Las Reformas
más urgentes
Ernesto
Tironi B. 5-11-20
Llegó
el tiempo de pensar en serio en las reformas más urgentes, indispensables o
claves que necesita nuestra Constitución Política. Algunos temen que el número
de propuestas sea tan grande que el debate se eternice o las posibilidades de
acuerdo se minimicen. Algunos hablan de un texto que puede parecer a un árbol
de pascua lleno de regalitos colgando para todos.
Propongo
hacerse otra pregunta: ¿Qué es lo más importante y urgente de cambiar de la Constitución
actual? O puesto de otra forma: ¿Cuáles serían los principales e impostergables
defectos de la organización política, socioeconómica e institucional que
deben corregirse de la actual carta?
Mi
respuesta es que las principales deficiencias a corregir de la Constitución de hoy
son dos: 1) La ausencia de un mecanismo que permita superar o resolver las
diferencias o confrontaciones que surjan entre el Poder Ejecutivo (Presidente)
y el Legislativo en algunas materias claves para la marcha del país. Un ejemplo obvio de esta situación, es la
reforma del sistema de pensiones que sigue postergándose por más de una década.
Lo mismo con la reforma para establecer un Plan Mínimo de Salud, único, igual y obligatorio que deban proveer todas
las Isapres. La otra deficiencia clave es,
2) La instalación casi a perpetuidad de los
políticos en el Parlamento, las Municipalidades y algunos otros organismos, a
través de un entramado de arreglos y distribución de dinero público a los Partidos
Políticos que actúan, en la práctica, como agencias de empleo para asegurar una
especie de “carrera profesional o funcionaria” para quienes escogen esta
ocupación de “políticos”. Saltan, a menudo desde muy jóvenes, de los Centros de
Alumno de la U a los Concejos Municipales o alcaldías, o a Secretario o
Dirigente de su Partido, a Jefes de Gabinete, luego Diputado y finalmente
Senador. Parecido a quienes de la Escuela Militar salen como subtenientes, y
luego ascienden a Capitán, Coronel y General.
Con el agravante que en la carrera de político profesional no hay fecha
de retiro obligatorio ni un reglamento suficientemente transparente y conocido
para determinar los ascensos. Sería poco elegante dar nombres o escribir aquí
ejemplos de lo recién señalado. Basta que el lector interesado lea con atención
el currículo completo de la mayoría de los parlamentarios. La máquina para
adquirir y conservar el poder se cierra y retroalimenta con la alianza entre
dirigentes de partidos y parlamentarios para elegir candidatos a cargos públicos
(el cuoteo), con los fondos que se asignan para personal subalterno (que a
menudo trabajan como operadores políticos para asegurarles las reelecciones) y
con programas de gasto público que se conservan para favorecer a grupos de
interés para los parlamentarios. Ellos se lucen distribuyendo fondos con
dineros fiscales, y se resisten a cerrar programas de gasto público evaluados
como deficientes y que ya no se justifican.
Las consecuencias más
dañinas de este sistema organizativo de las funciones y carreras políticas
tienden a ser la conformación de una élite política muy auto-referente, poco penetrable,
aislada de las urgencias de la gente común y sin experiencia en el mundo real o
el trabajo normal en organizaciones y empresas. Nunca han tenido que pagar PPM
ni Previred a principio de mes. Pasan más ocupados de sus luchas políticas o
ideológicas e intrigas partidarias, que en sesionar para revisar y aprobar a
tiempo las leyes que se necesitan (que es para lo que se les paga el sueldo).
Un ejemplo claro de esto son la cantidad de horas dedicadas a acusaciones
constitucionales comparadas con las dedicadas a encontrar una fórmula, aunque
sea provisoria, para subir las pensiones
mínimas. Por eso puede estarse generando
el gran rechazo de la mayoría de los
ciudadanos a la política. También el desprestigio de la labor del parlamento,
de los partidos y de otras instituciones públicas. Sin embargo, cuando la gente
protesta por la poca respuesta que reciben del Estado en materia de pensiones
dignas, mejor salud, bajas pensiones, etc., esa elite política se da como
explicación del descontento que la gente comparte sus teorías ideológicas del
neoliberalismo, la mala distribución de ingresos o el abuso empresarial. Cero
auto-crítica y capacidad de hacerse
cargo de su escasa dedicación a legislar bien, a corregir los programas
públicos deficientes y a hacer más eficiente al Estado.
Seguramente pueden
haber muchas fórmulas o disposiciones constitucionales para resolver esos dos
problemas que considero los más graves, básicos y urgentes de nuestro sistema
de gobierno. Propongo sin embargo dos medidas muy simples, directas y creo que
efectivas. Para la paralización de decisiones claves por bloqueo mutuo de
Presidente y Congreso, simplemente instituir la facultad para cada uno de
llamar a un Plebiscito para que sean los ciudadanos quienes tengan que dirimir
materias en que ellos están en desacuerdo. Por ejemplo, entre la propuesta de
uno que plantea 6% de cotización adicional a un sistema de reparto y el otro
que plantea una distribución igual de 2% a reparto, fondo individual y seguro
de cesantía. Punto. Se redactan en 6 líneas la Propuesta A y la B y los
ciudadanos decidimos, de tal manera que así se resuelve el tema y no se
posterga hasta que explote.
Para el problema de
la “carrera de político profesional” alejado de la gente común por sus privilegios y trenzas de poder, dos
medidas. Una, terminar los sueldos de millones de pesos que a menudo superan en
10 veces el sueldo que ganaría ejerciendo la profesión que tenga. Hacer que el sueldo de todo parlamentario no pueda
ser superior a 5 veces el sueldo promedio de un chileno según lo calcula cada
año el INE; o sea, $3 millones de pesos mensuales (el sueldo medio hoy es como
$600,000). Así es que nadie siga acariciando la idea de que al llegar al
parlamento ganará $7 o $9 millones. Como
ocurre en la mayoría de los países cultos y avanzados, como los nórdicos, Alemania o Australia,
llegar al parlamento es un servicio público por el cual uno se sacrifica y por un tiempo limitado. Las otra medidas
clave son: a) terminar con los altos estipendios para sus “gastos distritales”
(en realidad fondos para sus reelecciones), b) terminar también con las reelecciones
por más de un período. c) poner períodos
más largos (mínimo 2 o 3 años) para poder acceder a otro cargo remunerado por
el Estado. Así se hará menos fácil que se constituya y conserve una élite de
políticos que se dediquen a este oficio como una profesión para toda la vida.
Espero que medidas
como estas sean las reformas que mejoren nuestro sistema de gobierno y por ende
nuestra sociedad.
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