Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

lunes, septiembre 19, 2022

Interpretaciones y conductas post Rechazo

                                               Interpretaciones y conductas post Rechazo


                                                           Ernesto Tironi B. 8-9-2

 

 

Las interpretaciones que los humanos hacemos de los acontecimientos que enfrentamos en la vida son determinantes significativos de las conductas que seguimos. También en lo social y político, cuando ellas se popularizan. Pensemos cuánto del proceso que dio lugar a la redacción del texto constitucional que votamos el 4 de septiembre se basó en la interpretación que se generalizó después del Estallido social de octubre del 19. Ella decía: “Su causa fue la desigualdad” (¡sic! ¿eso quemó las estaciones del Metro?) “Los chilenos quieren mayor igualdad económica, un cambio del modelo y una nueva constitución que garantice derechos sociales”. Al surgir miles y finalmente millones que hicieron propia esas interpretaciones, a las cuales diversas personalidades públicas le fueron agregando otras, se generó un tipo de energía o fuerza colectiva que condujo a la elección de determinado tipo de constituyentes, luego a Boric como Presidente y a determinado texto final.

 

¿Qué interpretación básica irá a prevalecer al final del categórico resultado en favor del rechazo del domingo 4? ¿A qué conductas inducirá?

 

            Algunos pueden concluir de allí que ese resultado se debió sólo a que la gente no entendió lo propuesto, a las fake news y engaños de la derecha, a que el gobierno no pudo hacer campaña (¡sic!, como dijo el embajador en España) o al dinero puesto por los empresarios. Por lo tanto, la conducta a seguir sería continuar defendiendo el texto de la Convención y la implementación íntegra del programa de Boric. Esta es la interpretación del Partido Comunista y de algunos del Frente Amplio.

 

            En el extremo opuesto otros pueden interpretar el aplastante 62% y casi 8 millones de votos como significando que esa mayoría del país quiere, como dijo también un senador PC, que “estamos contentos con este modelo, Chile funciona bien así y queremos seguir igual que los últimos 30 años”.

 

            Entremedio, existe otro significado – entre varios - que se puede dar al resultado del 4-S. Sería: “Chile quiere cambios graduales y bien hechos, con cuidado y responsabilidad, especialmente en pensiones y salud para empezar”. Probablemente, esta última sería la interpretación escogida por una mayoría de la población. Pero cuidado; eso no le quita el carácter de interpretación, ni la transforma en una verdad o certeza permanente. Cuidado; la izquierda política y los convencionales ya se equivocaron al seguir con su interpretación del Estallido del 19 durante todo el 2021 hasta este 4 de septiembre del 22.

 

            El exceso de ideología tiene esa característica de dejarnos atrapados con una cierta interpretación cuando las circunstancias que le dieron una posible validez en un momento dejan de prevalecer. Es el caso del marxismo, cuando la mayoría de los trabajadores en la sociedad dejan de ser obreros y ni siquiera asalariados. Lo mismo ha pasado con el neoliberalismo, cuando el tamaño y recursos de las empresas impiden la competencia o llevan a niveles y formas de producción que destruyen el medio ambiente o formas de vida sanas, cuando no operan con ética y en un marco legitimado social y políticamente. 

 

            Personalmente creo que el principal significado de la sorpresiva y abrumadora votación por el rechazo es que la mayoría de los chilenos quiere cambios pero graduales, etc. Es lo que plantearon principalmente los “Amarillos por Chile”. Pero no se trata de tomar esto como “la verdad” permanente y salir corriendo a sacar conclusiones y acciones a emprender. Habría que verificar más. Es probable que nunca sepamos bien por qué tantos votaron Rechazo. Lo más seguro es que fue por muchos motivos distintos, mezclados, e incluso contradictorios. Lo mismo que ocurrió con la “Marcha del millón” después del Estallido del 19 que indujo a tantos a engañarse mucho. No podemos repetir ese error.

            Es tentador deducir, por ejemplo, que la gente quiere menos polarización y de allí que vaya a surgir un apoyo masivo a personeros del centro político. Puede ser; pero no está dado. Hay que escuchar más antes y construir la interpretación correcta del significado de la “Votación masiva del 4 de septiembre”. Empezando por dar un nombre más glamoroso a ese evento, como fue el inventado por la izquierda de “Estallido social”, que le dio tantos dividendos posteriores. 

 

            Por ahora, preocupémonos de construir esa interpretación, probarla, escribirla y difundirla para hacerla con la gente. Darle margen para que vaya cambiando con los nuevos acontecimientos que surjan del contexto político, social y económico nacional e internacional. 

 

Sí, creo que es apropiado ir constituyendo un movimiento político de centro con todos los grupos y fuerzas que trabajaron por el Rechazo con un ánimo positivo, con amor y cuidado por Chile. La legitimidad de este movimiento provendría de la mayoría de esos 8 millones de votos. Casi el doble de los que sacó Boric (4,6m). No provendrían del Estallido, su violencia ni de una interpretación minoritaria de ella en que basaron su autoridad los convencionales. Ese movimiento de centro puede ser nuevamente clave para obtener pronto un Apruebo de más del 60% de nuestros ciudadanos cansados que buscan principalmente vivir en paz.

Para una Constitución 2.0

Para una Constitución 2.0

Ernesto Tironi B. 25-8-2

         Si de algo estamos seguros para después del Plebiscito, es que se deberá continuar el proceso para proponerle un nuevo texto constitucional al país. Las dudas principales serían dos: primero, si se continuará a partir de un Rechazo o Apruebo del texto de hoy. Y segundo, cómo se continuaría, si eligiendo nuevos convencionales, si elegidos igual que antes o no, si convocar a expertos, etc. Lo clave, me parece ser, ¿qué llevaría a una mejor Versión 2.0 que sea aprobada por una mayoría sustantiva, tipo 65%?

         No da lo mismo que gane Rechazo o Apruebo por el hecho de que el proceso vaya a continuar. Si gana Apruebo los cambios serán mínimos y la implementación al máximo en brevedad de plazos y contenidos. El parlamento estaría más inclinado a dictar leyes de implementación más favorables al texto actual. Esto impulsado además por la energía y euforia del gobierno desatada después de un triunfo difícil. Pienso que una mayoría de los electores no quieren eso y por eso ganará el Rechazo. La etapa siguiente es cómo continuar desde allí el proceso para que la Versión 2.0 genere más aprobación.

Para decidir eso, sería conveniente especificar qué hemos aprendido del esfuerzo hecho hasta ahora. Por mi parte destacaría: 1) Es muy complejo diseñar una buena constitución y conseguir que sea aprobada por una mayoría sustantiva. 2) El electorado chileno no aprobará cualquier constitución, incluso aunque se diga equivocadamente que viene a reemplazar una hecha por cuatro generales. 3) La aceptabilidad de un texto no dependerá sólo de la legitimidad de origen de los convencionales redactores, ni del esfuerzo que le hayan puesto a la tarea. Necesitan probablemente también otras habilidades o competencias como capacidad de diálogo, apertura, conocimientos técnicos y experiencia práctica. Como éstos, debe haber más criterios que considerar para un mejor nuevo proceso.

