Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

jueves, noviembre 19, 2020

 

Candidaturas Presidenciales y Constituyente ¿Quién?

                                                                                                         Ernesto Tironi B.

                                               

          ¿No parece paradojal que recién resuelta la composición de la Constituyente lo primero que ocurrió fue el lanzamiento de las candidaturas presidenciales? ¿Por qué será?  Por la derecha apareció Matthei a competir seriamente a Lavín, en la extrema izquierda Pamela Jiles ahora amenaza a Jadue y Bea Sánchez, mientras por  la centro-izquierda se lanzan Vidal y  Muñoz. Detrás entran los DC Rincón y Undurraga.

            Creo que estas presidenciales se lanzan ahora por tres buenos motivos. Uno, que la elección presidencial es la madre de todas las batallas. Es probable que eso determine mucho más el rumbo de Chile en la próxima década que lo establecido en la nueva constitución. Dos, que el campo para quienes pueden llegar a ser candidatos a la segunda vuelta está hoy muy abierto.  Una media docena de ellos tiene buenas posibilidades; mucho más que en ocasiones anteriores. Y tres, que la llegada de cada candidato a tener una chance  el próximo año dependerá mucho de la relación estrecha que establezca con quienes irán ahora a candidatos y ganen como  constituyentes, gobernadores, concejales y alcaldes. Y viceversa: a quienes pretendan ganar estos últimos cargos les convendría, creo, y aportaría mucho, estar asociado a un candidato con buenas perspectivas de ser electo presidente.

            ¿Estarán en la palestra todos los candidato con mayores posibilidades de éxito,considerando los profundos cambios ocurridos en el país el último año; léase, estallido, pandemia y virtual ausencia de gobierno o un ejecutivo fuerte?  Para responder esa pregunta uno debe contestar otra previa que es, ¿Qué tipo de persona como presidente desearía la mayoría de los chilenos después de Piñera y para el tiempo en que estamos y entraremos?  Según esto podríamos con más fundamento responder quién de los que aparecen como candidatos tendría más apoyo.

            No conozco encuestas que hayan estudiado todavía  lo que propongo. Pero mi percepción es que para los tiempos que vienen la mayoría de los chilenos preferirán como presidente a alguien con características como: 1) Diferente de los políticos tradicionales. Las encuestas lo señalan con elocuencia en forma directa e indirecta, como la falta de confianza en el Congreso. 2) Alguien joven; habrán más votantes jóvenes. 3) Que sea cercano a la gente común, que comprenda mejor las condiciones de vida de la mayoría en la periferia de Santiago y regiones. Alguien muy distinto a Piñera y la mayoría de sus Ministros. 4) Que no sea un tecnócrata, y en lo posible no más economistas. Pero también, 5) Que no haga locuras; que entienda lo que significa gobernar, se rodee con gente que sepa de leyes, economía, etc. Y      6) Que no sea ideologizado; ni un neoliberal ni un socialista o comunista que venga a imponer su doctrina y a empezar todo de nuevo porque considera que todo lo hecho hasta ahora está malo.

            En la última encuesta Cadem, hay doce candidatos que la gente menciona espontáneamente como alguien que le gustaría que fuera el próximo  presidente. Entre ellos considero que hay sólo dos que cumplirían o satisfacen esos criterios: Izquia Siches y Sebastián Sichel.

            Quiero declararlo fuerte y claro: considero que Sichel podría ser un muy buen Presidente de la República y que sería ahora el momento para que él  decida  postularse. Y no solamente por encarnar mejor lo que parece querer la mayoría de los chilenos, sino por su historia personal, su forma de ser y  lo que se ha demostrado capaz de hacer  en su corta trayectoria en cargos públicos.  No me voy a explayar aquí en otros motivos por los cuales tiene grandes posibilidades, como por ejemplo que hasta ahora tiene bajo nivel de conocimiento y por lo tanto mucho espacio para mejorar (el inverso de Lavin o Vidal). Por ahora, sólo quisiera señalar que pienso que Sichel sería una persona capaz de empezar a volver a unir a Chile o sanarlo de la confrontación como modo de gobernarnos y convivir.

