El Estallido del 19 en clave emocional
El Estallido del 19 en
clave emocional
Ernesto Tironi 25-12-19
Pocas dudas nos caben a algunos,
de que el Estallido del 2019 en Chile no puede entenderse con una mirada sólo
ideológica, ni política, y ni siquiera sólo racional. Los factores emocionales,
individuales y colectivos, estarían siendo claves. Pero, ¿cuáles?, ¿cómo?
Entre los intelectuales que más
tempranamente ha otorgado un rol clave a las emociones tanto en la vida humana
en general como a la política en particular, está el biólogo chileno Humberto
Maturana. Ya en 1988, y como parte del proceso
de entonces por recuperar pacíficamente la democracia, publicó un señero
libro bajo el título, Emociones y lenguaje en educación y política
que lleva decenas de ediciones.
Más importante todavía hoy, es
que Maturana es un referente intelectual y filosófico de muchos de los grupos y
personeros detrás del Estallido del 19 en Chile. Ciertamente de los movimientos
feministas inspirados en la crítica de Maturana a la cultura patriarcal que predomina
en nuestros tiempos. Seguro que Maturana sería reconocido como un referente muy
fuerte de los intelectuales claves del Frente Amplio. Entonces bien vale la pena escuchar qué ha
dicho Maturana, a sus 91 años hoy, sobre el Estallido de Chile.
Paradojalmente, justo ese martes del miedo máximo (el 12 de noviembre), dio una
extraordinaria y extensa entrevista en un Programa de Red TV, llamado “Mentiras
verdaderas”. El lector que quiera ver
entera su entrevista, puede encontrarla en YouTube. A mi me pareció tan
profunda y valiosa que la transcribí y subí
a mi blog www.ernestotironi.blogspot.com, para
hacerla disponible al máximo posible de lectores.
¿Qué
dice Maturana sobre algunos aspectos claves del Estallido del 19?
Primero que nada Maturana destaca que el descontento
social parece venir de una “queja que
tiene que ver con un vivir bajo la declaración
de que somos un país democrático pero sin ser verdaderamente
democrático”. Y agrega: “La democracia es un modo de convivir; no es una teoría
política; es un propósito de convivencia en el
deseo mismo de convivir y de coexistir. Entonces no es (sólo) una
declaración política, es un propósito de
convivencia que, inevitablemente como
propósito de convivencia, se funda en el
mutuo respeto, en la honestidad en el conversar, en el escucharse, en el
reflexionar para poder tener un proyecto común de ese propósito de convivencia
y coexistencia”. O sea, Maturana atribuye
la crisis en parte a deficiencias en esos tres aspectos específicos de
nuestro convivir: respeto, escucha, reflexión.
Y a la inconsistencia de nuestra declaración de ser democráticos, sin
practicar tanto una verdadera democracia.
En segundo lugar, destaca el carácter
poco cordial o amoroso de nuestras relaciones humanas y sociales. Añade que esa
cualidad de ser amoroso “se pierde en la infancia cuando uno no es respetado.
Todo sustantivo tiene un verbo que lo sostiene. El verbo que sostiene el sustantivo amor, la acción
que lo sostiene, es el dejar aparecer, el escuchar, el ver de modo que el otro
tenga presencia. Y las quejas de no ser amado, no ser querido, son siempre quejas por no haber
tenido presencia. Entonces sucede que, cuando se genera un espacio de
convivencia y no está esa condición fundamental, si queremos convivir en el mutuo respeto, en
la conversación reflexiva, en el poder cambiar de opinión para generar un
proyecto común, no se vive en el amar. Entonces se vive en la queja de: no me
escuchas, no me ves, no me quieres”. ¿Cuánto de esto vemos hoy en niños y niñas
en las escuelas, universidades y
familias chilenas? ¿Cuánto de la
violencia que nuestros escolares han mostrado se deberá al abandono de sus
padres en la sociedad en que estamos? Y remata, “El amar no es una teoría, es un modo de
relacionarse, escuchar, dejar aparecer. La democracia no es una teoría; es un modo de convivir en el escuchar y en el
dejar aparecer”.
Tercero, sobre nuestras prácticas de gobierno señala algo que
considero genial. Que “tenemos un
discurso que en cierta manera niega esa posibilidad de escuchar y
dejar aparecer al otro. Hablamos
de Gobierno y Oposición. Sí,
elegimos nuestras autoridades, elegimos a quien delegamos ciertas responsabilidades en la convivencia, pero
hablamos del gobierno y de la oposición.
Entonces al hablar de gobierno y de oposición estamos en una confrontación. Deberíamos hablar en vez, de Gobierno y Colaboración. Yo oposición,
voy a defender mi postura, yo gobierno, voy a defender mi postura; gobierno vs
oposición. Pero si es gobierno y colaboración, yo tengo una responsabilidad
asignada. Porque no es cuestión de poder. La
elección de un presidente es la asignación de una responsabilidad; yo soy responsable administrativo como
presidente. Y si estoy con una oposición voy a estar siempre en lucha. Pero si es una colaboración vamos a
conversar. ¿En torno a qué? En torno a
los temas de la comunidad”.
Así, en este
estilo, aborda e invita a reflexionar sobre dominios tan claves sobre la
organización de nuestra sociedad como son,
la competencia como base del sistema económico; la violencia, la destrucción y sentirse parte
de la comunidad, el barrio, el país; sobre las formas dañinas en que se
practica la política; sobre teorías sociales, ideologías y fanatismo; sobre la administración de la fuerza en la
sociedad, el rol de carabineros y la Fuerzas Armadas; sobre la responsabilidad de los ciudadanos, y
sobre vandalismo y la renuncia del
Presidente.
Quiero concluir
aquí con una reflexión sorprendente de
Maturana sobre un tema muy clave, no sólo en el Estallido del 19 sino como punto ideológico muy central en el último
gobierno chileno de centro-izquierda. Me
refiero al tema de los derechos sociales y su rol protagónico en la sociedad y
la cultura; i.e. de ir hacia una sociedad de derechos garantizados.
Al respecto,
Maturana sostiene: “A veces no me gusta
la noción de los derechos, prefiero Compromisos
de convivencia, porque el compromiso de convivencia implica a dos. El
derecho me permite exigirle al otro que satisfaga mi derecho, pero no me dice
nada sobre cómo tengo que conducirme yo.
En el compromiso de
convivencia los dos estamos
comprometidos, el Estado y yo, por así decirlo; el otro y yo. Porque queremos
convivir de una cierta manera, en el respeto, en la dignidad, en fin, en lo que
se quiera que sean los compromisos de convivencia que tenemos... La declaración
de los derechos humanos surgió en un momento histórico en el cual había que
proteger a la persona por toda la historia de abusos que hubo en la Segunda
Guerra mundial. Salimos de eso, pero nos quedan los derechos como exigencia que
yo puedo hacerle al otro. Un niño exige sus derechos, los ciudadanos exigen sus
derechos. ¿Y cuáles son sus compromisos?
O sea, los derechos no implican
acuerdo: el otro tiene que hacer algo que me debe. Yo pienso que tenemos que
cambiar la noción de derecho por compromisos de convivencia.”
Invito encarecidamente al lector a
ver la entrevista completa de Maturana o leerla in extenso en el blog señalado
arriba para entender más nuestra
actual crisis y eventualmente encontrar una mejor salida de ella.
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