Una Política Educacional de Consenso para la próxima década
Ernesto Tironi B.
19-3-6
En nuestra carta hemos planteado que “en el último cuarto de siglo Chile ha
tenido un desarrollo exitoso que lo ha
llevado ( ) a liderar la región en
crecimiento económico, salud, educación
y superación de la pobreza. ( ) Hoy percibimos que, en lugar de seguir
avanzando, lo conseguido está en riesgo de perderse por diagnósticos
errados y un mal diseño de políticas públicas”. Además, que “Para enfrentar este problema se
requiere de una profunda corrección”.
Este
planteamiento ha tenido una adhesión que
a nosotros mismos nos sorprende, y que
nos tiene aquí intentando comprenderla y encauzarla.
¿De qué manera
se está dando eso en el caso de la
educación?
¿Qué correcciones
hacer a partir de lo ya hecho por este gobierno en educación escolar y en
educación superior?
Estas son dos
de las preguntas centrales que les invitamos a pensar y
debatir hoy, y para las cuales ofrecemos
algunas respuestas y antecedentes que los fundamentan.
Aquí me voy a
centrar en educación escolar, dejando los principales temas de educación
superior a Hugo Lavados.
Los diagnósticos
errados de este gobierno sobre cuáles han
sido los problemas principales de la educación escolar chilena serían
tres:
1.
- Que la selección de
alumnos realizada por los establecimientos particulares
subvencionados era lo que hacía que los
mejores estudiantes tendieran a
concentrarse en ellos, dejando por eso a
los colegios municipales con cada vez menos matrícula.
2.- Que el financiamiento compartido o copago que
realizaban los apoderados (que
complementaba el ingreso estatal de los
particulares subvencionados), contribuía a la selección de alumnos, “falta de inclusión”
e inequidad del sistema, y
3.-
Que el lucro; es decir, la obtención de utilidades por parte de los
dueños o sostenedores de colegios subvencionados, significaba reducir los fondos que se
dedicaban a los colegios o la educación propiamente tal.
Un grupo grande
de especialistas en educación, especialmente DCs, como la ex ministra (y
profesora) Mariana Aylwin, pero que también incluye a otro ex ministro de la
Concertación como el PPD José Joaquin Brunner,
han sostenido en cambio que los principales problemas que limitan la
calidad de la educación escolar hoy son principalmente:
1.-
La insuficiente capacidad de los
profesores y profesoras para realizar buenas clases a sus
estudiantes dentro de sus salas de clases. Por eso ellos no logran que los alumnos aprendan todas las materias que deben
para enfrentar los desafíos del siglo 21. Un reciente estudio de la OECD revela
que en Chile en 2012 “más de 52% de los
estudiantes en matemáticas y 33% en lectura no alcanzaron el nivel de conocimientos básicos que se requieren para participar en
la sociedad moderna; el doble que el promedio de los países de la OECD”.
(Brunner, El Mercurio 12-3-6). Y esto
ocurre especialmente en las
escuelas municipales.
2.-
La mala formación de los profesores que conduce a la poca
eficacia recién señalada, ocurre porque ingresan a estudiar pedagogía personas
poco calificadas, por los bajos sueldos, las pocas perspectivas de progreso
que ofrece esta profesión y por
las deficiencias de las universidades que los forman. Y
3.-
La baja calidad de la educación escolar se genera por la
permanencia, sin mejorar ni cerrarse,
de escuelas de baja calidad, con malos resultados, mal dirigidas
o gestionadas. Este fenómeno se da tanto entre escuelas municipales como
particulares subvencionadas, y afecta a
menudo a localidades rurales.
Me abstendré, con
dificultad y muy deliberadamente, de dar
mi interpretación de por qué prevaleció el primer diagnóstico y no el segundo.
Me limitaré a recordar que fue una decisión eminentemente política y poco técnica.
Aquí no se invitó a formar ninguna comisión de especialistas para debatir y
proponer un camino. Predominaron por lo tanto algunos grupos de interés y sus
organizaciones: estudiantiles, sindicales, de profesores y de parlamentarios.