            Ya llegará el momento de analizar también qué candidato estaría en mejores condiciones de resolver los mayores problemas que enfrenta el país. Aquí sólo quisiera dejar ahora introducida esta pregunta para que cada lector lo vaya considerando al mirar lo que propone cada uno.  Creo que Sichel es el mejor enfocado y con suficiente credibilidad. Por ejemplo, con consciencia de la importancia de la acción de Estado, pero con un buen servicio a la gente y eficiencia.

            Frente a la magnitud y extensión del dolor de tantas personas, necesitamos más que nunca un Estado que sea ágil, efectivo y oportuno para ir en ayuda de ellas. Que lo haga con medidas o políticas bien estudiadas, que lleguen a quienes más lo requieren con prontitud y el mínimo costo. Aquí no se puede improvisar y los errores son muy caros porque los recursos necesarios son inmensos. Y se necesita un sector privado que siga produciendo para tener los recursos fiscales imprescindibles. Para eso se necesita un gobierno que lo comprenda y apoye, que colabore. Sichel es quién mejor comprende y sería capaz de hacer todo esto.      

            Aparentemente el mayor freno de muchos a la proclamación de Sichel  ahora es que,  siendo una persona  “del centro político”,  esté considerando ir en la primaria del sector de derecha. Me parece que eso es sólo una lamentable consecuencia del sistema polarizado que han ido configurando los políticos para favorecer a los partidos y dejar poco espacio a los independientes. Para superar eso habrá que jugar con esas reglas: algo no muy distinto a aceptar el plebiscito de Pinochet para recuperar la democracia. Démosle otra oportunidad a la democracia; los votos decidirán.

               Chile, además de democracia, diálogo, acuerdos y políticas bien estudiadas con mirada de largo plazo, necesita personas concretas que encarnen esa visión. Necesita un nuevo liderazgo potente, abierto, cercano, independiente y joven. Es el tiempo para alguien como Sichel Presidente.

           

 

Las Reformas más urgentes

Ernesto Tironi B.  5-11-20

 

            Llegó el tiempo de pensar en serio en las reformas más urgentes, indispensables o claves que necesita nuestra Constitución Política. Algunos temen que el número de propuestas sea tan grande que el debate se eternice o las posibilidades de acuerdo se minimicen. Algunos hablan de un texto que puede parecer a un árbol de pascua lleno de regalitos colgando para todos.

            Propongo hacerse otra pregunta: ¿Qué es lo más importante y urgente de cambiar de la Constitución actual? O puesto de otra forma: ¿Cuáles serían los principales e impostergables defectos de la organización política, socioeconómica e institucional que deben  corregirse de la actual carta?

            Mi respuesta es que las principales deficiencias a corregir de la Constitución de hoy son dos: 1) La ausencia de un mecanismo que permita superar o resolver las diferencias o confrontaciones que surjan entre el Poder Ejecutivo (Presidente) y el Legislativo en algunas materias claves para la marcha del país.  Un ejemplo obvio de esta situación, es la reforma del sistema de pensiones que sigue postergándose por más de una década. Lo mismo con la reforma para establecer un Plan Mínimo de Salud, único,  igual y obligatorio que deban proveer todas las Isapres. La otra deficiencia clave es,

            2)  La instalación casi a perpetuidad de los políticos en el Parlamento, las Municipalidades y algunos otros organismos, a través de un entramado de arreglos y distribución de dinero público a los Partidos Políticos que actúan, en la práctica, como agencias de empleo para asegurar una especie de “carrera profesional o funcionaria” para quienes escogen esta ocupación de “políticos”. Saltan, a menudo desde muy jóvenes, de los Centros de Alumno de la U a los Concejos Municipales o alcaldías, o a Secretario o Dirigente de su Partido, a Jefes de Gabinete, luego Diputado y finalmente Senador. Parecido a quienes de la Escuela Militar salen como subtenientes, y luego ascienden a Capitán, Coronel y General.  Con el agravante que en la carrera de político profesional no hay fecha de retiro obligatorio ni un reglamento suficientemente transparente y conocido para determinar los ascensos. Sería poco elegante dar nombres o escribir aquí ejemplos de lo recién señalado. Basta que el lector interesado lea con atención el currículo completo de la mayoría de los parlamentarios. La máquina para adquirir y conservar el poder se cierra y retroalimenta con la alianza entre dirigentes de partidos y parlamentarios para elegir candidatos a cargos públicos (el cuoteo), con los fondos que se asignan para personal subalterno (que a menudo trabajan como operadores políticos para asegurarles las reelecciones) y con programas de gasto público que se conservan para favorecer a grupos de interés para los parlamentarios. Ellos se lucen distribuyendo fondos con dineros fiscales, y se resisten a cerrar programas de gasto público evaluados como deficientes y que ya no se justifican.