Con respecto a los contenidos necesarios para una buena nueva constitución, es decir, una que nos una y suscite un respaldo claramente mayoritario y deje espacio y no heridos a los minoritarios, estimo fundamental que el texto propuesto no genere tanta incertidumbre a nuestra cansada población. Y además que atienda más directamente los problemas que la gente estima prioritarios en su vida cotidiana. Me refiero a los problemas de delincuencia, empleo, atención de salud, educación y pensiones. Que asegure derechos como los propuestos, pero junto con facilitar los medios, también económicos, para hacerlos reales.

Votaré rechazo no sólo porque la Convención propone un mal texto, que puede poner en peligro incluso nuestra democracia, como han destacado incluso personeros reconocidamente de izquierda. Lo haré por las buenas razones que ha puesto de manifiesto especialmente el “Grupo de los Amarillos”, al que he pertenecido desde el inicio. No parece necesario volver a repetirlos a esta altura.

 

            Votaré rechazo, además, porque el texto propuesto ignora los dos problemas más importantes que han tenido postergado el progreso y el avance hacia más justicia social en Chile los últimos 15 años. Los mismos que harían que el texto propueste entregue sólo derechos nominales o teóricos. Considero que son, uno, el mal funcionamiento de nuestro sistema político que genera más confrontación que cooperación entre el Ejecutivo (Presidente) y el Parlamento. Esto ha impedido dictar buenas leyes a tiempo para mejorar las pensiones, la educación, la salud, etc.  Esto implicaría nuevas normas para que los Partidos Políticos se fortalezcan en relación a sus propios parlamentarios, para limitar las agendas propias de estos últimos. Eso pasa por medidas que solamente puede dictar una nueva constitución, porque los parlamentarios jamás aprobarán medidas que restrinjan sus privilegios económicos y políticos. Pasa por reducir el número de los 20 partidos representados hoy en el parlamento. Y bajar los sueldos de los congresistas que hoy superan en más de 12 veces el sueldo promedio de los chilenos.  Necesitamos que las leyes sean decididas por personas con alta capacidad y vocación de servicio desinteresado al país por un tiempo limitado. No personas que hacen de la política una profesión con elevadas remuneraciones, que buscan inevitablemente conservar. Habría que profesionalizar más al Congreso como institución, dotándolo de una Oficina de Estudios y Evaluación de leyes, con alto nivel técnico e independencia. Que pueda analizar e informar sobre Proyectos de Ley y recomendar reformular leyes y programas públicos deficientes u obsoletos.

            El otro problema no abordado por el texto que votaremos el 4/9 es la modernización del Estado para que entregue mejor atención en todos los servicios que provee. No puede ser que en estos tiempos digitales y de teletrabajo todavía tengamos centenares de oficinas públicas y municipales que atienden sólo en la mañana o exigen a los usuarios hacer largas colas durante horas. El gasto público y sus impuestos para financiarlos han crecido de 1,630 dólares por habitante al año en 2005-6 a 3,880 dólares el 2018-19 (antes de la pandemia). ¿Ha mejorado en la misma proporción la cantidad y calidad de los servicios públicos entregados? Estamos muy lejos de eso. La gente lo sabe, lo resiente, pero ignora la principal causa de ese déficit. Urgen disposiciones de rango constitucional para una gestión del Estado más eficiente al servicio directo de la gran mayoría de los chilenos. 

            Necesitamos un mejor Estado también para encuadrar bien a las empresas privadas. Para que no abusen, sino que produzcan servicios y bienes de calidad con respeto estricto por su entorno. Para asegurar una competencia sana y efectiva. Sólo un buen Estado puede orientar el operar de las empresas hacia el bien común. Un Estado fuerte por lo musculoso y rápido; no uno gordo, lento y débil, a menudo carcomido por la corrupción.

Para todo eso, para reducir la violencia, mejorar nuestra convivencia en general, nuestra calidad de vida y nuestra unidad como nación es que necesitamos una nueva mejor constitución.

            

 

Que gane Chile

                                               Que gane Chile

 

(Carta publicada en El Mercurio 2-9-2 dos días antes del Plebiscito)

Sr. Director

            Llegamos al último capítulo de este segundo intento de nueva constitución en democracia. Primero, reconozcamos que no lo hemos hecho mal: vamos convergiendo. Es proceso difícil. Todo bien; celebremos lo positivo. Dos, de nuevo este país pequeño con todo el mundo mirando y escribiendo de nosotros. Tres, para seguir bien lo más importante creo dependerá de en qué ánimo cada uno de nosotros sigue desde la noche del 4. Que quienes pierdan no se sientan enteramente derrotados. Que quienes ganen no se dejen sentir triunfalistas, respetando y dejando espacio al dolor de cada derrotado. Sintiéndolo así, cada uno haremos que gane Chile. Y ganará Chile.

 

Ernesto Tironi Barrios

Economista.

¿A quién creerle?

Ernesto Tironi B. 11-8-2

            

“No sé a quién creerle”, me parece ser la frase que mejor refleja la situación de la gran mayoría de los indecisos frente a la votación del Plebiscito de Salida. Especialmente en los sectores populares. La respuesta que se den a esa pregunta puede determinar si gana el Rechazo o Apruebo de la Constitución propuesta por la Convención. ¿Qué no creen los actuales indecisos? ¿De qué irá a depender que terminen por creerle a quienes abogan por una u otra postura?

Los favorables al Rechazo sostienen que no es creíble que con el Apruebo se generen los beneficios que prometen con los derechos y reformas propuestas por los Convencionales (salud y vivienda para todos, etc.). Además seguro que temen el desorden, altos costos, enredos jurídicos y conflictos políticos por tantas cosas nuevas introducidas en la Constitución, como la plurinacionalidad, justicia por étnias, etc. El argumento principal sería que los redactores y políticos de izquierda son personas con poca experiencia, conocimiento y capacidades técnicas. Estarían impulsados sólo por su entusiasmo juvenil y su ideología de izquierda radical.

            Los partidarios del Apruebo, por su parte, plantean fundamentalmente no creer que los del Rechazo van a estar dispuestos a aprobar una Nueva Constitución mejor si triunfan el 4 de septiembre. Al principio sostuvieron que no permitirían reforma alguna de la Constitución de Pinochet (como dijo el propio Boric). El argumento principal, es que esto dependerá de la derecha y sus parlamentarios, quienes por 30 años se negaron u opusieron a hacerle reformas básicas a la Constitución del 80. Como parece que ese argumento no redujo la distancia a favor del Rechazo que mostraban las encuestas, le agregaron que tampoco se les puede creer a los de centro y centroizquierda (los Amarillos, por ej.), porque son parte de los “últimos 30 años”, que se “vendieron al sistema” y defienden sus intereses de élites.  Además ahora, en vista que ni eso, ni la intervención del Gobierno, ni la Franja en TV convence a los indecisos ni a la mayoría por el NO, están probando un Acuerdo entre los Partidos del Apruebo sobre reformas a la Propuesta Convencional que prometen introducir si gana el Apruebo. Al momento de publicarse estas líneas es probable que se haya anunciado el logro de ese acuerdo y que el Presidente Boric haya declarado que se suma y lo garantizará. ¿Puede? ¿Habrá un número suficiente de ciudadanos que ahora sí creerá esta promesa, y bastará para que ganen?

