Desarrollo y Emprendimiento

Por qué este blog? Porque he dedicado mi vida profesional a aportar al desarrollo económico de Chile estudiando qué medidas ayudarían más al crecimiento y la equidad, y publicando lo que he ido descubriendo. Ahora quiero aprovechar esta tecnología para ampliar el diálogo con otros sobre este tema.

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Nombre: Ernesto Tironi
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

Economista, empresario y educador (1947). Profesor Ingeniería Industrial Universidad de Chile, Asesor y Director de Empresas y de Sociedades del sector Educacional. Ex embajador ante Naciones Unidas y Gerente General de CORFO.

miércoles, septiembre 23, 2009

El legado de Boeninger y el Poder de la Libertad¹

Ernesto Tironi B.
13 de sept. 2009

Hemos perdido a uno de los mayores estadistas que ha tenido Chile en su historia moderna. Hizo una enorme contribución al desarrollo del país. Suficientes discursos y artículos han destacando eso. Aquí quisiera reflexionar sobre dos temas: su último testamento sobre las tareas prioritarias de Chile hoy y sobre las probables causas de la extraordinaria influencia que logró tener en el devenir político de Chile. ¿Qué le permitió llegar a tener ese poder? ¿Dónde estuvo su secreto?

Tuve el privilegio de trabajar a su lado en los 80s en el Centro de Estudios del Desarrollo (CED), que dirigimos junto a Gabriel Valdés para la recuperación pacífica de la democracia. Después estuvimos juntos en el Gobierno de Aylwin, concretando la transición. Seguí en contacto con él hasta la semana pasada, periódicamente conversando sobre temas públicos.

Todos quienes conocimos y compartimos los ideales de Edgardo y ojala muchos más, tenemos la obligación de reflexionar a fondo sobre sus planteamientos en su última entrevista a “El Mercurio” publicada el día de su muerte. Cuando Chile vive un momento de reordenamiento político y de decisiones cruciales, Boeninger aborda temas claves pero ocultos y nos deja principalmente tres tareas con claros lineamientos para completarlas con éxito. 1°) Que los desafíos más urgentes de Chile hoy son mejorar la educación y modernizar el Estado. Para lo primero necesitamos un acuerdo político transversal que lleven a “disolver los prejuicios que ponen la maldad del lado del lucro y la virtud del lado del Estado y permitir que la educación pública sea competitiva con la privada.” 2°) Que “la prosecución del lucro y la actividad empresarial todavía no se encuentra plenamente legitimada” en el país, y que para legitimarlas necesitamos “un nuevo contrato social que incluya una reforma impositiva a cambio de legitimar plenamente la actividad empresarial. Más equidad, pero en el marco de una economía de mercado con legitimidad plena y donde el lucro no sea vergonzante”. 3°) Que abocarse a redactar una nueva constitución nos distraería de abordar los temas anteriores y de la agenda económico-social, y que no necesitamos más normas orientadas a un Estado Social de Derechos. “El umbral de las políticas sociales no pueden ser los derechos. Eso las haría muy rígidas”.

No dejemos pasar estas palabras como si fueran de un político más. Tomémoslas muy en serio, proviniendo de quien vienen y rindámosle homenaje a Edgardo intentando pasar a la acción.

Pero quiero además hacer otra reflexión dirigida especialmente a la juventud que mira con escepticismo la política, la cosa pública y el poder. Los invito a leer el libro autobiográfico reciente de Edgardo y darse cuenta que los políticos no son todos como muchos creen. El fue un ejemplo del poder de la libertad en la vida de las personas.

Postulo que el poder que adquirió y detentó Edgardo en nuestra sociedad provino principalmente de su libertad. Una libertad cotidiana, vivida, de facto, no teórica ni proclamada. Algunos dicen que vino de su inteligencia. No lo creo, porque también hay dirigentes contemporáneos de inteligencia semejante. Para mi el secreto es que vivió su vida profesional y política como un jugador, que apostaba con respuestas propias a los
acontecimientos en que procuraba influir. Y lo hacía abierto a ganar o perder. Allí reside su libertad.

No se ponía por delante, ni para sí mismo ni para los demás, la exigencia de que aceptaran todas sus propuestas. No buscó la mayoría de los cargos que tuvo. Se los ofrecieron y sólo dijo sí, pero asumiendo sus riesgos y responsabilidades.

Porque hay ese otro lado de la libertad. Que junto con la responsabilidad, ésta última retroalimenta el poder. Boeninger nunca le hizo el quite a las responsabilidades que asumía. Hacía las tareas grandes y chicas. Su mayor herramienta de trabajo en el CED era la Guía de Teléfonos. Inventábamos seminarios, decidíamos a quiénes invitar y él tomaba la guía y los llamaba de inmediato. Lo mismo cuando se necesitaba redactar un Proyecto de Ley.

¿De dónde vendría esa singular libertad de Boeninger? Mi visión es que en plano psicológico, probablemente vino precisamente en esa difícil niñez que tuvo sin madre ni padre. Él mismo lo insinúa así. Valiosa lección para quienes transforman circunstancias de ese tipo en justificaciones de tantos males sociales como la delincuencia, los comportamientos inhumanos y abusos diversos.

No hay excusas. Consideremos los valores que con tanta sencillez guiaron su vida. “No tengo sentido de agravio. Hay gente con que discrepo, y con ella no salgo…pero tiendo a buscar las razones del otro y me importan mucho. Cuando se genera una divergencia lo primero que hago es tratar de entender qué piensa el otro y porqué lo afirma. Mi inclinación permanente ha sido esa, nunca descalificar o mirar en menos”. Pienso que vivir en esa interpretación le dio a Edgardo Boeninger el poder y la influencia para bien que tuvo en la sociedad chilena. Como para considerarlo por todos los que queremos influir con éxito en la vida pública del país.

1. Publicado en “El Mercurio”, 20 de septiembre de 2009

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