 

            Las consecuencias más dañinas de este sistema organizativo de las funciones y carreras políticas tienden a ser la conformación de una élite política muy auto-referente, poco penetrable, aislada de las urgencias de la gente común y sin experiencia en el mundo real o el trabajo normal en organizaciones y empresas. Nunca han tenido que pagar PPM ni Previred a principio de mes. Pasan más ocupados de sus luchas políticas o ideológicas e intrigas partidarias, que en sesionar para revisar y aprobar a tiempo las leyes que se necesitan (que es para lo que se les paga el sueldo). Un ejemplo claro de esto son la cantidad de horas dedicadas a acusaciones constitucionales comparadas con las dedicadas a encontrar una fórmula, aunque sea provisoria,  para subir las pensiones mínimas.  Por eso puede estarse generando el  gran rechazo de la mayoría de los ciudadanos a la política. También el desprestigio de la labor del parlamento, de los partidos y de otras instituciones públicas. Sin embargo, cuando la gente protesta por la poca respuesta que reciben del Estado en materia de pensiones dignas, mejor salud, bajas pensiones, etc., esa elite política se da como explicación del descontento que la gente comparte sus teorías ideológicas del neoliberalismo, la mala distribución de ingresos o el abuso empresarial. Cero auto-crítica y capacidad de  hacerse cargo de su escasa dedicación a legislar bien, a corregir los programas públicos deficientes y a hacer más eficiente al Estado.

 

            Seguramente pueden haber muchas fórmulas o disposiciones constitucionales para resolver esos dos problemas que considero los más graves, básicos y urgentes de nuestro sistema de gobierno. Propongo sin embargo dos medidas muy simples, directas y creo que efectivas. Para la paralización de decisiones claves por bloqueo mutuo de Presidente y Congreso, simplemente instituir la facultad para cada uno de llamar a un Plebiscito para que sean los ciudadanos quienes tengan que dirimir materias en que ellos están en desacuerdo. Por ejemplo, entre la propuesta de uno que plantea 6% de cotización adicional a un sistema de reparto y el otro que plantea una distribución igual de 2% a reparto, fondo individual y seguro de cesantía. Punto. Se redactan en 6 líneas la Propuesta A y la B y los ciudadanos decidimos, de tal manera que así se resuelve el tema y no se posterga hasta que explote.

           

            Para el problema de la “carrera de político profesional” alejado de la gente común  por sus privilegios y trenzas de poder, dos medidas. Una, terminar los sueldos de millones de pesos que a menudo superan en 10 veces el sueldo que ganaría ejerciendo la profesión que tenga. Hacer  que el sueldo de todo parlamentario no pueda ser superior a 5 veces el sueldo promedio de un chileno según lo calcula cada año el INE; o sea, $3 millones de pesos mensuales (el sueldo medio hoy es como $600,000). Así es que nadie siga acariciando la idea de que al llegar al parlamento ganará  $7 o $9 millones. Como ocurre en la mayoría de los países cultos y avanzados,  como los nórdicos, Alemania o Australia, llegar al parlamento es un servicio público por el cual uno se sacrifica  y por un tiempo limitado. Las otra medidas clave son: a) terminar con los altos estipendios para sus “gastos distritales” (en realidad fondos para sus reelecciones), b) terminar también con las reelecciones por más de un período. c)  poner períodos más largos (mínimo 2 o 3 años) para poder acceder a otro cargo remunerado por el Estado. Así se hará menos fácil que se constituya y conserve una élite de políticos que se dediquen a este oficio como una profesión para toda la vida.

            Espero que medidas como estas sean las reformas que mejoren nuestro sistema de gobierno y por ende nuestra sociedad.

           

 

¡Es el proceso, estúpido!

Ernesto Tironi B.  5-11-20

                La famosa frase que usó el asesor de Clinton para que se enfocara en la economía y así ganar su elección a presidente bien se podría aplicar a Chile (parafraseada),  para así salir ganador con la reforma constitucional iniciada con el Plebiscito el 25-O.