 

            Anticipo mi opinión: la mayoría de los ciudadanos no creerán en las promesas de los partidarios del Apruebo. Lo considerará un maquillaje por conveniencia y de última hora para no perder. No algo en que estén convencidos. Para adentrarnos en qué podría hacer que los indecisos que quedan y una mayoría no les crea a los del Apruebo, necesitamos considerar de qué depende que tendamos a creerle más a ciertas personas o entidades y no a otras. Podríamos responder citando textos de filósofos o académicos del tema. Y también podemos recurrir a nuestra propia experiencia.

 

            ¿A quiénes tendemos a creer y a quiénes no? En la vida cotidiana, tendemos a confiar en quienes “conocemos”: familiares, colegas, compañeros cercanos. Gente con historias personales de respeto recíproco. Pero a un nivel social amplio, como con desconocidos en la política o los negocios, creemos en personas o entidades que tengan una trayectoria de actos consistentes con sus declaracionesConfiamos en quienes cumplen las promesas que hacen. Esto es lo central en la confianza. Basta que recordemos en quienes dejamos de confiar. Cuando alguien incumplió algo que nos prometió, dejamos de confiar. Por ejemplo, cuando prestamos dinero a alguien y no nos lo devolvió. Y no basta con las palabras; lo más importantes son los comportamientos concretos, los hechos. Que me diga que no pudo pagar pero que lo hará más adelante no es suficiente. Nos basamos en hechos del pasado, pero los proyectamos al futuro (no me pagó: dudo que pagará mañana). Todo esto puede tener mucho de subjetivo (como expectativas ocultas) y de inconsciente, pero no por eso es menos real o efectivo.

 

            Examinemos con estos criterios las declaraciones, promesas y comportamientos recientes de los partidarios del Rechazo y del Apruebo (incluido organizaciones, partidos y Gobierno). Entre los primeros, la derecha prometió acordar entre sus tres mayores partidos hacer una declaración conjunta de compromiso con reformar la Constitución del 80 o 2005 si ganaba el Rechazo. Y cumplió, y lo refrendó más específicamente esta semana. También que aprobaría rebajar el quorum para futuras reformas. No se le creyó; se dijo que había que ver los votos en el Parlamento. Allí estuvieron. 

 

            Veamos el record ahora por el lado del Apruebo. Empecemos por la expectativas de la Convención y la desilusión de los comportamientos poco serios de más de uno, lo farandulesco, lo partisano. Pero sobre todo el simulacro de participación que hicieron invitando a entregar propuestas, las que se hicieron llegar con miles de firmas y fueron casi todas desechadas. Del comportamiento inconsistente y acomodaticio de partidos, como el Comunista, mejor ni hablar. Considérese que ni siquiera suscribió el Acuerdo para Reformar la Constitución de noviembre, pero cuando vio el viento a su favor se subió con todo al barco. Finalmente, creo que lo que más golpea y golpeará la credibilidad del Apruebo es la poca confianza por los incumplimientos de las promesas del gobierno. Las sucesiones de decires y desdecirse. Nada de eso favorece la credibilidad. Difícil que se le crea que con el triunfo del Apruebo ahora sí habrán reformas sustantivas de lo que recién aprobaron.

 

            Lo que ha pasado con la erosión de la confianza en el gobierno no es algo para celebrar. La confianza en los demás en una sociedad es uno de los bienes sociales más importantes y  decisivos para el desarrollo y una convivencia en paz. Ya era escasa en Chile antes. Sin embargo, lo positivo que puede rescatarse del proceso constitucional en curso, es que se ha ido imponiendo una necesidad de acordar reformas en cada uno de los dos bandos en competencia. ¿Será posible que ese espíritu de búsqueda de acuerdos pueda extenderse desde cada a bando a partes al menos del opuesto después del 4 de septiembre? Dependerá de ambos y especialmente del gobierno y del Presidente Boric iniciar una convergencia que genere mayor unidad nacional.

 

A/R: Nueva campaña inédita

A/R: Nueva campaña inédita

 

Ernesto Tironi B.       14-7-2

 

            ¿Será determinante la campaña misma por el Apruebo o Rechazo (A/R) en quién gane el 4 de septiembre? En el caso del Plebiscito de Pinochet, el SÍ ganaba antes de que empezara la Franja en televisión, que dio vuelta el resultado. ¿Podría pasar lo mismo ahora?  En las 7 semanas que quedan de la campaña iniciada recién con ministros recorriendo el país para “informar a la población del nuevo texto propuesto”, ¿se podrá dar vuelta el triunfo del Rechazo que hoy anticipan las encuestas?

 

            Para intentar respuestas puede convenir pensar en qué eventos pueden ocurrir en estos próximos dos meses que produzcan impacto especialmente entre los indecisos por las dos opciones y los dudosos de si votar o no. Se me ocurren seis: uno, errores políticos o comunicacionales como el del diputado del PS contando que está reunido en la Moneda con el Presidente para organizar la Campaña por el Apruebo. Declaraciones destempladas de ex Constituyentes. Salidas de libreto de Ministros. En fin; aquí el gobierno está más expuesto a perder puntos. Pero al Rechazo lo podrían arrinconar con cosas como muchos millones donados para la campaña.

 

            Otro tipo de eventos futuros influyentes son, dos, los cataclísmicos: tipo muerte de otro Catrillanca o atentado a personas expuestas, como fue el del exministro de Japón que definió la elección allá. Tres, acumulación de malestares económicos, como inflación con alzas mayores del pan o carnes que no son fáciles de compensar con platas fiscales. Cuatro, testimonio a favor del A o R de una figura muy influyente a nivel popular que sea una sorpresa. Pienso en Alexis Sánchez, Vidal u otro equivalente. Cinco, el estilo de las campañas y debates, en particular el grado de agresividad mutua y la rección de los indecisos ante ello. Finalmente, pienso que el último evento que puede ser influyente en quién gane será la Franja en TV.

 

            De los seis factores anteriores (y puede haber más), los primeros son fundamentalmente casuales, imprevistos o inanticipables.  Las consecuencias que puedan tener son impredecibles, y a lo más las partes pueden mitigar daños o aprovechar, dependiendo cómo reaccionen ante ellos. Pero los últimos dos están más sujetos a la voluntad y capacidad de acciones de los dirigentes de cada campaña.

