido justificables en el pasado, porque hoy existen condiciones distintas e inéditas de escacez, hambre y desempleo.  Es decir, hacer en el Estado lo mismo que ya están haciendo millones de familias y empresas:  ajustar nuestros gastos a los menores ingresos que tenemos y tendremos.  Habrá que comer más sencillo, decir adiós a los asados de carne con harta cerveza; a  los viajes cada wiken largo, etc. Habrá que ayudarle a la hija que se quedó sin trabajo, comenzar a pagarle el colegio a los nietos, etc. ¿Con qué plata? Bueno sacándola de otras cosas en que gastaba antes:  muchos conciertos caros, ropa de marca, los últimos gadgets de moda, etc. Esos eran lujos que podía darme antes de la pandemia. Ahora tendré que dejarlos, junto con otras cosas, hasta que vuelvan  (si es que), los viejos tiempos.
                ¿Cuáles son ahora los gastos que puede dejar de hacer el ESTADO  para pagar los alimentos que deberá distribuir entre quienes no les alcanza para comprarlos,  para los nuevos subsidios a las familias y los programas de empleos que habrá que crear?  Hay muchos gastos del Estado que podrían reducirse sin grandes perjuicios. Muchos más de lo que muchos creen.  El motivo es que cuando había plata porque el país crecía, se creaban programas “sin fijarse mucho en gastos”. Por ejemplo, plan de vacunas para mascotas operado a través de las municipalidades, pero que implica tener gente contratada, compra de vacunas, movilización, etc, etc. ¿Se sigue justificando eso hoy? Y así, hay cientos de programas, que involucran un valor que se ha estimado en 3,000 millones de dólares; es decir como un cuarto de lo que hasta ahora se estima necesario gastar por parte del Estado para ayudar a salir de la pandemia.  No me detengo más en este punto ahora, porque ya lo abordé en parte en mi última columna aquí. (Ver “Evaluación de Proyectos e Instituciones”, Dirección de Presupuestos, www.dipres.gob.cl/597)
                 Hay cuatro o cinco fuertes motivos para apoyar con la máxima fuerza esta iniciativa crucial del Ministro de Hacienda. Primero, porque es lo correcto técnicamente. Es el modo más conveniente de conseguir fondos para destinar a las ayudas sociales urgentes. Otras fuentes tienen mucho mayores costos, como sería elevar impuestos o que el Estado se  endeude más.  Esto último dañaría a las empresas, reduciendo más el empleo y la inversión. Sería desvestir un santo para vestir otro. En cambio, cerrar los programas fiscales  obsoletos o insuficientes es desvestir  fantasmas que ya deberíamos haber dejado ir hace tiempo, pero permanecían encerrados en el closet. El Presupuesto de Base Cero es la forma de  sacarlos de los closets, y de los de varios ministerios.
                Segundo,  tenemos que sacar algo bueno de esta pandemia: aprovechar  las nuevas, trágicas y urgentes necesidades para cerrar programas públicos injustificados que son un lastre, un peso para la economía,  impidiéndole crecer y corregir mejor las desigualdades sociales. Esta es una oportunidad única para avanzar la indispensable tarea de modernizar el Estado.
                El tercer motivo para impulsar fuerte AHORA  esta iniciativa, es que los grupos de presión que han defendido y protegido año tras años esos programas de gasto público deficientes y mal evaluados, pueden estar más débiles en estos momentos. Hay que aprovechar entonces la coyuntura.  Esos programas subsisten porque tienen defensores poderosos: son ciertos parlamentarios/as  y funcionarios/as  públicos y operadores políticos asociados a ellos/as. El mecanismo (o negocio) consiste en que los parlamentarios tienen programas “propios” cuyos beneficiarios son sus potenciales electores (o re-electores), a quienes cada año entregan sus beneficios “en persona”. Y favor con favor se paga… ¿Cuándo van a terminarse programas que permiten a quien necesita sus votos aparecer resolviendo demandas de sus vecinos con fondos que no son propios sino del Estado?  Hay informes de centros de estudio especializados que demuestran esto con detalles y hasta nombres, como por ej el Observatorio de Gasto Fiscal.  También reportajes de prensa como “¿Quién fiscaliza el Gasto Fiscal?” (El Mostrador, 24-9-19).  Hay que aprovechar entonces este momento de desprestigio de los parlamentarios, del impulso en contra de las re-elecciones y de interés de muchos por ir a la constituyente,  para terminar en octubre con muchos programas públicos hoy día ineficientes e injustificados.
                En cuarto lugar, tenemos como ministro de Hacienda a uno de los mejores comunicadores sociales que ha ocupado ese cargo en mucho tiempo. El Ministro debiera llevar este tema a cada casa y familia chilena, a las calles y plazas, explicándole bien a la gente cuántas canastas familiares y empleos podrían crearse  con cada Programa Público ineficiente que se cierre.  Esto no es difícil de hacer para él. El video en que el Ministro explica esta medida en Twiter es brillante. Esa presentación podría hacerla en Cadena Nacional cuando entregue el Proyecto de Presupuesto al Congreso.
                El Ministro Briones podría ser de los primeros en sacar la discusión del Presupuesto Público del claustro oscuro de las Comisiones del Congreso, los economistas y lobistas, para llevarlo al pizarrón de la opinión pública. Iluminar y  ventilar bien cada programa para que se demuestre con evidencias que se justifica seguir con cada uno en las actuales circunstancias del país. Él podría ser el primero en dar la cara a la gente si quiere avanzar en lo que pretende. Tiene las condiciones; él debería estar en vez de otros en todos los matinales y noticieros en octubre próximo. No se va a repetir la oportunidad de llevar a cabo una de las más revolucionarias innovaciones que necesita el Estado chileno.