Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

jueves, diciembre 26, 2019

Síntesis de interpretación del Estallido basado en Maturana



Síntesis de una interpretación del Estallido de Chile

Basado en  Maturana

Ernesto Tironi    7-12-19

 

 

         Ese martes del miedo máximo (el 12 de noviembre), el distinguido biólogo y Premio Nacional de ciencias Humberto Maturana dio una extraordinaria entrevista en un Programa de Red TV, llamado “Mentiras verdaderas”.  Estimo que da pistas tan profundas sobre lo que nos ha pasado, que intentaré aquí hacer un extracto de algunos de los puntos que nos dan claves para entenderlo. Aclaro que no es necesariamente la visión de él, sino la mía basada en algunas de sus observaciones. El lector que quiera ver entera su entrevista, puede encontrarla en YouTube o leerla en mi blog www.ernestotironi.blogspot.com.

 

      Primero, ¿de dónde puede venir este descontento social, o queja, que afloró tan fuerte, además o aparte de la violencia?  Maturana responde, “Yo creo que la queja tiene que ver con un vivir bajo la declaración  de que somos un país democrático pero (sin ser verdaderamente) democrático. La democracia es un modo de convivir; no es una teoría política; es un propósito de convivencia en el  deseo mismo de convivir y de coexistir. Entonces no es una declaración  política, es un propósito de convivencia, que inevitablemente, como propósito de convivencia,  se funda en el mutuo respeto, en la honestidad en el conversar, en el escucharse, en el reflexionar para poder tener un proyecto común de ese propósito de convivencia y coexistencia”. O sea, Maturana empieza por destacar la deficiencia en esos aspectos específicos de nuestro convivir: respeto, escucha, reflexión.  Y en la consistencia en nuestra declaración de ser democráticos, pero no practicar tanto una verdadera democracia.

 

      En segundo lugar, destaca el carácter poco cordial o amoroso de nuestras relaciones humanas. Y agrega que esa cualidad de ser amoroso “se pierde en la infancia cuando uno no es respetado. Todo sustantivo tiene un verbo que lo sostiene. El verbo   que sostiene el sustantivo amor, la acción que lo sostiene, es el dejar aparecer, el escuchar, el ver de modo que el otro tenga presencia. Y las quejas de no ser amado, no  ser querido, son siempre quejas por no haber tenido presencia. Entonces sucede que, cuando se genera un espacio de convivencia y no está esa condición fundamental,  si queremos convivir en el mutuo respeto, en la conversación reflexiva, en el poder cambiar de opinión para generar un proyecto común, no se vive en el amar. Entonces se vive en la queja de no me escucha, no me ves, no me quieres”. ¿Cuánto de esto vemos hoy en niños y niñas en las escuelas,  universidades y familias chilenas?  Y agrega, “El  amar no es una teoría, es un modo de relacionarse, escuchar, dejar aparecer. La democracia no es una teoría;  es un modo de convivir en el escuchar y en el dejar aparecer. Y porque se quiere justamente convivir, se es honesto”.

 

            Tercero, sobre nuestras prácticas de gobierno señala algo que considero genial. Quetenemos un discurso que en cierta manera niega esa posibilidad de escuchar y dejar aparecer al otro.  Hablamos de gobierno y oposición. Sí, elegimos nuestras autoridades, elegimos a quien delegamos ciertas  responsabilidades en la convivencia, pero hablamos del gobierno y de la oposición.  Entonces al hablar de gobierno y de oposición estamos en una  confrontación. Deberíamos hablar en vez, de gobierno y colaboración. Yo oposición, voy a defender mi postura, yo gobierno, voy a defender mi postura; gobierno vs oposición. Pero si es gobierno y colaboración, yo tengo una responsabilidad asignada. Porque no es cuestión de poder. La  elección de un presidente es la asignación  de una responsabilidad;  yo soy responsable administrativo como presidente. Y si estoy con una oposición voy a estar siempre en lucha.  Pero si es una colaboración vamos a conversar.  ¿En torno a qué? En torno a los temas de la comunidad”.