 

            Le atribuyo particular importancia al estilo en que cada opción programe su campaña, y el carácter que ésta asuma al final. Creo que si ambos, por ejemplo, la plantean con mucha agresividad y la campaña termina siendo muy confrontacional, posiblemente eso favorecerá al Rechazo. En cambio, si se plantea en forma más moderada, pensando en que a futuro quienes hoy se oponen deberán trabajar en parte juntos para convenir reformas consensuadas ya sea en la reforma o implementación de la Nueva Constitución, entonces eso puede favorecer más al Apruebo. Digo esto pensando en que la mayoría de los indecisos se interesan poco o no les gusta la política precisamente porque la consideran muy confrontacional, antipática y que no les afecta la vida. También pensando en los dividendos que le dio a Boric presentarse en la segunda vuelta con una imagen mucho más moderada y buena persona.  

 

            Dentro de la Campaña y su impacto, especial significación puede tener quiénes sean los generalísimos o jefes, y los principales voceros. Hará diferencia si en el lado del Rechazo los más destacados son Moreira o Cristián Warnken. Como también la hará

Si en el Apruebo son Loncón, Jadue o Squella los voceros principales. El rol de estos jefes será clave, además, por la necesidad y complejidad que tendrá coordinar grupos muy diversos que conviven al interior de los partidarios del A y el R. Dentro del A, desde los Movimientos Sociales que detestan a los partidos políticos, pasando por el FA y los comunistas. Dentro del Rechazo, coordinarse desde Republicanos a gente de izquierda democrática o concertacionistas. 

 

            Termino con el desafío de la Franja de Televisión, que empezará en tres semanas el viernes 5 de agosto. El primero, será dentro de cada opción distribuir los tiempos entre los grupos al interior de ella. El Consejo de TV, organismo público a cargo de ella les ayudó un poco con su reglamentación. Habrá dentro del tiempo para cada opción (15 minutos de los 30 diarios), un 60% del tiempo asignado para los partidos políticos, 27% para organizaciones de la sociedad civil, y 13% para las asociaciones y comunidades indígenas que se hayan inscrito. Se inscribieron 252 organizaciones vinculadas al Apruebo y 377 al Rechazo. Además, 10 partidos políticos por Apruebo y 4 por el Rechazo. El estar inscritos en el Servel, les permite además solicitar aportes económicos legalmente y con ello también preparar buenos clips o videos para la Franja. ¿Cómo lo irán a hacer para distribuirse 180 minutos (6 diarios x 30 días) entre 250 o 370 interesados? Lindo desafío, que es otro motivo para decir que esta será una campaña inédita. 

 

            El segundo desafío pienso que será para cada opción acertar con atraer a los indecisos hacia su lado. Esto implicará empatizar con sus temores y aspiraciones. Responder a ellas y darles un motivo para para creer que vale la pena ir a votar por esa opción. La Franja se verá relativamente menos que cuando fue el Plebiscito del NO, pero igual harto: 40% alcanzó el rating en la noche para el Plebiscito de Entrada hace un año atrás. Una cifra muy alta. Me atrevo a vaticinar que esta vez la Franja favorecerá al Rechazo excepto que se organice muy mal. Mis motivos debo dejarlos para próxima columna.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            

Condiciones para una convergencia

Condiciones para una convergencia

Ernesto Tironi B.

Economista 13-7-2

 

            A partir del 5 de septiembre,  ¿habrían condiciones como para esperar que empiece una convergencia de posiciones entre partidarios del Apruebo y el Rechazo como para generar una nueva Constitución que vuelva a unir más al país,  que pase a ser la “casa de todos”? Concretamente, para llegar en un plazo razonable (7 a 10 meses) a plebiscitar una constitución que reciba más del 75% de Apruebo, como fue el caso de la última de Francia (83% en 1958, con 85% de participación electoral) o España (con 88% y 59% de participación electoral en 1978). ¿Por qué no?

 

            Hoy no parece que estén a la vista esas condiciones. Pero, ¿no podríamos empezar a generarlas? ¿Cómo? ¿De qué depende?

            

            Creo que sí puede soñarse con construir esas condiciones. Pero hay que plantearse la pregunta, buscar respuestas posibles, escoger un camino y empezar a recorrerlo AHORA. No podemos esperar tener los resultados el 4 en la noche para iniciar esa tarea; tenemos que comenzar hoy.  

 

            Las posibilidades de diálogo entre las partes opuestas del Apruebo y Rechazo después del 5 dependerán no sólo de QUIÉN gane sino de  CÓMO gane. No sólo de la diferencia de votos, sino de cómo haya sido la campaña. De que cada bando tenga un respeto mínimo por el contrario. De que el ganador tenga respeto por el perdedor. Que éste último considere que quien ha ganado obtuvo su triunfo legítimamente y no con abusos, mentiras o trampas. De cosas como esas dependerá que tengamos una Constitución que nos empiece a unir. Y de que alcance un elevado porcentaje de Apruebo. ¿Cómo se consigue eso?

 

            El Maestro budista zen Thich Nhat Hahn, nominado por Luther King para el Nobel de la Paz por su participación en búsqueda del fin de la guerra en Vietnam, muerto recién a inicios de este año, distingue cuatro condiciones para el encuentro entre bandos opuestos (en su libro “El arte de comunicarse”, Harper, 2013).

 

            Uno, digamos siempre la verdad. No basta no decir una mentira. No repitamos algo que sospechemos que puede ser falso. Corrijamos en cuanto sepamos que hemos afirmado algo erróneo. Recordemos que lo que creemos verdadero podría estar equivocado; es sólo lo que nosotros percibimos y entendemos. Mentir es peligroso y dañino, porque el contrario o terceros pueden descubrirlo. Y eso destruirá instantáneamente la credibilidad y la confianza en quien mintió u ocultó algo. Esa destrucción de la confianza pondrá termino a las posibilidades de relación y de  entenderse con el otro.

 

            Dos, no exageremos. Refrenémonos de participar en el circo romano que buscan crear los periodistas y muchos participantes en las redes sociales – Twitter, etc. - de inventar y magnificar polémicas y conflictos, idealmente de carácter personal. No caigamos en el juego de “sacar palabras”: “que él dijo X, ¿qué le responde Ud?”. Eso es alimentar confrontaciones, enojos, rivalidades y el “negocio de los periodistas”; no el camino para resolver los problemas del país, alcanzando los acuerdos necesarios para avanzar. 

 

            Tres, seamos consistentes. No tengamos un doble discurso, diciendo algo distinto a unos que a otros. Normalmente lo hacemos por miedo, o para obtener alguna ventaja. No caigamos en eso que daña las relaciones y nos debilita tanto.

 

            Cuatro, refrenémonos de hablar usando términos, expresiones que violentan al opuesto, lo descalifica personalmente, le acusa, humilla o condena. Evitemos el exceso de adjetivos y juicios, especialmente los de carácter personal.

