Salida para Proyecto de Educación Escolar*
Ernesto
Tironi B.
22 de
Junio, 2014
El
Proyecto de Reformas a la Educación Escolar parece encallado antes de salir del
puerto. Aunque una mayoría circunstancial intentara imponerlo, quedarían tantos
heridos, problemas de implementación y protestantes activos, que dudo que la
Presidenta deje de usar ahora su
intuición para suspender este nuevo Transantiago.
Tal vez
pueda ayudar como salida mi experiencia y una sugerencia derivada de allí. Siendo
un economista igual al actual Ministro, ingresé al sector educacional hace 15
años, pensando que con mis conocimientos de economía y gestión, más las teorías
de los expertos sectoriales del momento, lograría un notable resultado y
contribución al país. No fue así.
Cuando
asumimos la administración de la escuela en que invertimos, lo primero que
hicimos fue reorganizarla, poner bonos
ligados al desempeño de profesores y funcionarios, así como los incentivos típicos de empresas. También aplicamos
los últimos programas educativos recomendados por los expertos del momento en
el Ministerio y afuera. Creíamos que con eso bastaría. Pero al cabo de cuatro
años el progreso en calidad o aprendizaje era casi nulo. Allí nos dimos cuenta
que lo más importante es cómo y cuánto enseña cada profesor dentro de su sala
de clases.
Demasiados
expertos opinan (y ahora proponen leyes) sin jamás haber tenido la experiencia
concreta de ver cómo funcionan por dentro las escuelas. Eso nos pasó a
nosotros, y me temo que algo parecido le va a pasar a las actuales autoridades.
Han
aconsejado mal al Ministro los expertos que afirman que hoy para mejorar la
educación hay poner fin a la selección, el copago y el lucro. Con que hubiera estado tres meses encargado
de una escuela o de un Depto. Municipal de Educación, habría puesto el acento en mejorar enseñanza en aula de escuelas y liceos municipales. Con eso obligaría
a superarse a los particulares
subvencionados, nivelando hacia arriba.
El
famoso fin del lucro es un estandarte de batallas ideológicas ajenas a la
educación misma. Representa otra utilización de la educación como argumento en
batallas políticas. Esos slogans suenan muy potentes. Pero son transitorios. Ya
hemos pasado por “la tierra para el que la trabaja” y varios otros por el
estilo.
Con
todo, existiría un compromiso de la
Presidenta de poner fin al lucro. Si es así, escojamos al menos el medio
o instrumento más adecuado, y que no cause un daño colateral superior al bien a
alcanzar. Ese medio no es la compra-venta forzada de colegios. Es matar moscas
con un cañón.
¿Qué
hacer a estas alturas cuando se ha presentado
un proyecto tan extremo, ácido
y polarizante? Sugiero algo
que podría inaugurar una nueva era en formulación de políticas públicas
en Chile: el diseño de políticas por evidencia experimental y no por criterios
teóricos o ideológicos. Usar más el método
seguido en la Reforma Procesal Penal para modernizar la justicia, en vez del método de ingenieros
y economistas en el TranSantiago para el transporte. Reformas grandes impuestas
de una sola vez, sin ensayos parciales previos ni gradualidad, tienen el riesgo
que ya conocemos. ¿Expondremos la educación a ese riesgo?
Lo
que propongo es que se prueben en terreno, en la práctica, la eficacia de
medidas como las del Proyecto de Ley actual en un número reducido de comunas y
regiones, y por un tiempo predefinido de tres a cuatro años, mientras
simultáneamente se prueba en otras con medidas como la fijación de una
rentabilidad máxima a los sostenedores. Terminado ese período, evaluar si se alcanzaron los fines buscados y
sus efectos o costos directos e indirectos. Según esa evaluación independiente
y rigurosa, corregir y decidir qué tipo de reforma aplicar para terminar con el
lucro a nivel nacional. Así, los medios más adecuados pasarían a decidirse más
por la experiencia práctica en terreno que por ideologías. Este método por evidencia experimental puede ser especialmente valioso para abordar
los temas complejos que vienen, como son la desmunicipalización y el estatuto
docente.
La
herramienta alternativa que sugiero experimentar para poner fin al lucro de una
tasa máxima de rentabilidad, sería una
que ya se usa hoy en Chile en servicios públicos como el agua potable. Hay
precedentes probados. Si los sostenedores no ganan más que eso, no habrá más lucro. Bajo esa condición nadie
ingresará ni se mantendrá en el sector
sin tener vocación por la educación. Otra medida de efecto análogo a
experimentar en lugar y tiempos acotados, podría ser poner un máximo al arriendo a
pagarse por infraestructura. Estas son normas en que también hay precedentes
fiscalizados por el SII. Necesitamos reformas sensatas y simples que no
ideologicen ni politicen más la educación.
* / Publicada en El Mercurio, Lunes 23 de Junio 2014
* / Publicada en El Mercurio, Lunes 23 de Junio 2014
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