Liderazgos post
pandemias
30-12-20
Ernesto Tironi B.
¿En qué tipo de personas
tenderán a poner su confianza los chilenos para elegir autoridades públicas
este nuevo año clave del 2021? ¿Qué
candidatos a Constituyentes, a Alcaldes,
Diputados o Senadores y a Presidente de la República? ¿Por qué?
Dependerá de las ofertas de
candidatos, en parte. Pero, por sobre todo, de las percepciones, emociones,
inquietudes, ideas y preocupaciones que predominen en la mayoría de la gente en
el momento de ir a votar. Eso también afectará cuántos y quiénes votarán.
Dichas disposiciones además no son fijas; van cambiando continuamente y lo
harán más en estos tiempos de pandemia.
Para apreciar esas disposiciones
tan determinantes para el futuro de nuestro país, tenemos la fortuna de que
recién este mes se ha publicado un informe muy completo y representativo de
opiniones y percepciones de un grupo grande de chilenos. Esta información puede
ayudar entonces a contestar esas preguntas con una base de evidencia más sólida. Me refiero a la Plataforma de Conversaciones
convocada por las universidades de Chile y Católica bajo el título “Tenemos que hablar de Chile”. Contempló
más de 12,000 participantes de todas las comunas de Chile, con 95,000 opiniones
e ideas sobre 18 temas claves.
En dicho informe se aprecian tres percepciones
principales que están viviendo los chilenos: Primero, incertidumbre,
inseguridad y cansancio. Estados de ánimo negativos, en general; también
ansiedad y miedo. Además, percibidos con gran intensidad. Hay un malestar
múltiple, que es atribuido a diversas situaciones entre las cuales destacan,
juntos, el Estallido Social y la Pandemia.
En segundo lugar, los chilenos
piensan que nuestro Estado deja mucho que desear. No apoya lo suficiente a la
gente en situaciones de fragilidad y vulnerabilidad como la actual. Incluso
peor; no sólo ayuda poco sino que a menudo hace daño. Un Estado que no funciona como debiera; que
no siente como suyas las preocupaciones de los ciudadanos comunes y corrientes.
Un Estado formado por personas centradas en sus intereses propios; en los de
los funcionarios y elites dirigentes que
trabajan en él. Un Estado que es más un factor de malestar que de bienestar;
atrapado por intereses personales y por la búsqueda de conservar sus
privilegios. Los chilenos tienen una visión muy crítica de la política y de los
políticos. Quiere un cambio en las formas de hacer política.
Y en tercer lugar – y en una
aparente contradicción – los chilenos, a pesar de todo, todavía tienen esperanzas.
Es precaria, volátil, frágil, pero existe. Cifran su esperanza sobre todo en
una nueva Constitución Política que asegure más derechos al ciudadano común. De
aquí el temor de algunos de un desengaño masivo al depositar demasiada
confianza en una herramienta que por sí misma no puede hacer milagros. Tal vez
esa esperanza está basándose más en arena que en roca; o que sea sólo un escape
para hacer más llevadero el presente.
Han surgido varias otras cosas
novedosas y un tanto sorprendentes de estos diálogos. Algo diferente de las
percepciones que dejan los medios de comunicación. Como, por ejemplo, la fuerte
diversidad de puntos de vista, opiniones e ideas de las personas, sin que ella produzca
necesariamente antagonismo. Hay disposición al diálogo y una ciudadanía mucho
menos polarizada que las élites políticas y de los dirigentes sociales. También
menos que en las redes sociales. La educación sigue teniendo prioridad como
camino de desarrollo personal y social, así como fuente para generar más igualdad.
Como dice el informe: “Si la Constitución es el camino para cambiar la política
y el Estado, la educación es el camino para cambiar la sociedad y nuestras
(malas) relaciones interpersonales” (www.tenemosquehablardechile.cl). Finalmente,
no habría tanta discusión sobre lo económico en su dimensión macro (PIB,
modelos, políticas, etc.), sino sobre las cuestiones económicas cotidianas:
deudas, empleo, transporte público, trato, abusos.
Si lo expresado en estos
diálogos revela bien el sentir de los chilenos, uno podría proyectar que el
perfil de las personas que tenderán a ser elegidas en las cuatro grandes
elecciones de este año serán quienes ofrezcan más credibilidad: seguridad, reducción
de incertidumbre. Que gobierne con políticas confiables, que reduzca en lo
posible la ansiedad, el miedo de más imprevistos. Que no traigan más
confrontación, sino que acepte a fondo la diversidad. Que entienda que su tarea
principal será empezar a poner en aplicación la Constitución que los ciudadanos
hayan decidido; no una suya propia. No creo que la gente quiera gente muy
ideologizada; la que tiene una solución propia preconcebida que sirve para todo
tipo de problemas (como más Estado, y punto. Más mercado, y punto). Después de
estos casi dos años tan intensos, creo que la gente preferirá a gobernantes con
algo de calma, sin dejarse de ocupar de los problemas concretos de la gente.
Posiblemente querrá dirigentes que conocen los problemas de la gente,
tolerantes de la diversidad y con capacidad de llegar a acuerdos entre personas
distintas para implementar soluciones concretas. Tal vez para Presidente, en
resumen, más un Biden que un Trump. Gobernabilidad, responsabilidad, unidad y
no más confrontación ni polarización.
Algunas encuestas empezarán a
preguntar regularmente sobre los atributos que tienen los diferentes candidatos
según la opinión de los electores; sobre
todo, los que competirán en las primarias presidenciales. Creo que vamos a ver
sorpresas, porque lo que la mayoría de los chilenos estaría pidiendo no es lo que encuentran en las
figuras ya conocidas que llevan muchos años en la palestra, saliendo en las
entrevistas de los periodistas y titulares de los medios. Será un tiempo de
novedades, interesante y desafiante.
Feliz año.
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