 

            ¿Nos parece completamente iluso o imposible todo lo antes señalado? ¿Hay que ser monje budista para eso? No necesariamente, creo. Nosotros somos capaces de distinguir chilenos activos en la vida pública reciente que se acercan bastante a cumplir esas condiciones. Y otros que están muy lejos de hacerlo. Creo que están cerca personas como Squella a favor del Apruebo y Warnken por el Rechazo. Si ellos pueden tener conductas cercanas a esos criterios, ¿por qué no podríamos esperarlas de otros, distinguirlos y darles nuestra preferencia y atención?

 

            Quién  sea el o la jefe de campaña del Apruebo y del Rechazo puede ser muy importante en el carácter de ella y las posibilidades de converger después del 4/9. Por ejemplo, considero que si fueran los voceros principales del Apruebo y Rechazo se haría mucho más posible tener una campaña limpia, sin más heridos en el camino.

 

            Para lograr una pacificación de Chile, reducir la polarización, retomar un camino de más justicia y progreso necesitamos primero que nada creer que es posible avanzar hacia eso. Y recordar qué necesitamos hacer nosotros para lograrlo. No lo que debería hacer el otro, sino nosotros. El camino empieza ahora.

            

Cierre de Ventanas, Estado y Constitución

Ernesto Tironi B. 30-6-22

 

            El convulsionado proceso de Codelco y el Gobierno de iniciar cierre de la Fundición de Ventanas ofrece la oportunidad de reflexionar sobre algunos temas fundamentales del arte de gobernar y de aplicar políticas públicas que favorezcan el desarrollo económico y el cuidado del medio ambiente. ¿Fue correcto lo que hizo el gobierno? ¿Fue “apresurado”, como lo declaró la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), representante de uno de los grupos afectados? ¿Terminará bien todo este intento?       

            Mi opinión es que lo realizado es digno de admiración, y mis felicitaciones más sinceras a quienes se jugaron por esta decisión: al Presidente del Directorio, directores y altos ejecutivos de Codelco y, especialmente, al Presidente Boric. También a los dirigentes sindicales, que considero que actuaron muy responsablemente.  Sí, puede haber sido apresurada la forma cómo se ha avanzado hasta ahora, pero hay cosas que  no se hacen nunca si no se hacen de una sola vez, corriendo el riesgo de equivocarse y dejar algunas heridas en el camino. Este puede haber sido el caso, pero los beneficios finales a la larga compensarán los costos, si es que en verdad se termina por cerrar esa Fundición. El problema es que esto no está asegurado y puede que no ocurra,  terminando todo al final en puros costos y muy pequeños beneficios.

 

            La decisión de cerrar la Fundición de cobre de Ventanas está entre 15 y 20 años atrasada, por lo menos. Se habría evitado mucho dolor y ahorrado mucho dinero si se hubiera cerrado o reemplazado por una Fundición nueva cuando el año 2005 se decidió que fuera a manos de Codelco. Esto ocurrió porque Enami no tenía fondos para modernizarla. Me correspondió participar en parte de ese proceso en que se enfrentaron dos posturas:       1) Que el Estado le entregara fondos a Enami para que ésta la modernizara, y 2) Que Enami la vendiera a inversionistas privados para que éstos la modernizaran o hicieran una fundición nueva (ya sea solos o con Enami como socio), pero siempre con un Contrato que la obligara a fundir los minerales provenientes de pequeños mineros que le entregaría Enami.  Al final se optó por una tercera (no)solución “intermedia”, que fue “venderle” la Fundición a Codelco, quién no la necesitaba ni la quería. ¿El argumento y el interés que al final predominó?: que se evitara la quiebra de Enami, y que no hubiera “privatización”. Así, se sacó la castaña con la mano de Codelco.

 

            ¿Qué es lo esencial que deja toda esta experiencia? A mi juicio muestra la deficiencia fundamental que tiene el Estado como productor de cualquier bien o servicio. Ese defecto es que cuando tiene problemas, no funciona, produce muy caro, queda tecnológicamente obsoleto o cumple su ciclo, la empresa estatal nunca cierra. Sigue funcionando con pérdidas pagadas con plata fiscal, es decir, de los contribuyentes, sean ricos o pobres (como U$470 millones sólo desde 2012 en caso Ventanas). Esta es la principal diferencia entre un sistema económico estrictamente socialista (como era la Unión Soviética y sus satélites) y un sistema capitalista o de mercado (como en Europa o los EEUU). Y fue esa característica del sistema económico socialista el que llevó al fin de ese sistema en Rusia, a la disolución de la URSS y al modelo chino. Ese Estado socialista fue incapaz de producir la variedad de bienes y servicios que podían proveer las empresas privadas a sus consumidores en occidente, hasta que los rusos se hastiaron. Por algún tiempo pudieron ser eficientes en industrias de equipos grandes y armamentos, pero más allá no pudieron llegar. 

 

            El segundo defecto fatal del Estado como productor (y que además refuerza el primer defecto de no ser capaz de cerrar cuando no entrega lo que se espera de él),  es que el Estado es siempre Juez y Parteen conflictos entre intereses netamente económicos y otros no económicos, como es el caso del cuidado del medio ambiente o el cumplimiento de estándares de contaminación máxima. La primera obligación del Estado es el cuidado de la salud y la vida de la población. Pero cuando ese mismo Estado, tiene la característica o condición de ser también productor, se las arreglará para poner estándares ambientales menos  exigentes para lo que produce, se atrasará en actualizarlos o será menos riguroso en fiscalizar empresas en que tiene responsabilidad como propietario. Este fue también el caso de la Fundición de Ventanas. Véase al respecto el excelente reportaje en el diario La Tercera/Pulso del 26-6-22. Finalmente cuando hay conflictos de objetivos, se hace posible que se metan a operar otras empresas privadas al amparo de los bajos estándares que consiguen las públicas o estatales, multiplicando así el problema y dificultando su solución.

            

            Esas mismas deficiencias que tiene el Estado como productor de bienes, también las tiene como productor de dos servicios que una mayoría en nuestra cultura contemporánea todavía supone que debe proveer directamente el Estado por obligación (y a veces sólo el Estado). Me refiero a servicios de salud y de educación. En el caso de las escuelas básicas y liceos, por ejemplo, son centenares los casos en que muchas de ellas debieran haberse cerrado hace tiempo. No se justifican. Tienen muy bajas matrículas, bajo desempeño y muchos profesores y salas por alumno. Cuestan muy caro y entregan enseñanza de baja calidad, medida ya sea con Simce o Tests Internacionales. Pero qué hace el Estado con ellas: suprimir el Simce. Casi nunca cerrar escuelas de bajo desempeño y llevar los niños en minibus a colegios mejores que sería más barato (ver ernestotironi.blogspot.com). 

            Y el tercer defecto del Estado como productor es la excesiva intervención de los empleados y políticos en las decisiones de las empresas estatales, a menudo unidos bajo un Partido. Por ej. el Colegio de Profesores y el PC. A menudo para mantener el status quo, ganar poder o reservarse monopolios. P.ej. Correos de Chile.