 

    Enseguida profundiza en por qué puede pasarnos eso, señalando que tendemos a hablar más desde nuestras ideologías o teorías antes que desde los propósitos que declaramos o convenimos. Y dice, que

si tenemos una teoría política que tiene ciertas premisas básicas que yo considero mis principios, no voy a reflexionar sobre ello, voy a estar atrapado en los principios... Lo  que pasa es que en las teorías, las premisas fundamentales que son aceptadas a priori, son tratadas como verdades, entonces uno no reflexiona sobre ellas. Pero si yo las trato como principios que yo adopto, desde mi preferencia, desde mi emoción, puedo poder revisarlos. Porque puede ser que hay momentos en que yo tenga que cambiar de elementos básicos (de principios o premisas)  para poder resolver un problema.

Toda teoría política, filosófica, culinaria, matemática se funda en premisas básicas aceptadas a priori que constituyen el fundamento de un desarrollo lógico. O sea toda teoría es un sistema lógico, pero a partir de ciertas premisas básicas aceptadas a priori. Entonces si yo me encuentro con una situación que queda afuera de ese espacio (de premisas), debería poder revisar mis premisas o ser consciente que adopto otras, o desarrollar otros sistemas reflexivos en relación a la situación en que me encuentro”.

 

     Más adelante agrega sobre algo que se ha repetido bastante estos meses de que que tenemos que escucharnos más: “tenemos que ver qué es lo que está sucediendo para darnos cuenta y actuar adecuadamente. Pero adecuadamente significa de acuerdo a la naturaleza del problema que vemos, no necesariamente en relación a una teoría. Todos los conflictos  humanos son conflictos de deseos, nos encontramos con deseos contradictorios, entonces, ¿queremos convivir o no?  Ahí está el tema. Si no queremos convivir,  vamos a seguir  tratando de imponer un deseo sobre el otro. En cambio, si queremos convivir nos vamos a detener a reflexionar en  ¿cómo es que tenemos deseos contradictorios?

¿Podemos encontrar un espacio en el cual nuestros deseos no sean contradictorios si queremos convivir?”.

 

 

       Luego destaca dos puntos centrales en su visión: el énfasis excesivo en los derechos, vis a sis los compromisos, y en la competición como forma de vivir y relacionarse. Con respecto a  los primeros señala: “A veces no me gusta la noción de los derechos, prefiero compromisos de convivencia, porque el compromiso de convivencia implica a dos. El derecho me permite exigirle al otro que satisfaga mi derecho, pero no me dice nada sobre como tengo que conducirme yo.  En el compromiso de convivencia, los dos estamos comprometidos, el Estado y yo, por así decirlo; el otro y yo. Porque queremos convivir de una cierta manera, en el respeto, en la dignidad, en fin, en lo que se quiera que sean los compromisos de convivencia que tenemos... La declaración de los derechos humanos surgió en un momento histórico en el cual había que proteger a la persona por toda la historia de abusos que hubo en la Segunda Guerra mundial. Salimos de eso, pero nos quedan los derechos como exigencia que yo puedo hacerle al otro. Un niño exige sus derechos, los ciudadanos exigen sus derechos. ¿Y cuáles son sus compromisos?. O sea los derechos no implican acuerdo: el otro tiene que hacer algo que me debe. Yo pienso que tenemos que cambiar la noción de derecho por compromisos de convivencia.”

 

         Y sobre la competencia y sus efectos dice: “Estamos viviendo en un país de competencia, de competencia económica: tenemos que competir. Y la  competencia es siempre negativa. La competencia no implica progreso porque después de competir yo quiero ser mejor que el otro, entonces me niego a mi mismo porque el otro pasa a ser mi referente. No es que no lleve al progreso la competencia; nos lleva a una negación reciproca del otro y de sí mismo. Ahora muchas personas se salen de la competencia, actúan de manera distinta. Pero hablamos de competencia y de que tenemos que competir. El competir no mejora; al contrario, lo niega a uno porque pone al otro como referente de lo que uno hace”.