                Considero que la clave para que el país realice las reformas adecuadas para mejorar nuestra sociedad no es tanto un buen  texto de la nueva constitución - su contenido, conceptos o  palabras - , sino que sigamos un buen  proceso para llegar al nuevo orden o régimen constitucional. Decir esto parece obvio, pero es muy fácil olvidarlo en el camino. Detengámonos a observar dos situaciones extremas. Podemos elegir a los más eminentes expertos y llegar a un texto que sea considerado un modelo ejemplar en el mundo entero, pero si llegamos a él a través de un proceso de elección de constituyentes, discusión de propuestas y decisión entre ellas que es belicoso, polarizado,  impositivo por parte de un solo grupo, descalificatorio de los que piensan diferente y violento, es casi seguro que nos servirá muy poco. Y tampoco durará mucho.  Esto aunque el texto sea aprobado por una mayoría en el plebiscito para ratificarlo. Si ha sido confrontacional el camino recorrido para alcanzar ese texto aparentemente óptimo, es muy probable que en el trayecto queden muchas personas heridas, resentidas o enrabiadas. En consecuencia habrá un grupo numeroso y belicoso a la espera de la primera oportunidad para impugnar ese texto y exigir nuevas reformas. La consecuencia será que esa Constitución durará poco tiempo. Mantendría los problemas previos o impediría iniciar una nueva etapa de concordia, unidad y progreso.  Sería la continuación de la incertidumbre y el clima de confrontación que no sólo dañará la convivencia, sino también la economía y la inversión. Todo esto sin contar el daño de mantener el stress, el desgaste personal y social e incluso el deterioro de la salud que tantos chilenos han sufrido por la acumulación de tensiones del último año de pandemia y violencia social.

                En cambio si tenemos un proceso de elección y discusión ejemplar, respetuoso, transparente, sin descalificaciones mutuas ni violencia entonces tendremos una mejor constitución aunque su texto no sea óptimo ni perfecto. Éste será más aceptado o menos cuestionado y, lo más importante, será siempre posible corregirlo o perfeccionarlo en el futuro.  No seguiríamos con un grupo social o político sistemáticamente atrincherado para defender ciertos aspectos de la constitución, como nos  ha ocurrido en el pasado.  Además en un clima político de trabajo colaborativo y no de confrontación es posible tener en paralelo una economía con mayor crecimiento que permita generar los recursos suficientes para mejorar servicios públicos indispensables en salud, educación, transporte, seguridad y expansión de áreas verdes en poblaciones. Así ampliar de verdad  el acceso a derechos sociales, como un medio ambiente más limpio, a regiones y ciudades más seguras y a una mejor distribución del ingreso.

                ¿Qué necesitamos para lograr ese proceso de reforma constitucional culto, educado y respetuoso? Considero que una pocas cosas muy concretas. Uno,  tener consciencia de que el proceso de deliberación será clave para un buen resultado final, como recién expliqué arriba.  Dos, apreciar que la personalidad de los constituyentes o sea el tipo de personas mismas que asuman esa tarea importará mucho.  Tres, que lo anterior depende crucialmente de todos nosotros como electores. Si elegimos  guerreros, tendremos guerra. Si elegimos personas dialogantes tendremos diálogo. Cuatro, no sólo las ideas, planteamientos o ideologías de los constituyentes determinarán el resultado del proceso. La forma de plantearlas, ajustarlas, perfeccionarlas con el aporte de los demás también importará, y probablemente mucho. Así por ejemplo, no dará lo mismo que entre los candidatos a constituyente se elija un Viera-Gallo o un Jorge Burgos en vez de cualquier otro PS o DC.

                En resumen, comencemos a prestar atención desde hoy a cómo se comportan los candidatos a constituyentes para elegirlos informadamente. Esto no es un problema de sólo elegir personas con  estudios de derecho constitucional.  Aunque por las reglas que diseñaron los actuales parlamentarios haya un sesgo marcado contra personas que no sean o hayan sido políticos,  elijamos  de entre ellos a los más sabios, equilibrados y abiertos al diálogo y a la búsqueda de acuerdos. No a los que ven la política como una guerra donde se intentan ganar continuas batallas, en una lucha por imponer una visión propia única integrista o totalizante. Y sobre todo, alimentemos la esperanza en el proceso democrático y en la sabiduría de nuestro pueblo, incluido sus jóvenes, y en que  lograremos encauzar nuestras diferencias dentro de un proceso de concordia y paz.

