Trump, Chile y
fanatismos
Ernesto Tironi B. 14-1-1
Estas semanas hemos sido
testigos de otro estallido social inesperado que nos ha conmovido: el asalto al
Congreso de los Estados Unidos por parte de un grupo, no tan pequeño, de
seguidores de Trump.
¿Habrá algunas semejanzas entre
lo ocurrido allá y lo que nos pasó acá el 18 de Octubre? Si fuera así, ¿cuáles? ¿Habrá algo en común
por mera coincidencia, o tal vez como resultado de algún factor asociado a
ambos casos en los tiempos que hoy vivimos, como la revolución en las
comunicaciones, las redes sociales (celulares, twitter, ws, etc) u otros
factores? ¿Qué más habrá detrás y hacia dónde nos puede conducir todo esto?
Postulo que existiría un fuerte
factor común detrás de esos episodios de violencia en Estados Unidos y Chile: el
comportamiento fanático de los participantes, instigadores y ayudistas, ya sea
intelectuales o directos, en esos eventos. El Diccionario de la Real
Academia define como fanatismo a “el apasionamiento o tenacidad desmedida en defensa
de creencias y opiniones, especialmente políticas y religiosas”. Otros agregan,
acciones irracionales, obstinadas, “un entusiasmo exagerado o desproporcionado
por algo”, que normalmente conduce a enfrentamientos fuertes e incluso muertes,
a veces masivas.
Es interesante apreciar que el
fanatismo como impulso o concepto ha sido abordado por muchos ilustres
pensadores y filósofos desde la época de los griegos hasta nuestros días. Fue objeto de estudio
por parte del padre del liberalismo, Locke (en su “Carta sobre la tolerancia”),
por Voltaire, Kant y muchos otros. Esto no fue por mero capricho o genio de
ellos como individuos, sino como un intento más bien desesperado por comprender
y encontrar solución a las despiadadas guerras religiosas que les tocaron en
sus épocas. Pero no fue sólo entonces. Subsiste el estudio del tema porque los
comportamientos fanáticos no se limitan a los dominios señalados, sino que se
ha dado en la ciencia, el arte, lo hobbies, las razas, las nacionalidades, e
incluso el deporte. Estuvo detrás del evento histórico más sangriento y mortal
de la historia humana, como fue el nazismo, y retratado magistralmente a nivel
personal por novelistas tan notables como Albert Camus (“El hombre rebelde”).
El actuar fanático se alimenta y
complementa principalmente con un comportamiento que hemos visto mucho estos
últimos tiempos: el de usar la mentira, la exageración en tal magnitud que
lleve a faltar premeditadamente a la verdad (como por ej. que “todo el
desarrollo económico chileno de los últimos 30 años solamente favoreció a los
ricos” o “me robaron la elección”). Ese insigne periodista, escritor y
observador de nuestras sociedades contemporáneas, como fue el polaco Ryszard
Kapuscinsci, lo resumió así: “Si entre las muchas verdades eliges una sola y la
persigues ciegamente, ella se convertirá en falsedad, y tú en un fanático”.
Esto fue dicho antes de que las redes sociales permitieran llegar a millones en
minutos, repetir incesantemente mentiras y ocultar fuentes e identidades.
Un personaje aún más
contemporáneo y conocido, el actor de
cine norteamericano Arnold Schwarzenegger (“Terminator” y otras), además
después político del Partido Republicano y Gobernador de California, ha
circulado esta semana un video por rrss en que se dirige a sus compatriotas
haciendo una comparación de los recientes eventos con el nazismo. Dice entre
otras cosas: “Crecí en Austria y estoy muy consciente de la “Noche de los
cristales rotos”. La noche de la masacre contra los judíos realizada en 1938
por los Nazis, los equivalentes a los “Niños Orgullosos” (de Trump) hoy. El
miércoles 6 fue el día de los cristales rotos aquí mismo en los EEUU. Pero los
encapuchados no sólo quebraron los vidrios del Congreso, sino que pisotearon
los principios en los cuales el país fue fundado.(…) Crecí en las ruinas de un
país que sufrió la pérdida de su democracia. Crecí entre las personas llenas de
culpa por haber participado en el régimen más malvado de toda la historia
humana. Muchos de ellos no eran nazistas, pero se dejaron llevar. Y mi padre
llegaría borracho a la casa uno o dos días por semana y nos gritaría y
golpearía para asustar a mi mamá. Yo no lo hacía responsable porque nuestro
vecino estaba haciendo lo mismo a su familia” (ver https://twitter.com/Schwarzenegger/status). Fue ver esto, lo que me motivó a escribir
sobre ahora este tema ahora.
Porque hay tres puntos
esenciales relativos al fanatismo que conviene destacar ahora en estos tiempos
que vivimos en Chile, para concluir. Primero, que las conductas fanáticas (i.e.
con apasionamiento desmedido), son algo que a menudo observamos o atribuimos a
los demás, pero casi siempre negamos
en nosotros. Los demás son fanáticos, uno mismo nunca. Por mi parte,
reconozco hoy que no pocas veces en el pasado y actué más bien ciegamente o
exageradamente creyendo que ciertas políticas económicas eran mucho mejor que
otras (por ejemplo, de tener aranceles al comercio más altos y diferenciados).
Debemos ser mucho más vigilantes de no creernos dueños de la verdad ni de
tratar de imponerla.
Segundo, las conductas de tipo
fanático son contagiosas
porque están basadas en una emoción particular de sentirse con una misión
especial o única, con acceso a una verdad que deben asumir todos o la mayoría
de la sociedad, a veces sin importar a qué costo. Y todas las emociones son
contagiosas, lo que ahora se sabe que ocurre debido a fenómenos biológicos; las
células espejo. Es lo que observamos a simple vista a menudo: la acción
fanática de un grupo terrorista despierta el más inmenso fanatismo en personas
hasta entonces muy racionales, (pensemos en el ataque de Al Qaeda a las Torres
Gemelas y la reacción de Bush con la Guerra de Irak. También lo vemos a nivel
personal en ciertos ataques entre dirigentes políticos, incluso de un mismo
sector, (como en la Centro Derecha esta semana).
Y tercero, la reducción de
comportamientos con rasgos fanáticos será
esencial este año para nuestro país, al comenzarse el trabajo de
redactar una Nueva Constitución y de elegir un nuevo Presidente. Será un tiempo
de continuas campañas políticas cruciales, propicias a despertar mucha pasión,
competencia e impulsos destructivos de los adversarios. Escucharemos muchas
descalificaciones, exageraciones, acusaciones infundadas, noticias no
comprobadas y abiertas mentiras (a lo Trump), como modos de atraer votantes,
acceder al poder e imponer las ideas propias. De la vigilancia de cada uno de
nosotros para no caer ni dejar pasar conductas fanáticas, sobre todo en
nosotros mismos, ni de reaccionar de la misma manera, dependerá que encontremos
o no una mejor manera de convivir en Chile.
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