Pero no
lloremos sobre la leche derramada…
El hecho es
que en enero del 2015 se promulgó la última Ley de Reforma de la Educación
Escolar, que está en medio de su implementación.
¿Qué hacer
ahora?
¿Esperar un próximo gobierno para “anular” la reforma
hecha?
Por ningún
motivo. No es ese el espíritu que anima
a quienes hemos firmado la Carta de Enero. Lo hemos dicho insistentemente: no
diferimos de los objetivos de equidad, justicia social y de igualación de oportunidades que inspiran a
este gobierno. Es con sus diagnósticos, políticas y prácticas operativas que discrepamos.
Además no
creemos en las visiones ideologizadas, rupturistas y globalizantes a las que algunos parecen haber regresado. Tampoco nos creemos
dueños de la verdad, ni de que nosotros solos sabemos qué se debe hacer en
todo. Creemos en el estudio serio, el
trabajo en equipo y en la búsqueda de consensos. Especialmente en
educación. Ya se han presentado demasiados
programas como “panaceas” o
soluciones fáciles que, al final, al no dar los resultados esperados, lo
que más han dejado es
desconfianza y cinismo tanto
entre los directivos como, especialmente, entre los docentes en las escuelas.
Para decidir
en qué poner el foco a futuro necesitamos entender mejor qué “está en riesgo de perderse” con la Reforma
ya hecha y por qué motivo.
Lo primero
en riesgo. es lo que
veníamos progresando (aunque fuera lento) en aprendizaje escolar. La
semana pasada el diario La
Tercera (11-3-6) publicó la noticia de
un nuevo estudio, esta vez de la Universidad de Connecticut, EEUU, en que Chile
figura en el primer lugar en América Latina en alfabetismo, medido a través de 15 variables relevante: En
el lugar 37 de 60 países. Superamos a México,
Argentina y Brasil.
Si no logramos corregir o administrar muy bien
esta reforma, me temo que en 10 años más la noticia será: “Argentina desplaza a
Chile del primer lugar en
alfabetismo en AL”.
¿Por qué ocurriría
eso? Uno, debido a que con la reforma de
carácter estatista que se escogió, es posible que la mayoría de las escuelas en
Chile a futuro se parezcan más a las
municipales, de las cuales los apoderados han buscado sacar a sus hijos
e hijas, antes que a las mejores subvencionadas
de cada comuna. Veremos, probablemente, que habrá más falta de disciplina e inseguridad en los
establecimientos. Y burocracia y luchas de poder político en la gestión, que
es precisamente lo que ha debilitado a
muchas escuelas municipales. Autoridades educacionales nombradas por
razones políticas y no técnicas; poca
autoridad de los Directores, que
conduce a ausentismo y licencias
excesivas de profesores, poca motivación
y, al final, nadie a cargo de corregir y mejorar.
Segundo motivo
de preocupación, es que los énfasis de la política educacional
de este gobierno no ha estado en fortalecer principalmente las
instituciones orientadas a mejorar la calidad de las escuelas a través de la
Agencia de la Calidad y la Superintendencia de Educación recién formadas. La Agencia estaría entrando en funciones recién
este año, 5 después de promulgada la ley que y 10 después de ser propuesto por
el Consejo Asesor formado por la Bachelet en 2006. A este Gobierno le interesa
más que no se tomen tantos Simce, como propone el Colegio de Profesores y como
contemplaba el Programa Presidencial de MEO. Sí le interesará controlar que no vaya a haber selección,
lucro o contrataciones con empresas asesoras relacionadas. Y pasar multas muy
elevadas y publicitadas por eso.
En tercer gran riesgo
de esta reforma es que la centralización de las escuelas en nuevas
entidades dependientes del Ministerio de Educación y no de las Municipalidades
o de entidades independientes, puede llevar
a que a futuro haya negociaciones colectivas del sueldo de los profesores
a nivel de todo el territorio nacional, comandado por el Colegio de
Profesores. Las huelgas del Registro
Civil y de la Dirección de Aeronáutica del 2015 serán una pequeñez al lado de
las que podemos ver a futuro por parte de los profesores. Podríamos llegar a tener
huelgas nacionales al inicio de
cada año escolar, como ha ocurrido en Argentina los últimos 15 años. Con razón
superamos a ese país en resultados de la prueba PISA, si por ese motivo ellos comienzan clases
habitualmente con dos a tres semanas de retraso cada año en la mayoría de sus
provincias.