 

            Y a pesar de todas estas deficiencias y evidencias históricas, la Convención nos propone un Borrador de Constitución que intenta dar más preponderancia al Estado como productor directo de bienes (litio), servicios (educación y salud públicas, Fonasa) y otras. En cambio, no dice una palabra sobre modernización del Estado, renovarlo, quitarle grasa, desarrollarle musculatura. Votar Apruebo sería retroceder un siglo en la historia, y volver a las ilusiones infantiles del comunismo antes de la experiencia de la Unión Soviética, sin haber aprendido nada de las evidencias concretas de los últimos 100 años.

La ilusión del futuro plebiscito

 

Ernesto Tironi B. 2-6-22

 

             A cuatro semanas de la entrega de la propuesta final de Constitución algunos creen que si gana el Apruebo en el Plebiscito se inicia un nuevo Chile de igualdad y derechos. Otros creen que si gana el Apruebo se inicia la decadencia definitiva de Chile hacia la violencia, el desorden y la mediocridad. Lo más probable, sin embargo, es que no ocurra ninguna de esas dos cosas.

            

            ¿Significa eso que no hace diferencia alguna si gana el Apruebo o el Rechazo? En absoluto; importa mucho, pero en otros sentidos que conviene dilucidar.

 

            Parece que los humanos tenemos una tendencia a simplificar demasiado los problemas que nos afligen. De allí tal vez la atracción de los cuentos de hadas con varitas mágicas. En el caso de las decisiones políticas también ocurre lo mismo. Así, pensamos que la violencia callejera se terminaría con la redacción de una nueva constitución, o que las injusticias sociales se eliminarían con un gobierno de izquierda. No son tan sencillas las cosas…

 

            ¿Por qué el Plebiscito no cierra tan definitivamente esta etapa como creen muchos aunque alguno gane por amplia mayoría? Sencillamente porque un país, una sociedad, una economía es un sistemacomplejo y no un simple objeto que se puede moldear o modificar a la voluntad de alguien. Además, es dinámico: está moviendo siempre. Un sistema es algo conformado por muchas partes que se necesitan unas a otras para operar. Las partes se afectan e interactúan entre sí, y además tienen cierta autonomía propia dentro de márgenes específicos. Las partes tiene cada una movimientos o dinámicas propias. Inter-dependen cada parte de las otras para hacer lo que hace o puede hacer cada una. 

 

En el caso concreto que nos preocupa, los gobiernos – incluido Presidente, Ministros, funcionarios – pueden hacer sólo aquello que una ley les autoriza. Y quien dicta las leyes es el Parlamento. Entonces también todas las disposiciones que establezca la Constitución propuesta requieren leyes para implementarse: para que autorice al Presidente y a cada ministro actuar; para acceder a fondos fiscales para esa acción específica que se propone, para permitirle contratar o trasladar funcionarios que ejecuten, etc. Las leyes no se hacen en meses y ni siquiera en pocos años. Más todavía cuando en un período acotado de 3 a 4 años se proponen muchas y muy complejas simultáneamente. Y donde más de algo puede resultar mal. Si a alguien le caben dudas, basta que recuerde el Transantiago, que buscó transformar algo mucho más acotado como es el transporte público.

 

            El Parlamento entonces es un jugador decisivo en el actual proceso en curso de redactar e implementar una nueva constitución. Recordemos, ¿qué hace una Constitución? Lo que hace es asignar (y distribuir) poder de actuar, atribuciones, derechos a personas y entidades que participan en la organización y marcha del país. En ese sentido, regulan la forma de vida de las personas: enmarca o limita lo que pueden hacer, producir, ganar, etc. Lo hace a través de leyes. Por ejemplo, a Juan, un agricultor del Elqui, la Constitución a la larga puede disponer que ya no puede seguir usando los 1,000 litros diarios de agua para regar su potrero como hasta ahora. ¿Por qué? Porque una ley establecerá que ya no tiene validez la Escritura que establece ese derecho, aunque la tenga firmada ante el Notario de Vicuña desde hace 60 años. A partir de cierta fecha la nueva constitución establece que esa Escritura ya no le da más ese derecho a Juan. Pero eso que le pasará a Juan, también le pasará a cada empresa de la gran minería, le pasará a determinados jueces en referencia a su tribunal actual y a las sentencias que puede dictar (y el largo de su carrera) y, muy especialmente, le pasará a los parlamentarios y a los derechos de la Cámara en que sesiona. Cada una de estas personas o entidades tiene distintas formas de oponerse a disposiciones de la constitución que le perjudiquen. Pasada esta etapa empezaremos a escuchar de ellas y sus efectos. Ahora concluyo con la reacción probable de los Parlamentarios.

 

            El Parlamento, a fin de cuentas, es quien tiene actualmente la atribución de reformar la constitución. Tiene muchas formas de negarse a implementar disposiciones establecidas por la Convención, incluyendo la postergación del análisis de ellas, aunque la Convención las haya aprobado por más de dos tercios de sus votos. La “Batalla de las batallas”, no será el Plebiscito como dice el Partido Comunista. La “Batalla de las batallas” será dentro del Parlamento entre partidarios y detractores de las propuestas de la Convención para la implementación de la nueva constitución en los próximos años.  Y aquí entran dos jugadores adicionales muy importantes del partido que estamos jugando: el Gobierno (Poder Ejecutivo/Presidente) y la Opinión Pública (Resultado del Plebiscito y otras manifestaciones).

 

            ¿Qué va a dirimir fundamentalmente el Plebiscito del 4 de septiembre entonces?   A mi juicio va ser el piso, base, o punto de partida desde el cual los parlamentarios van a aprobar o modificar los textos propuestos por la Convención y las leyes posteriores requeridas. Sí les hará diferencia a los parlamentarios y gobierno si gana Rechazo o Apruebo, y si 49/51 o 65/35.  ¿Me equivocaré mucho? ¿Qué les parece a ustedes simples ciudadanos no expertos, ni constitucionalistas ni políticos como el suscrito?

 

            

 

            

Para achicar la grieta constitucional

 

Ernesto Tironi B. 

19 Mayo 2022

 

            Como se están dando las cosas, “quedaremos para marzo” en materia constitucional.  Así decíamos antes en el colegio cuando no pasábamos algún curso al final del año. La propuesta de la Convención recién entregada no pasó el mínimo que se esperaba en cuanto a generar un reencuentro de los chilenos y el avance unidos y en paz hacia una mejor sociedad. Por el contrario, ha extendido hacia el ámbito constitucional la polarización, los conflictos y un clima de guerra entre enemigos declarados.

            

            Estimo que la propuesta de la Convención resultó más bien un Programa Político de sectores específicos y dudosamente mayoritarios de la sociedad.

            

            Por lo tanto tenemos que continuar el proceso. La forma que intentamos no resultó. Pero tampoco fracasó. No fue suficiente.  Considero necesario valorar el proceso constitucional seguido que permitió que se pusieran en la mesa y por escrito las aspiraciones de sectores jóvenes, estudiantes, ambientalistas militantes, activistas de causas sociales como las identidades de género,  el aborto, derechos de pueblos originarios y otras causas que hasta ahora se habían expresado más parcialmente y de otras maneras (manifestaciones callejeras, tomas, etc.). El aprovechamiento de todo esto por parte del Partido Comunista es más de lo típico, y no vale la pena inflarlo mucho sino mantener el ojo puesto.

