Angustia de
pandemia y política
Ernesto Tironi B. 7-5-20
“¿Cómo vamos a salir de esta?”, creo que es la frase que mejor sintetiza lo
que siente la mayoría de la población chilena en estos tiempos. Probablemente
expresa cierta emoción de angustia que nos carcome por dentro, que no llegamos
a comprender, ni dejamos salir. Esto ha generado un mercado de escritores de
cartas a redacciones, participantes en redes sociales y columnistas que ofrecen
explicaciones, así como aparecen vendedores ambulantes de paraguas o viseras
cuando llueve o hay manifestaciones bajo mucho sol. Me sumo entonces a este
lote.
Voy al diccionario de la RAE
para ver qué dice sobre la angustia: aflicción, congoja, ansiedad; temor
opresivo sin causa precisa; aprieto,
situación apurada; sofoco, sensación de opresión en la caja torácica o
abdominal; dolor o sufrimiento. Casi todas esas acepciones se aplican a mí al
menos, cuando leo diarios, veo TV o me dejo mirar el panorama de la política,
la sociedad y la economía chilena actual y previsible. ¿A ustedes les pasa algo
parecido? Tal vez por este motivo evito
pensar mucho para adelante. Pero esta vez lo intentaré. Creo que no es sano
seguir evadiéndome leyendo de infectados por países, de comparaciones, de
rencillas políticas y otros temas semejantes.
En nuestro caso particular de
Chile en su ámbito público, político, social y económico, enfrentamos un caso
singularmente complejo derivado de que a la paralización económica actual se le
suma la crisis política pendiente de definición como producto del estallido
social de octubre. La batalla pendiente por la nueva constitución y por el fin
de la violencia. Es decir, al debilitamiento e incertidumbre económica y
política que ya traíamos antes, se le agregó el daño de la pandemia. En consecuencia,
lo más probable es que , pasado el peligro de las infecciones, enfermedades y
muertes, el país vuelva a la violencia social impulsada por dos fundamentos:
primero, porque no se han hecho o han sido insuficientes las reformas sociales
prometidas, y segundo, porque la pandemia habrá agudizado las desigualdades que
habrían motivado esa explosión de violencia.
La pregunta central me parece entonces: ¿Qué se puede hacer hoy -
insisto, ahora - para evitar ese escenario?
¿Se estará haciendo lo suficiente?
Pienso que como simples
ciudadanos de a pie, hay bastante que podemos aprovechar de hacer estas semanas
para enfrentar los nuevos tiempos que vienen. Por ejemplo, aprender a vivir con
menos cosas; gastando menos. Aprender cosas útiles que me ahorren gastos en la
casa y me hagan más productivo en el trabajo,
para así conservar o mejorar mi empleo. Aprender a teletrabajar, a usar bien el Zoom, Excel, un
idioma. Incluso aprender a cuidarme y desarrollarme más como persona: a
enfrentar el estrés, la angustia, a ser más resiliente. Existen medios para
lograr eso aún encerrados por
cuarentena.
Como ciudadanos de este país en
el ámbito político económico, es tiempo de involucrarse para exigir un
comportamiento responsable de nuestros dirigentes políticos. De advertirles que
los estamos observando con mucha atención y nos vamos a movilizar con nuestro
voto para hacer que se vayan para la casa los que no están a la altura de los
tiempos que nos tocan.
En el caso de los parlamentarios
de este Congreso 2018-2022, decirles claramente que su principal
responsabilidad hoy es acordar con el Gobierno la aprobación rápida de las
leyes propuestas tras el estallido social; principalmente el mejoramiento de
las pensiones mínimas y del sistema de pensiones, empezando por elevar las
cotizaciones. Que se dejen de perder tiempo en cosas que perdieron prioridad,
excepto para ellos mismos que intentan mejoran su imagen con una reducción
cosmética de las dietas y el fin de la reelección con letra chica. Esas
materias las deberá abordar una nueva
constitución para ser reales y creíbles. Su segunda gran responsabilidad, es
aprobar programas efectivos para re-encauzar los empleos desde las industrias
afectadas a corto y largo plazo por la pandemia hacia nuevas ocupaciones
productivas. Eso implicará sobre todo apoyar a las empresas y el emprendimiento
de maneras eficientes dejando atrás
ideologías anticapitalistas obsoletas. Esto exigirá re-orientar recursos
fiscales desde Programas de Gasto Público obsoletos e inefectivos, que deberán
reformularse rápido o cerrarse.
Proteger y recuperar puestos de
trabajo productivos es una tarea esencial para salir bien de la crisis que nos
afecta. Para eso el apoyo del Estado con recursos monetarios, así como nuevos y buenos Programas de gasto, es fundamental. Una fuente para obtener dichos
recursos serían los muchos programas actuales que están obsoletos, son
inefectivos y no se justifican. El Estado a través de la Dirección de
Presupuestos lleva más de 15 años evaluando una gran cantidad de esos programas
(como 600), encontrando que el 60% de ellos tiene un rendimiento insuficiente.
Es decir, casi 2,000 de los 3,000 millones de dólares que se gasta cada año en
la acumulación de esos programas de gastos creados en múltiples leyes en la
última década, ya no se justificarían. Con esa suma se podrían financiar
empleos de emergencia de $300,000 mensuales para unos 340,000 trabajadores o
trabajadoras hoy desempleadas por la crisis. Un grupo político de centro
(Convergencia Liberal) sacó una importante declaración la semana pasada con
propuestas para enmendar esta situación.
Esta situación es urgente abordarla ahora para ayudar a salir bien de
esta crisis con y gracias a un Estado activo, confiable y efectivo. Esos
programas son parte de “la grasa” que acumuló el cuerpo del Estado en las
épocas de vacas gordas. Sería imperdonable que sigamos gastando de la misma
manera en los tiempos de “vacas flacas” que hoy vivimos.
Finalmente, en el caso del
Gobierno o Poder ejecutivo me parece que su principal tarea será preocuparse de
un uso cuidadoso y eficiente de los fondos públicos para dirigirlos a los
sectores más necesitados y con el máximo efecto sobre la actividad productiva
para minimizar el desempleo. Para esto
no necesita perder tiempo intentando aprobar nuevas leyes. Es tiempo de
olvidarse de las reformas propuestas en su programa de gobierno; no tuvo y ya
no tendrá el apoyo parlamentario y de opinión pública que requerían.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home