Y finalmente,
tenemos el factor de incertidumbre de cómo se
van a dirigir y cómo resultará la orientación de los colegios traspasados
desde los actuales sostenedores privados a las Corporaciones sin fines de
lucro. La gente no se ha dado cuenta que la reforma implicó la expropiación de
un tercio de los colegios de Chile. El próximo año tendrán otro dueño. ¿Quién
mandará realmente? ¿Cómo se va a elegir
a los nuevos Directores de esas escuelas? ¿Irán cambiando paulatinamente su
orientación, sus prioridades? ¿En qué dirección? ¿Será necesariamente para
mejor?
Entonces
propongo que lo primero a realizar
por una Política de Educación
Escolar para la próxima década, es mitigar los peligros que conlleva
esta reforma con su orientación tan
estatista. Se deberá velar por una administración cuidadosa, técnica, orientada
a dar un servicio de calidad. No una administración ideologizada, con visiones
globalizantes. No basada en adhesiones a slogans que suenan bonitos, si no a
lograr resultados medidos y
con evidencia empírica. Esto
requiere un gobierno también preocupado de escoger personal para la
administración pública en función de sus
capacidades y no de sus orientaciones políticas. Un gobierno que crea y lleve a
cabo una capacitación sistemática y de alto nivel de ese personal. Preocupado
de la productividad de los
recursos. Como hemos dicho en la Carta,
necesitamos “un uso responsable y efectivo de los recursos públicos, haciendo de la eficiencia un
objetivo permanente, mejorando y fortaleciendo las políticas focalizadas en los
más pobres” (Pto. 6).
Se requiere un
gobierno que esté constantemente evaluando desempeños y
corrigiendo programas. Ampliando los efectivos y cerrando los que no
funcionan. No hacer lo anterior lleva
inevitablemente a tener un Estado grande, gordo e inefectivo. Necesitamos uno
pequeño, pero musculoso y efectivo en movilizar lo mejor del sector privado y público
para generar los servicios de la calidad que queremos.
Lo segundo
que propondría para mejorar la calidad de la educación escolar, es promover soluciones para las tres
insuficiencias que este gobierno desestimó: el apoyo a los docentes para hacer
mejores clases en sus aulas, capacitación específica en eso y mejorar su
formación. También elevar el desempeño de escuelas con malos resultados o
fusionarlas con otras de mejor nivel.
Hay demasiadas escuelas municipales rurales demasiado pequeñas (con menos de 20 alumnos, y a veces con 7 o
12). No sólo son demasiado caras de mantener, sino que no pueden entregar la
educación que esos niños necesitan para el mundo de hoy y de mañana. Deben
reemplazarse por buses que los lleven a escuelas más grandes y transformar los
locales que hoy tienen, con Internet y
facilidades deportivas, en Centros
Abiertos para toda la comunidad.
En tercer
lugar, propongo que destinemos más
recursos a expandir y mejorar la Educación Parvularia y la
Educación Técnica-Profesional, antes que destinarlos a dar gratuidad de acceso de
los alumnos de familias ricas a algunas universidades. Dejemos la gratuidad que ya se concedió para
sólo el 50% más pobre. Y dupliquemos en el próximo quinquenio el número de
parvularios en las poblaciones pobres. Hay evidencia contundente de que los niños
y niñas que acceden a educación pre-escolar
resultan ser mejores estudiantes,
lo cual les permite después llegar a la educación superior - con
todo lo que eso implica para cambiar su vida entera. Por algo la mayoría
de las familias del quintil más
acomodado envían a sus hijos a un Jardín Infantil. En cambio, muy pocas de
aquellas del quintil más pobre, los
pueden llevar. Estas son las desigualdades que habría que corregir primero.
