Explicaciones de la crisis chilena del 18-O
Explicaciones de la crisis chilena del 18-O
Ernesto
Tironi B. 31-10-9
Pienso que la crisis de hoy en Chile revela
un malestar no sólo con la política ni menos sólo con la economía. Puede ser en
parte un modo de vida que está haciendo crisis. Estimo que podría ser el modo
de vida individualista, competitivo y consumista que estamos llevando, en que
creemos que con más cosas seremos más felices o, al menos, estaremos mucho
mejor.
Nos apuramos mucho en atribuir
determinados motivos para lo que lleva a la gente a volverse violenta o a salir
a la calle a protestar. Esto es comprensible porque parece que los humanos nos
sentimos muy mal cuando ocurren cosas inesperadas y no tenemos una explicación
para ellas. Entonces aparecen los políticos o los opinólogos a darnos
explicaciones y al final nos compramos una que nos calce con nuestra tradición
familiar nuestro grupo de amigos, nuestra profesión, etcétera y le atribuimos
el carácter de certeza, lo verdadero: “El Estallido Social de Octubre se debe a
la mala distribución del ingreso”. Punto; y todos empezamos a repetir lo mismo.
¿Acaso eso la hace “verdadera”?
Y no objeto a que consideremos que
la distribución de ingresos es injusta o que sea prioritario hacerla más
igualitaria. Lo que objeto es atribuirla tan simplistamente como la causa de los descontentos sociales,
las marchas y el desbarajuste de Chile en octubre.
Estimo que una de las
características más distintivas de las manifestaciones masivas en las calles de
Chile ha sido la diversidad de causas que motivaban a las personas. Los
elementos comunes parecen ser más emociones que propósitos específicos (como
“No más AFPs”) o hechos (como un alza de las remuneraciones en 10%). Creo que
lo más común era, por un lado rabia, molestia, hastío, al principio. Hacia el
final, en la marcha festiva del viernes la ilusión de cambios, de nuevas
posibilidades.
Eso creen los muchos que se sienten frustrados
y enrabiados por no poder acceder a más de las cosas que tienen los ricos, y
que la publicidad les reitera que los harán felices. También lo creen esa
minoría de más afortunados que acaparan bienes y viven con miedo a que los
bárbaros intenten quitárselos.
Así, unos con rabia y otros con miedo
formamos una sociedad frágil y polarizada que se hace la ilusión de que los
políticos o economistas encontrarán el cambio que necesitamos. Ellos son más
parte del problema que de la solución.
Tal vez encontremos la salida que buscamos cuando dejemos de atribuirles
a ellos y otros capacidades que no tienen, y nos volvamos a nosotros mismos
para decidir vivir cada uno de un modo más humano.
Ernesto
Tironi
Economista
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