 

            El  desafío ahora es, ¿cómo seguimos? ¿Cómo genuinamente con-versamos?, en el sentido del origen en latín del término: “versare” – de versátil - de cambiar juntos, como le gustaba recordar a Humberto Maturana) Y más en particular o concretamente, ¿cómo hablar con quienes piensan diametralmente distinto a nosotros? Creo que esto último es lo que debemos aprender y practicar con urgencia en estos meses antes y después del 4 de septiembre.

 

            Comparto algunas pistas que me parecen fundamentales de cómo conversar con quienes discrepamos. Por ejemplo:

1)    No esperar que primero cambien ellos antes de conversar. Eso lleva a hacernos impotentes. El poder de lograr lo que buscamos se lo damos completamente a los otros. Así no nos moveremos de las posturas iniciales ninguno de los dos.

2)    Entremos a conversar abiertos de mente. Tengamos propósitos; sí. Pero vamos abiertos a muchas formas de alcanzarlos. Y también a cambiarlos. A variar el orden entre temas que podamos haber preconcebido; los tiempos, los plazos… Ir abiertos de verdad. A escuchar al otro.

3)    Vamos dispuestos a cambiar además nuestros puntos de vista. Si no estamos dispuestos a cambiarlos nosotros, ¿sobre qué bases esperar (y menos exigir) que los cambien los otros que piensan distinto a mí?

4)    Consideremos los estados emocionales nuestros y de los otros en cada momento. Las emociones especifican lo que podemos hacer y decir a través de alterar  la estructura muscular de nuestro cuerpo, y no sólo la externa, dice Maturana. (Ver “Emociones y lenguaje en educación y política”, CED, 1988). No es que sólo se nos ponga una cara de rabia, sino que el resto de nuestra musculatura contraída no permite que nos salgan auténticas palabras de escucha, acogida y comprensión. Bajo la ira sólo nos salen las de rechazo e intento de destrucción de lo que estimo que me amenaza.

5)    No ir creyendo que nosotros sabemos todo. Menos de que sabemos “cómo las cosas son”. Aunque ellos crean que sí lo saben todo. No digamos, por lo tanto: “es que ellos o ellas no saben”. Ni siquiera lo pensemos; basta esto último para cerrar toda comunicación y más todavía la comprensión. 

6)    No conversemos creyendo que el otro “no entiende”, aunque sea por razones muy ciertas que damos. Por ejemplo que piensan ciertas cosas porque no tiene suficiente experiencia, además de conocimiento. Eso puede ser verdadero, pero no basta para que el otro escuche o cambie. Tampoco las explicaciones que les demos, por claras y verdaderas que a nosotros nos parezcan.

7)    Conversar chequeando continuamente la emoción en que estamos, y en particular, si nos estamos sintiendo superior a los otros o las otras. Esto nos suele ocurrir muy inconscientemente y por eso hay que estar vigilante. Si nos pasa, basta con darnos cuenta y empezará a disolverse ese sentimiento. Si permanece, es casi seguro que el otro dejará de escucharnos genuinamente. Se cierra él, seguimos cerrados nosotros y percibimos que estamos bloqueados; no avanzamos.

 

¿Es ingenuo,  ilusorio o imposible seguir estos tips? No creo. Si nos parece imposible hacer lo que es necesario para generar normas de convivencia constitucionales donde quepamos todos viviendo en paz, entonces no pidamos esto último a otros. Sería una hipocresía. Seremos otra parte más del problema y no de la solución.  La salida no vendrá de milagros, de magias y ni siquiera de afuera. La salida pasa por dentro de nosotros mismos.

 

 

La grieta cultural chilena

Ernesto Tironi B.  5-5-2

 

 

            Que Chile se ha polarizado ya no se discute. Una reciente muestra fue la segunda vuelta de la elección presidencial entre los dos extremos del espectro político. La última expresión es la diferencia en la edad de quienes votarían a favor del Apruebo y del Rechazo de la Nueva Constitución en el Plebiscito de Salida: Por Apruebo el 39% de los menores de 30 años y sólo el 24% de los mayores de 41; y por Rechazo 30% y 44% respectivamente (según Encuesta Pulso Ciudadano 65, abril).

 

            Considero que esto no refleja solamente una superficial y temporal diferencia de “preferencias políticas”, sino que revela cierto abismo surgido últimamente entre la cultura de los jóvenes y de los mayores. Los argentinos inventaron el término de “La grieta”, para esa profunda línea divisoria, tanto política como social y cultural,  entre los Kirchneristas y Macristas. Creo que en Chile también existe esa grieta, zanja o quizás precipicio. Parece ser mucha la distancia entre cómo vemos hoy el mundo, la sociedad, el país, la vida, etc. los menores de 30 años y los mayores de 40 a 60. ¿En qué sentido exactamente? ¿En qué áreas? Esa es la cuestión.

 

            Un área en que me impresiona la distancia mía con los jóvenes (voy a cumplir 75), es en la importancia que le dan ellos y nosotros al costo económico de las políticas públicas que proponen.  Considero que ellos casi no miden ni le preocupan los costos. Es un tema menor o secundario para ellos. Por ejemplo, que la gratuidad de la educación o eliminar el CAE cuesten 1,000, diez mil o 12,000 millones de dólares parece irrelevante para la mayoría de los jóvenes, gente de izquierda y muchos partidarios de Boric. Para nosotros los mayores es determinante o decisivo.

 

            Otra área de profundas diferencias es la de dar suma importancia a reconocer y proyectar las identidades de ciertos grupos particulares: los indígenas, las mujeres, los homosexuales, etc. etc. A tal punto que podría hablarse de una “Ideología de las identidades” con rasgos muy extremos, intolerantes y totalitarios. Una tercera área de diferencias es la de atribuir más importancia o prioridad por parte de los jóvenes a la protección del medio ambiente, la reducción del calentamiento global, la protección de glaciares, etc. Esto lleva, por ejemplo, a que a ellos parezca perfectamente lógico o razonable impedir desarrollar una mina de cobre que planea invertir 3,000 millones de dólares por evitar que haya 3% de probabilidad de afectar un glaciar en los próximos 30 años. Así hay dos o tres temas más en que las posturas de los jóvenes de hoy están muy profundamente separadas de la de los mayores.