 

                También se le consulta sobre por qué surge la violencia y destrucción, y dice: “Aparece porque la persona carece de la historia y de la consciencia de quién la hace posible (a la persona misma). Y es la comunidad la que lo hace posible. Porque ningún ser vivo, ninguna persona,  vive en el vacío. Todos vivimos en un medio. Hasta el mendigo vive de las personas ante quienes mendiga, porque, si no, se muere de hambre. Todo ser vivo vive en un espacio, un nicho ecológico que lo hace posible. Pero si yo no estoy consciente de eso,  no respeto esa circunstancia. No me hago cargo de que en realidad yo vivo donde vivo gracias a la comunidad que me hace posible el vivir ahí, cualquiera sea mi teoría filosófica o política”.

                Y sobre la política agrega, “Lo que sucede es que como estamos inmersos en esta energía de la competencia y de economía, de pura teoría economicista de la competencia, todo eso es una negación de la democracia. Porque la democracia se constituye en el deseo de convivir en el mutuo respeto,  en el respeto por sí mismo, en la honestidad, en la reflexión. Entonces pasa que uno no oye eso de los políticos; ellos sólo discuten, no se les escucha conversar. Los encuentros de personeros del gobierno con los políticos son una defensa de teorías, una clasificación en clases.  No hay respeto a la política porque no se entiende que en el fondo la política dice: que mi tema es el bienestar de la polis, de la ciudad, de los ciudadanos. Ese es mi tema; esa es mi profesión,  todo lo que yo tengo que hacer tiene que ver con el bienestar de la comunidad. Entonces, en un cargo de Diputado o de Senador, esa es mi responsabilidad. En el cargo de Presidente, esa es mi responsabilidad. Pero como pensamos distinto tenemos que conversar, y esa es parte de la responsabilidad que uno adquiere al aceptar un cargo en el gobierno, en el parlamento, etc. Tenemos que darnos cuenta que somos co-constructores todos de ese espacio de convivencia que nos hace posibles.  Y si nos damos cuenta que somos co-constructores,  y que co-construimos con las conversaciones, con las ideas, con las responsabilidades que asumimos, vamos a sentirnos responsables.  Pero algunos no se sienten responsables. Los jóvenes, o al menos algunos en particular,  no se sienten responsables y entonces están dispuestos a destruir”.

         Cuando uno, en su  conversación, transforma la conversación en un dialogo de teorías, eso es fanatismo. El fanatismo es el apego a las premisas fundamentales de una teoría que uno tiene. Ese es el fanatismo: tengo una teoría con estas premisas y no estoy dispuesto a reflexionar sobre ellas.  Ahora, si quiero convivir en el mutuo respeto y en la honestidad, entonces tengo que ser capaz de reflexionar sobre las premisas. Pero si no quiero reflexionar sobre las premisas, estoy en el fanatismo; no voy a convivir en el mutuo respeto  porque le voy a exigir al otro que satisfaga lo que yo pienso que debe satisfacer según mi teoría”.

