Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

martes, mayo 19, 2020


Teletrabajo y oportunidades de modernización
Ernesto Tironi B.   24-4-20
                Una de las tantas sorpresas que nos trae la pandemia del virus ha sido la irrupción del el teletrabajo y el telestudio. Hace ya rato venía hablándose de eso, pero estábamos haciendo poco, o evitando – como a menudo -  hacer cambios necesarios a tiempo. De repente, ya lo tenemos instalado en nuestras vidas. Somos millones quienes de la noche a la mañana estamos trabajando  desde la casa, enseñando, aprendiendo, coordinándonos o proveyendo diversos servicios por Zoom. ¿Irá a permanecer esto?, ¿Será para mejor o para peor? ¿Cómo potenciar lo bueno y minimizar lo malo? ¿Qué dilemas nos plantea? ¿Qué oportunidades y exigencias? ¿Qué condiciones se requerirían para un tipo de teletrabajo que eleve el bienestar humano?

                Primero algunos datos. Una encuesta reciente de CADEM  a 99 empresas grandes socias de ICARE  mostró que en Chile el 98% de ellas  han implementado la modalidad de teletrabajo. El 86% cree que en el futuro los puestos de trabajo o cargos bajo esa modalidad aumentarán. ¿Por qué? Una alta ejecutiva de una cadena de supermercados lo expresa así: “El teletrabajo  viene a instalarse masivamente como una opción que viene a incrementar la productividad y la flexibilidad”. O sea, provee dos condiciones claves para las organizaciones exitosas del siglo 21.

                Desde el punto de vista de los trabajadores,  el 50% considera que trabaja más con esta modalidad que estando en la oficina y el 49% considera que ha sido una buena experiencia. Casi dos tercios consideran que el teletrabajo se extenderá más allá de la crisis.  Otra consultora (Page) entrevistó a ejecutivos de 550 empresas y detectó que, en promedio a mitad de abril, el 20% de su personal estaba en casa laborando bajo la modalidad de teletrabajo. Las áreas donde más se utiliza más son las de administración, recursos humanos, ventas y soporte técnico.

                Parece entonces que el teletrabajo viene en serio y para quedarse. Pero no es mi intención entrar en el tema de vaticinios post crisis. Tampoco meter más miedo de pérdidas de empleo, como algunos han anticipado para muchos profesores universitarios que serían reemplazados por el e-learning. Creo que este cambio tecnológico, tal como otros antes en la historia, no va ser algo de “todo-o-nada”. La aparición de la TV no eliminó el cine como muchos predijeron; ni Internet los diarios ni los libros. Vamos a vivir con nuevas combinaciones de medios y formas de trabajo. A mí me parece más interesante conversar de cómo podemos hacer mejor uso de esta oportunidad que se nos presenta, y las formas de potenciar lo bueno que pueden ofrecernos.

                Las oportunidades no son “cosas”, y tampoco están allá,  afuera de nosotros. Son algo que está en nuestra forma de mirar y,  por lo tanto,  depende principalmente de nosotros, de nuestras actitudes y disposición. Descubrir y aprovechar oportunidades implica iniciativa, esfuerzo y aprendizaje. Consideren por ejemplo el teletrabajo que han estado haciendo miles de profesores escolares. Si lo toman de manera positiva tal vez muchos descubran nuevas maneras de enseñar que los acerquen más a sus estudiantes ya inmersos en el mundo digital, que les facilite la enseñanza y eleve el aprendizaje de ellos. Incluso podría ser posible que esta inmersión en las nuevas tecnologías del siglo 21 vaya cambiando la interpretación decimonónica que subyace la filosofía o ideología tradicional de la educación chilena. Considero que esta última, en que se forma la gran mayoría de nuestros docentes, supone, a veces inconscientemente, pararse ante la sociedad para exigirle que ella le reconozca y satisfaga “derechos”, a diferencia de otra interpretación en que las personas (estudiantes y docentes incluidos) interpretan la vida y el trabajo como oportunidad de resolver problemas (propios y de los demás) como manera de (simultáneamente) ganarse la vida uno mismo y servir a los otros. Un cambio ontológico de esta envergadura podría conducir hacia un genuino mejoramiento de la calidad de la educación. A darle un nuevo sentido. Esta sí sería modernización radical.

                ¿Será muy loco concebir que lo que gatille esto sea que los docentes vean que sus alumnos pueden aprender igual o incluso más que antes, sin tener al profe delante de ellos en una sala cuadrada?. ¿O profes que descubran que enseñar es por sobretodo despertar en el estudiante el gozo por aprender para resolver problemas reales de personas de carne y hueso?

                ¿Y será posible algo parecido en las empresas? Hace tiempo que venimos hablando de tener organizaciones más horizontales en vez de verticales;  es decir, sin jefes en la cúspide  de una pirámide que sólo mandan porque saben lo que “hay-que-hacer”,  y funcionarios en la base que sólo ejecutan, sin pensar mucho ni sentirse  responsables de la entrega final. Eso no tiene futuro. Tal vez esta experiencia de pandemia que nos tiene ahora conversando más de igual a igual en una pantalla parecida, nos muestre el valor de apagar el micrófono y escuchar al operario decirnos cómo podría cumplir mejor sus tareas en las nuevas circunstancias de hoy.

                Otra oportunidad inmensa que puede abrir el teletrabajo es la Modernización del Estado. Esta es una necesidad tan grande como transformar la educación, pero que se hace más urgente porque esta crisis exige un Estado eficaz para salir bien de ella. Chile necesita un Estado con más músculo y menos grasa; más agilidad y menos lentitud.

                No hemos empezado muy bien en esta materia, a juzgar por el debate entre Gobierno y sindicatos sobre reintegro al trabajo. Este tema requerirá otra columna. Por ahora sólo adelantar que una condición clave  quizás sea  tener jefes y funcionarios visionarios que ya estén conversando sobre cómo podrían seguir haciendo parte de sus trabajos en forma remota. La segunda condición clave es el registro  de la ejecución de servicios desde la casa por los funcionarios, lo cual permite no sólo controlar, sino detectar en tiempo real errores y atrasos para corregir rápido.  Esas tecnologías de registro y supervisión – las plataformas de gestión, o los ERP y BSC – están disponibles hace tiempo pero se usan muy poco en el sector público. ¿No será este el momento de empezar a usarlas?  Así muchos chilenos podrían salir incluso beneficiados de esta crisis. Primero los usuarios de servicios públicos, al obtener una mejor atención  (especialmente por los más pobres, que dependen más del  Estado).  Y además beneficiar a los  funcionarios públicos encargados,  al ahorrarse horas hacinados  en el transporte público gracias a la posibilidad de trabajar desde su casa.  Y el país entero beneficiándose de una mayor productividad. ¿Será mucho soñar aprovechar el teletrabajo parta modernizar el Estado?