               

 

 

¿Seguirá mandando la violencia?

                                                                                              Ernesto Tironi 22-10-20

            Considero que el uso de la violencia en el ámbito público es el más grave problema que enfrenta Chile hoy.  Y tan grave como eso,  es que no hemos tomado  suficiente consciencia que ella no comenzó el 18 de Octubre de 2019. Hemos vivido una trayectoria de creciente violencia que se ha ido extendiendo a nuevos ámbitos públicos desde hace unos diez a quince años.  Apreciar esto es crucial para la posibilidad de ponerle término o cambiar la tendencia que llevamos.

            Tampoco esa violencia es nueva desde una mirada más amplia de la historia del país. Lo que hemos visto últimamente es un proceso de expansión paulatino de ella por incompetencia nuestra como sociedad de detenerla a tiempo. Por postergar acciones remediales oportunas, como nos ha pasado en tantos otros ámbitos de gobierno nacional, como por ejemplo en las pensiones y en ir mejorando  la  distribución de ingresos y de oportunidades en la sociedad.

            La violencia empezó a crecer fuerte en algunas poblaciones de Santiago y algunas otras ciudades hace un tiempo. Pero como ocurría donde no viven los gobernantes, dirigentes y elites, se explicó como proveniente del narcotráfico, que afectaba a pocos y se ha dejado estar. Siguió con la Barras Bravas en el fútbol, y también se hizo vista gorda  (no ocurrió igual en Inglaterra, Francia y otros lugares).  Casi junto, han crecido los asaltos violentos, portonazos y robos de autos cada vez en más barrios y ciudades. Esto empezó a tener más prensa adversa, pero de nuevo la ineptitud de dirigentes y policías (más justificaciones soterradas de que sólo afectaba a los ricos quienes ejercían otros tipos de “violencia”) han limitado su contención. Después aparece la violencia detrás de las manifestaciones por causas ambientales, desde AltoMaipo hasta Quinteros, pasando por varias otras. Fui testigo presencial en Ventanas como aparte de los legítimos protestantes, llegaron las brigadas perfectamente pertrechadas y organizadas a librar su batalla campal  propia con los Carabineros.  Fue un juego muy en serio, y muy violento.  Y no puede olvidarse la violencia en la Araucanía, con la magnitud en que se ha expandido en alcance y poder de fuego.   Luego, especialmente desde 2011, la violencia se extendió a las marchas estudiantiles, gremiales y de intereses de grupos. ¿No se acuerdan  que los organizadores se defendían continuamente de que ellos no provocaban los destrozos? Pero era obvio que amparaban y facilitaban la acción de aquellos y el año de paralización de las ciudades todos los jueves les entregó el jugoso dividendo de la estatización escolar  (fin del lucro) y la gratuidad universitaria.

            O sea, hemos tenido ya por años sin coto y extendiéndose, seis ámbitos de violencia en distintas áreas del quehacer público. Con formas y actores distintos, pero violencia como modo de alcanzar ciertos objetivos de grupos de interés. Y cada uno justificado o legitimado por altas autoridades, como dirigentes sociales y parlamentarios especialmente, con alguna de las cuatro máscaras con que se relativiza el uso de la violencia: que toda injusticia es una forma de violencia, que la violencia está en la naturaleza humana (es inevitable), que la historia social avanza sólo con luchas y fuerza (Marx) y que la violencia es sólo cosa de unos pocos, así es que no hay que exagerar (ver C. Peña, El Mercurio, 20-10-20).

            ¿Hay alguna tendencia más que se observe en este crescendo de violencia? Diría que dos: una, que ha ido afectando a un número mayor de la población nacional. A diferencia del narco en algunas poblaciones o la Araucanía, que abarcan a algunos cientos de miles y localidades no muy grandes, la de Octubre afectó a casi todos los 20 millones de chilenos en muchas ciudades.  La segunda tendencia clave, es que el último año se probó usar la violencia callejera  para lograr objetivos netamente políticos; léase hacer renunciar al Presidente en ejercicio. Si no fue así por quienes la ejercieron directamente en el Metro y las calles, ciertamente lo fue por parte de  los dirigentes y parlamentarios que pidieron renuncias e hicieron acusaciones constitucionales.