Mucho antes que la gratuidad universitaria. Esto, además, en
circunstancias de que los pobres
necesitan más los Jardines Infantiles
por el bajo capital cultural de los padres y que la disponibilidad de Jardines le
puede permitir a la madre trabajar , beneficiando así a toda la familia.
Urge para esto formar
parvularias mas competentes. Preparadas no solo para cuidar niños, sino dar
apoyo socio-emocional a las madres y para desarrollar el lenguaje de los pequeños.
Y construir Jardines, en lo cual NO se ha cumplido casi nada del Programa de
Gobierno: 74% de los fondos asignados para este propósito en el Presupuesto Público
del 2015 no se gastaron por parte de JUNJI. 130 millones de dolares no
ejecutados...(El Mercurio, 12-3-6,pag.B8).
Pocos saben
que el 45% de los egresados de cuarto medio en el sistema escolar chileno salen
de un colegio técnico- profesional y no de uno humanista. Ellos
tienen una baja posibilidad de seguir a
la universidad. Dichos egresados salen peor formados y con menos probabilidades
de corregir eso con el acceso a una educación superior. Sus colegios reciben
menos recursos, y tienen profesores con menos nivel profesional. Para peor, los
Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales a los que pueden
acceder (como DUOC, INACAP, AEIP, etc.) fueron excluidos de la gratuidad por el
gobierno en una decisión incomprensible.
Si se quiere
igualar oportunidades y favorecer a los más pobres urge corregir la discriminación que
sufren los estudiantes del sector técnico profesional, tanto a nivel escolar como superior.
Y hay que
formarlos para el mundo globalizado del Siglo 21. En lo técnico y
también en los valores necesarios: capaces de tener y de generar confianza, de
valorar el trabajo con personas distintas, de respetar irrestrictamente al otro
diferente, de cumplir siempre la palabra empeñada y de ser abierto a lo nuevo y
a los demás.
Todo esto
proponemos hacerlo buscando consensos con todos los grupos concernidos, y en forma gradual y bien estudiada. Con
todos significa no solo con el Sindicato o Colegio de Profesores y las
Federaciones de Estudiantes Universitarios. También con los apoderados y los
profesores no sindicalizados en sus escuelas.
Como concluíamos
nuestra carta:
“Vemos con preocupación que se impone una tendencia que privilegia
expandir el rol del Estado sobre la solución efectiva de los problemas que
enfrentan las personas”.
"No queremos un Estado centralizador,
que con sus políticas coarte el aporte privado, menos aún que se coarte
la libertad de enseñanza o se limite la autonomía de las personas e instituciones.
Queremos un Estado que promueve los derechos de las personas y respete su
libertad, pero que también convoque a los ciudadanos a ser responsables en la
construcción de un destino común”.
La
democracia cristiana (DC) nació como una alternativa entre el socialismo
estatista totalitario y el capitalismo egoísta e individualista que hoy
rechazan amplios sectores de la sociedad nacional, especialmente los jóvenes.
Por eso la
Democracia Cristiana necesita hacer oír su voz y corregir esta reforma. Usar como
criterio rector de su acción lo que ha sido su norte en toda su historia: el
encuentro de un equilibrio entre lo estatal y lo privado, entre mercado y
estado, entre libertad y regulación, entre lo inmediato y lo gradual. La DC
nunca se ha opuesto a hacer reformas, sino a los cambios extremos e
infundados, que tienen riesgos demasiado
altos de no funcionar. En el fondo se
trata de hacer en el ámbito educacional una transición como la que lideró la DC
y Patricio Aylwin para alcanzar la democracia y para pasar del neoliberalismo
económico al desarrollo con equidad de la Concertación. Creemos que ese papel
articulador y moderador de la Democracia
Cristiana últimamente se ha perdido, pero sigue teniendo hoy plena
vigencia. Es tiempo de recuperarlo por
el bien de Chile.
Organizado por el Grupo
Progresismoconprogreso,
Santiago, 19 de marzo,2016.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home