¿En qué
afirmarnos?
Ernesto Tironi B. 9-4-0
Hace dos semanas atrás, escribí
aquí que esta crisis podría ofrecer una buena oportunidad al país de encauzar
el Estallido social, y al actual gobierno de recuperar apoyo y capacidad de conducirnos a un mejor futuro.
En este breve tiempo, he cambiado mi
visión. Tengo menos expectativas de que el estallido no vuelva y también pocas esperanzas
de que el Presidente sea capaz de aprovechar la oportunidad que tendría.
Sin embargo no estoy más
pesimista. Por el contrario. Este tiempo he visto aparecer en forma lenta pero
segura la vieja disciplina y seriedad del ciudadano chileno común y corriente.
La de la gente misma, trabajadores,
dirigentes, empleados. Creo que esos
atributos de los chilenos pueden ser una
mejor base en la cual fundar un resurgir de Chile; una base mucho más sólida
que la capacidad de un gobierno (de cualquier signo) y que las propuestas
legales o constitucionales de nuestros dirigentes políticos. No tengo encuestas para pretender “demostrar”
lo que planteo. Quisiera más bien presentar una posibilidad a partir de
algunos comportamientos que observo. He decidido prestar más atención a cómo se
las arregla la gente que a qué hacen los políticos.
Por el lado del gobierno noto
pocos cambios positivos, especialmente por parte del Presidente de la República
respecto a menos protagonismo y más empatía.
De este Parlamento 2018-2022 poco se puede esperar. En estas condiciones considero que lo más
probable será el resurgimiento del estallido y sus manifestaciones
callejeras. Cuán lejos llegará, dependerá sobre todo del apoyo de los ciudadanos de a pié y de algunos
políticos. Si aquel es masivo, probablemente resurgirá fuerte; bastante menos que en octubre-noviembre pero
mucho mayor de lo que pensamos hoy día. El ataque a la ambulancia de un
hospital público este domingo en Antofagasta es una señal inquietante de lo que
puede venir.
Por el lado de la mayoría de los
ciudadanos del país, en cambio, veo una
actitud positiva, y especialmente responsable con los trabajos de cada uno.
Parece que la gente, a pesar de estar encerrada, se las ha arreglado para
adaptarse, mantenerse trabajando y cumplir sus obligaciones, a menudo usando
sus teléfonos y computadores personales.
Dejo de lado la notable responsabilidad de los trabajadores de la
salud. Y no han sido sólo ellos. ¿Han visto a los basureros? En la educación escolar ha sido parecido, a
pesar de los llamados en contrario del sindicato de profesores. La mayoría de
ellos ha cumplido sus turnos éticos y han ido incluso más allá. Muchos
directivos de escuelas también han mostrado un profesionalismo excepcional. En pocos días se organizaron para subir
material de estudio para los estudiantes en la página web de sus colegios o se
lo enviaron de otras maneras. Además se
contactaron con los apoderados para
apoyar a los estudiantes sin internet. Muchas veces se usó el WhatsUp
del grupo de apoderados de cada curso y ahora se transformó en una nueva
herramienta pedagógica. Los profesores
por su parte, no sólo han aprendido a
bajar material de estudio de internet
para enviar a alumnos/as, sino
que hasta les llaman por el celular de
la mamá para darles orientación cuando necesitan. Algunos, ya mayores, pidiendo ayuda para aprender a usar Zoom. Paradojalmente,
las redes entre directivos de escuelas, apoderados y profes que se crearon para
impedir tomas en los meses del Estallido, hoy se han puesto al servicio del
proceso educativo de los estudiantes.
Cosas parecidas a lo anterior
escucho ocurriendo en muchas empresas. La gente trabajando desde sus
casas, a pesar de los medios escasos y
condiciones incómodas. No sólo altos
ejecutivos están usando Zoom, Hangouts y
Webex para video conferencias. Así como
los docentes, operarios y administrativos de pequeñas y medianas empresas también las están usando. Y descubriendo a
veces que así se puede tener reuniones más efectivas que en persona. También he sabido de oficinas y servicios
públicos que reportan más y mejor trabajo de sus funcionarios ejecutado desde sus casas.
Sí; hay mucha preocupación por
perder los empleos. Pero no creo que sea
sólo por ese miedo que muchos estén trabajando incluso más que antes. Tal vez
hay también un sentido de responsabilidad y consciencia de lo que está en
juego. Observo también una cierta horizontalidad nueva en esa preocupación. No
es sólo el empresario o ejecutivo en
solitario trabajando para no quebrar. Es también el empleado o el trabajador
cooperando y proponiendo maneras nuevas para salir adelante. No veo derrotismo,
ni intención de cargar a otro las culpas o de desligarse. Escucho un nuevo
verbo: “tenemos que…”
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