La oportunidad del Presidente
La oportunidad del
Presidente
Ernesto Tironi 30-10-9
Una de las formas de entender lo
que nos ha conducido al estallido social de octubre en Chile, es afirmando que
no hemos sabido como sociedad ir haciendo a
tiempo las transformaciones adecuadas a nuestro sistema económico (de
producción y distribución de lo necesario) y a nuestro sistema político (de
decidir, gobernar y gestionar lo público).
Estimo que para hacer esas
transformaciones se requiere una combinación equilibrada de sensibilidad social
y competencia técnica. Ellas no se obtienen con una sola de esas capacidades.
Un ejemplo reciente de lo último fue el gobierno de Bachelet 2 que, con buena
sensibilidad social y política, puso el acento en mejorar la calidad de la
educación. Pero la poca competencia
técnica para lograrlo, aplicando medidas equivocadas (el énfasis en nuevos
métodos de selección para el ingreso de alumnos y fin de los colegios subvencionados
en vez de mejorar los establecimientos
municipales), llevó a frustrar las
expectativas con esa transformación. Por
otra parte gobiernos como el de Piñera, con toda la reconocida competencia
técnica de él mismo y de la gran mayoría de sus ministros, se han equivocado en
las prioridades que han escogido y en la
forma cómo comunicarse empaticamente con la ciudadanía. No han tenido hasta
ahora la sensibilidad, la cercanía, las habilidades blandas necesarias para
hacer las reformas que Chile necesita hoy.
En general, podría decirse que
se distribuyen inversamente la sensibilidad social y competencia técnica entre
los sectores políticos de izquierda y de derecha en el Chile de la última
década. No ocurre lo mismo con el apego
al poder, por ejemplo. Ambos sectores se
niegan igual a limitar la reelección de los parlamentarios. Tampoco con
la corrupción: boletas falsas se entregaron por dirigentes de ambos sectores. En estos dominios los dos sectores son más
parecidos; no en competencias técnicas ni en empatía con la mayoría de la sociedad
y los ciudadanos en general.
Si se acepta esta característica
de una distribución inversa de sensibilidad social y competencia técnica, creo
que el Presidente Piñera tiene una oportunidad histórica para realizar las
transformaciones que este Estallido Social de Octubre puso en la agenda
pública. En los dos años que le quedan, tiene una oportunidad única de iniciar
una transformación profunda y radical, pero pacífica y bien hecha, de nuestro
sistema o modelo económico-social. En lo económico, pocos como él pueden
inspirar más confianza a los sectores de derecha y a los empresarios de que
entiende cómo cambiar el actual modelo sin desarticular sus piezas claves
que funcionan bien. Nadie podría
acusarlo de no entender sobre qué bases se ha sustentado el éxito económico chileno hasta
ahora.
Después de lo que puso en
evidencia este estallido social sobre el grado de malestar de la población y el
apoyo a la violencia como medio para exigir resultados distintos y correcciones
profundas, tal vez el gran empresariado nacional se puede estar
preguntando, “¿Me conviene más aceptar
cambios de política económica pública que conduzcan a mayor igualdad social
aunque me signifiquen menores ganancias?”. O “¿convendría ir todavía más lejos,
y aceptar nuevas políticas aunque signifique cambios importantes del actual
modelo económico?” La disyuntiva puede
ser hoy, “Más igualdad o fin del modelo
completo; elijan”. Ante esa
encrucijada, las respuestas posibles
pueden ser: Resistencia o Aceptación (del mal menor). Para la primera
estrategia como respuesta, el líder natural de la derecha para conducirla
probablemente sería José Antonio Kast.
Para la segunda – la aceptación de cambios del modelo – el líder más
recomendable probablemente no sea M.J. Ossandón. Más vale que sea Piñera y ahora. Puede ser que esperar hasta una nueva
elección de presidente en dos años más sea mucho riesgo. No se puede acumular más presión al sistema:
sus paredes no la resisten.
En este sentido, postulo que el
Presidente Piñera tiene la mayor oportunidad de su vida de pasar a la historia
de Chile como un líder que condujo la transformación del modelo económico para
mejorarlo sustantivamente en cuanto a su capacidad de generar los resultados
que la sociedad ha venido pidiendo ultimamente. Ya no es principalmente
crecimiento económico. Es el crecimiento suficiente y adecuado para mejores
pensiones, mejor salud y menos abuso de las empresas con sus consumidores de
servicios claves.
En este contexto, la acusación
que hacen muchos de que Piñera es un frío empresario antes que un político
empático, se le transforma en un activo para liderar las transformaciones
requeridas. La condición clave para su éxito, en todo caso, estimo que es que
vuelva a la orientación con que empezó su período y que después abandonó:
trabajar constantemente buscando la unidad nacional y no la confrontación ni la
polarización. Si lo hace, podría pasar a la historia como un gran presidente de
Chile.
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