 

 

                         Sobre administración de la fuerza y rol de carabineros y FFAA, señala algo notable: Estuve presente cuando fue el Golpe militar. Se allanó la Facultad de Ciencias, la Universidad, en fin. En esa época el soldado decía: si no me obedeces yo te puedo matar. Estaba permitido si uno no cumplía el toque de queda; había una norma. Pero ahora cuando el Presidente declaró el Estado de Emergencia, la situación era infinitamente distinta. Ese soldado no estaba protegido por una ley; no te podía matar. Ese carabinero tampoco estaba protegido por una ley;  tenía un arma pero tampoco te podía simplemente matar. Ambos se encuentran en un conflicto. Cuando fue el golpe militar, yo soldado, allano este lugar y tengo derecho a matar. Ahora yo soldado estoy viendo que se cumpla un toque de queda y no tengo derecho a matar. Entonces hay una contradicción: entrego a un carabinero o  a un militar un arma que NO puede usar. Y la persona, el civil, sabe eso. Como cuando uno se encuentra con otro y le dice, ya pégame, pégame. Eso no puede ser. El civil tiene que tener una responsabilidad también. Yo tengo que saber que hay ciertas cosas que yo no puedo hacer; que son parte del compromiso de convivencia,  de una convivencia democrática. Pero si además de ser una convivencia declarada democrática, y estoy centrado en la competencia, en el abuso, en el aprovecharme de las ventajas que yo encuentro para mi, estoy también en una contradicción. Si queremos una convivencia democrática debe ser fundada en el mutuo respeto, en la equidad, la ética, en la reflexión, en poder conversar y cambiar de opinión. Pero eso tiene que vivirse desde la infancia, como un aspecto de la convivencia”.

 

        Y agrega: “Creo que el problema con los derechos humanos, como decíamos al principio, está  en el planteamiento de la noción derecho. Si yo tengo el derecho, es el otro el que tiene que satisfacer mi derecho; no me responsabiliza a mi de lo que hago. Pero si tengo un compromiso de convivencia, soy tan responsable como el otro. Por supuesto los derechos humanos tienen una importancia histórica y hay ciertas cosas que pueden ser derechos en un sentido absoluto.  Por ejemplo, los mandamientos cristianos: no matar. Eso es muy delicado porque, ¿cuál es mi compromiso?  Ya, el otro no me puede matar, ¿y yo? ¿Estoy  yo comprometido a no matarlo?  ¿Tiene el otro el derecho a que yo no lo mate? Por eso es que yo creo que es mejor hablar compromisos o acuerdos de convivencia”.

 

Sobre vandalismo y renuncia del Presidente, acota: “No creo que esto se resuelva con la renuncia del presidente. Se resuelve con qué actitud vamos a tener de aquí para adelante; con el mismo presidente o con un presidente nuevo. El vandalismo es vandalismo, no es protesta. Pero resulta que el vandalismo se mete con esta otra cosa, la manifestación de descontento de la comunidad y se mete con el aspecto de una protesta. No, no lo es, y eso (el vandalismo) no es aceptable en ninguna circunstancia, me parece a mi. Si tenemos este presidente que fue elegido y él abre los espacios para que efectivamente se converse, se discuta, puede tener una conducta ética incluso para que haya un cambio de Constitución en el cual pasará lo que sea que ese cambio constitucional indique. Me parece bien (el cambio de Constitución), es más rápido. Por lo demás, no entrar a cambiarlo todo al tiro, a través de elecciones,  etc. y  hacerlo todo de nuevo. Actuar de acuerdo a lo que la comunidad en el fondo está pidiendo: ser vista, ser escuchada, y participar en la generación de las normas fundamentales de la nueva Constitución...

 

                         Creo que el que está haciendo un destrozo, un vandalismo, sabe que lo que está haciendo no es correcto, no es adecuado. Y lo sabe porque se oculta. Entonces sí; yo creo que uno debe ampliar la reflexión, castigar con las penas que la ley indica a las violaciones de la ley, pero al mismo tiempo ampliar la reflexión. Si no son tontos.

                         Un amigo mío, físico y mago, Heinz Von Foster, decía: mientras mejor definido es un sistema, más fácil es engañarlo. ¿Y qué hacen ellos? Saben hacer trampa. Toda la situación está perfectamente descrita: yo sé que por este huequito me puedo meter. Así es que el tema es lograr que estas personas piensen: ¿quiero yo o no quiero convivir?”.