            En esta perspectiva propongo observar y actuar en el periodo de año y medio de elecciones que se inicia  con este primer plebiscito del 25-O y que culminará con la elección  de Presidente en 14 meses más. Este Plebiscito lo podemos hacer un punto de quiebre de la tendencia a una violencia creciente. Puede verse como una gran oportunidad.  Tan central como los hechos mismos,  para el futuro son siempre o determinantes  las interpretaciones que hacen las personas de lo que ocurre. En nuestro caso, planteo que serán  las interpretaciones que los dirigentes hagan del resultado del plebiscito y  de la violencia. Veremos cuanto apoyo ciudadano irán teniendo los grupos que han avalado o justificado la violencia en que hemos vivido. Si quienes la han relativizado se sienten menos ganadores o menos empoderados, entonces habrá esperanzas.  Por otra parte estará la confianza en quienes prometen cambios sociales de verdad; confianza en que realmente los harán sin necesidad de más demostraciones violentas en las calles. Así comienza a jugarse ahora el destino de Chile en los próximos veinte años.

 

 

 

 

 

 

 

El Modelo del Río: ¿es alternativa?

Ernesto Tironi B.   10-9-0

 

    En el espíritu de mirar deliberadamente lo positivo que tenemos como país para salir mejores de estallidos y pandemias, dos buenas noticias tuvimos las últimas semanas. La primera fue el compromiso y llamado de un grupo de empresarios a buscar un nuevo equilibrio social en Chile. La segunda, el traspaso de un quinto del capital de una importante empresa a sus trabajadores mediante una interesante fórmula.

     Lo valioso que quiero resaltar de la columna/declaración publicada en El Mercurio del 8 de septiembre son su idea central, tono y los firmantes de ella. La idea central está resumida en el título: Un nuevo equilibrio. No es un determinado nuevo modelo económico ni social impulsado, ni a imponer,  por este grupo u otro.No; es a buscar un nuevo equilibrio. Me parece una valiosa orientación o manera de mirar el proceso constitucional en que nos encontramos. El tono no es uno de sólo hacer un llamado (que habitualmente es a los otros). No; es un tono de compromiso personal primero. Lo señalan textualmente en varios pasajes, incluyendo “comprometerse con una visión optimista y constructiva del proceso de nueva Constitución o reforma”. También me parece muy alentador ver varias personas nuevas firmando, que siendo de la elite chilena y con altas responsabilidades y poder,  no habían estado hasta ahora participando en el debate público. Ahora han decidido entrar. Y además hay varios empresarios o emprendedores jóvenes. Espero que sigan actuando conforme a lo que han declarado, juntos o por separado, y se mantengan informándonos a todos del avance y realización de sus compromisos y propuestas.

      La segunda noticia, que estimo muy positiva, es el traspaso de 20% de la propiedad de la empresa pesquera Friosur a sus trabajadores por parte de sus actuales dueños, una sociedad extranjera y el empresario José Luis del Río. Dicho monto no es poco, sino que debe representar varios millones de dólares. Es significativo además,  porque esa empresa debe ser la más grande de toda la región de Aysén donde se ubica. Y es valioso porque muestra un modelo posible de seguir por parte de muchos otros empresarios que podrían conducir a una transformación radical del sistema económico chileno. Podría ser una manera de poner fin al famoso modelo económico actual de una forma muy original, efectiva y eficiente.

 

       Entendamos primero un poco lo original de la fórmula. Primero, y como ha destacado del Río, este no es un regalo. Y en varios sentidos interesantes. Primero, porque los trabajadores compran el 20% del capital.  En estricto rigor, lo compran ellos a través de una empresa, una Cooperativa que ellos formaron para este efecto. Segundo, como ellos lógicamente no tendrían el dinero para pagar lo caro que resulta una parte tan elevada del capital de su empresa, lo compran a plazo. En nada menos que 15 años. Al tener ese plazo, resulta posible que lo paguen con las propias utilidades que genere la empresa que compran. De ese modo se hace posible la compra sin que los trabajadores tengan que reducir su nivel de vida actual por el ahorro que implicaría comprar al contado en un breve plazo.