 

            Pero hay diferencias que también se dan a otro nivel, son más complejas y tienen consecuencias más profundas. Por ejemplo, referidas a la disposición a buscar acuerdos y negociar para dirimir diferencias. O la disposición a usar la violencia para imponer puntos de vista propios en temas de la sociedad, incluyendo cómo organizar muchas materias. Estas distintas posturas entre jóvenes y mayores tienen que ver, creo, con las emociones desde las cuales cada uno plantea sus ideas o posiciones. Tiene que ver no con en qué tenemos diferencias, sino en cómo expresamos unos y otros nuestros distintos puntos de vista, preferencias o posiciones. Estimo que es esto último lo que conduce a un diálogo de sordos. Detrás de mi rechazo a lo que considero “la inconsciencia de muchos jóvenes sobre los costos económicos de sus propuestas constitucionales para garantizar excesivos y absurdos derechos sociales”, aprecio en mí (y otros) una considerable molestia o rabia contra ellos. “No saben lo que cuesta generar los recursos necesarios”, nos decimos. “Ni lo que cuesta ganarse la vida”. Por parte de ellos estimo que hablan desde emociones de intransigencia, soberbia, y también desprecio y descalificación de lo que pensamos los mayores. Además, muchos nos sentimos acusados de estar buscando sólo defender nuestros privilegios e ingresos mediante “la excusa” del costo económico de ampliar derechos. A esto suele agregársele que buscamos mantener el lucro y el abuso de las empresas privadas. A algunos esta acusación nos ofende profundamente. Entonces, como consecuencia, se nos retroalimenta (a menudo inconscientemente) nuestra molestia y rabia debajo de nuestros argumentos. 

 

            Todo esto lógicamente no ocurre con todos los jóvenes y todos los mayores. Pero sí creo que predomina en la élite juvenil y en muchos otros. También es un fenómeno mundial en nuestra época. En EEUU se ha dado el nombre de “Guerreros de la Justicia Social” (SJW, abreviado del inglés) a ciertos grupos feministas, ambientalistas e indigenistas “irracionales, moralistas, sesgados y violentos que se autoexaltan a sí mismos” (Wikipedia).

 

            El punto que pretendo destacar aquí, es que si empezamos a incorporar con atención y rigor los fenómenos emocionales en los debates políticos que estamos viviendo hoy, puede que encontremos maneras de reducir la peligrosa grieta que divide nuestra sociedad. En particular, uno, empezar a considerar los efectos dañinos de mucho que hay debajo de los argumentos y palabras que cruzamos. Dos, que ambas partes estamos influidos por ese sustrato emocional y somos inconscientes de ello. Tres, que poco ayuda tratar al otro de irracional. Y cuatro, que si queremos aportar a una salida en que quepamos todos no debemos caer nosotros en los mismos comportamientos que criticamos.

Gobernabilidad: ¿Un problema estructural?

Ernesto Tironi B. 21-4-2

 

            La derrota del joven gobierno de Boric en el parlamento con el Quinto Retiro al mes de empezar su período, el primer proyecto significativo que se discute allí, me parece un hecho de mucha gravedad por varios motivos. Primero, por el temor a que se repita por otros cuatros años la imposibilidad de un trabajo conjunto entre el Poder Ejecutivo y Legislativo, como ocurrió en el gobierno pasado. Demostraría que el problema principal no era sólo que Piñera fue un Presidente con baja aprobación ciudadana y con numerosos y graves defectos, como decían tanto sus opositores, algunos de su propia coalición política y muchos periodistas. Aquí habría un problema estructural del sistema de gobierno nacional.

 

            El segundo motivo, es que esa derrota confirmaría la tesis de varios especialistas respetables de que el mayor defecto que debería corregir una nueva Constitución Política para Chile es la fragmentación de Partidos Políticos (más de 20 en el Congreso de hoy). Esto, junto a otros factores, ha impedido aprobar leyes indispensables para el país como la Reforma del Sistema de Pensiones por ya más de 10 años.

            

            En tercer lugar, ese hecho mostraría lo lejos que está la actual Convención Constituyente de hacerse cargo de proponer lo realmente necesario o imprescindible que debe contener una nueva Constitución adecuada para el Chile de hoy.

 

            Si no se corrige este problema de gobernabilidad de nuestro actual sistema político, casi todo lo que proponga la nueva constitución va a quedar sólo en el papel porque difícilmente el Parlamento se pondrá de acuerdo en las leyes que debieran implementar sus textos. Si no lo ha logrado por ya 10 años en lo relativo a pensiones y delincuencia, ¿qué puede hacer pensar que lo lograría en decenas de temas más controvertidos aún y que están lejos de corresponder a problemas que los ciudadanos declaran como los que más les preocupa?

            

            El resultado del fracasado esfuerzo legislativo de Boric este mes en el Congreso me hizo  recordar una anécdota en que me tocó casualmente participar con Gonzalo Blumel, el Ministro de la Presidencia de Piñera, tal como Jackson lo es hoy de Boric. Fue con ocasión de una Invitación del Club de Lectores de El Libero, creo que tipo abril del 2019, a un año aprox del inicio del gobierno de Piñera 2. La charla del Ministro Blumel se centró principalmente en las dificultades para implementar su programa de gobierno debido a la oposición u obstrucción de un Congreso en que no tenía mayoría. El clima político estaba ya muy tenso, con muchas confrontaciones y acusaciones mutuas entre ambos poderes del Estado.  Le pregunté entonces en público porqué el gobierno no se adaptaba a esa realidad de tener minoría legislativa y abandonaba la pretensión de aprobar las leyes que tenía considerado en su programa y se concentraba mejor (o en vez) en hacer un gobierno centrado en mejorar la gestión del Estado en tantas materias en que se podía y debía mejorar sin necesitar aprobar nuevas leyes. El Ministro me dio una respuesta muy elegante y políticamente correcta sobre la necesidad de cumplir con su Programa, responder a sus electores y algo más. Finalizado el evento, me encontré con el Ministro en la puerta y le dije que su respuesta pública me había parecido impecable pero que no me convencía nada. Y agregué que consideraba que esa estrategia del enfrentamiento para ver quién era más fuerte, tenía más poder o buenas razones era un error grave, que podía no llegar a nada y tener funestas consecuencias. Espero no ser infidente si cuento que el Ministro se quedó unos segundos en silencio, y me dijo: “Personalmente no pienso muy distinto a ti, pero tú probablemente conoces cómo es el Presidente que tenemos”.  Cuando ocurrió el Estallido de Octubre y sus secuelas, no dejé de recordar esta conversación…

 

            Ahora, tres años después del diálogo que he recordado, el nuevo presidente en que una mayoría de ciudadanos ha depositado su confianza parece encontrarse en una situación equivalente de minoría en el Congreso.  Pero tiene tres diferencias con el anterior: una, que lleva apenas un mes y no un año de gobierno.  Dos, que lo apoya una coalición más joven unida bajo un programa de transformaciones más profundas en las cuales hay expectativas muy elevadas. Y tres, que parece no tener la personalidad competitiva a toda costa que busca ganar siempre y en todo lo que emprenda, como el anterior presidente. ¿Cómo irá a reaccionar el nuevo Presidente Boric ante esta misma circunstancia política que se presenta de nuevo? Es la pregunta del millón y mi sueño de que estemos en manos de un gobernante que tenga poco ego y más humanidad y sabiduría.