    La fórmula utilizada muestra e implica una confianza clara en el futuro de esa empresa y, tan importante como eso, un compromiso con ella de largo plazo por parte de sus trabajadores. Eso es muy valioso para la empresa, sobre todo en las condiciones de amenaza que surgen hoy  para la actividad empresarial por parte de diversos sectores políticos nuevos.

     Por el motivo señalado parece tan promisorio considerar esta fórmula para equilibrar mejor en Chile el logro de mayor igualdad con mayor crecimiento económico. Lo haría por la vía de simultáneamente generar menos desigualdad, junto con expandir la participación de trabajadores en las utilidades de las empresas y así generar más aceptación por el modelo de libre empresa y mercado. Sería una reforma radical pero no disruptiva del capitalismo chileno, con expansión del número de actores interesados en un futuro con suficiente crecimiento y sustentabilidad.

         Muy interesante es hacer notar que,  con esta Propuesta de Venta a Plazo de Acciones o Parte del Capital de sus empresas a los trabajadores,  el actual dueño de ellas no pierde lo que ya tiene o logró, sino que deja de ganar por algo a lo que habría tenido derecho. Porque vende a través de hacer un AUMENTO de capital que renuncia a adquirir en la parte a que tenía derecho. Pero gana en estabilidad y compromiso de sus trabajadores con la empresa que ha formado y en la que continuará trabajando y controlando. Esto último es de valor para todos - sus trabajadores, el resto de los accionistas y la sociedad - al conservarse la experiencia de quienes han creado, sostenido y dirigido la empresa hasta ahora.

     Es interesante que otros empresarios consideren la posibilidad de ir haciendo algo parecido a lo de del Río en Friosur. Por muchos motivos. 1) Es una reforma que puede dar estabilidad a lo básico del modelo económico que hemos tenido con beneficios para el país. 2) Es algo que tiende a repartir esos beneficios entre más gente (¿y en quién mejor primero que entre quien ha sido sus co-laboradores en desarrollar sus empresas?).  3) Frente a las protestas sociales del tipo de las que se dan en Chile hoy, de generalizarse este modelo de reforma de las empresas podría ser una respuesta creativa , que suma, del tipo ganar-ganar y no una reforma en que uno gana a expensas de otro, o con otros perdiendo. 4) Es una respuesta ajustada a la etapa de la vida del modelo económico que hemos tenido y de los grandes empresarios que han participado en su desarrollo. Me explico: quienes desarrollaron las mayores empresas actuales lo hicieron en los últimos 30 o 40 años, y por lo tanto, hoy tienen alrededor de 70 años y están en la etapa de su jubilación y de organizar el complejo proceso de dejar herederos: ¿por qué no sumar a esta herencia a su propios trabajadores mediante un aumento de capital (inversión) que agrande y dé estabilidad y sustentabilidad a su empresa. 5) Esta reforma depende solamente de la iniciativa propia de las personas que son empresarios y mayores accionistas de sus empresas. No depende de los criticados políticos, ni de parlamentarios, gobiernos y eternos proyectos de ley que terminan en engendros burocráticos. Y 6) Este es el momento de jugárselas porque hay mucho en riesgo; no es el momento de mantenerse pasivos esperando que otros o un milagro improbable venga a salvar lo conseguido hasta ahora. El riesgo es de perderlo todo. Esta propuesta, aunque radical, es de implementación gradual y que se abrocha sobre la base de lograr crecimiento.

        ¿Es ingenuo de mi parte promover este tipo de reforma de nuestro sistema económico? Tal vez sí. ¿De qué depende?, me he preguntado. Depende de pocas personas individuales, tal vez de menos que los actuales diputados y senadores. ¿Qué visión, anhelo o emociones habrá impulsado a José Luis del Río a ceder esa parte de su capital y sus derechos? Creo que no pueden haber sido otros que los de generosidad, justicia, de compartir lo que tiene, expresar su cariño o aprecio por la gente que ha trabajado con él u otros semejantes. Allí está la fuente. Y creo que eso está y se puede despertar más en muchas, muchas personas con un clima de respeto, de invitación genuina, de responsabilidad. Es el tiempo de creer en eso y apostar a que reformas de este tipo, con sus naturales variantes, se pueden y deben expandir.